El Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria del Uruguay (INIA) trabaja en cuatro grandes áreas en los temas de investigación: una salud, transiciones agroecológicas, la bioeconomía circular y la digitalización.
El doctor e ingeniero agrónomo Miguel Sierra, gerente de Innovación y Comunicación de INIA, dijo a Montevideo Portal que “históricamente estaban disociados la salud humana, ambiental y animal”, pero “ahora se está viendo que esos conceptos los tenemos que ver de forma más interdependiente”.
“Eso requiere que los proyectos de investigación tengan un abordaje multi y transdisciplinario. Los éxitos o fracasos en una dimensión afectan a las otras, hay que trabajarlo de manera integral”, explicó Sierra.
Por su parte, Alejo Menchaca, doctor en medicina veterinaria y director de la Plataforma de Salud Animal en INIA, señaló que “a lo largo de la historia los animales han acompañado al humano y eso ha generado interrelaciones permanentes y condicionado el desarrollo de la humanidad, también el de la producción animal”. “Hoy hablar de salud animal sin contemplar la salud humana o la salud del ambiente no tiene sentido”, aseguró.
“Se ha generado una corriente, llamada movimiento de una salud, que engloba los tres aspectos de la salud humana, animal y ambiental, para hablar de la salud del planeta. Eventos como lo que ocurrió con la covid-19 es un buen ejemplo para saber que si no tenemos una buena salud de uno de esos tres componentes no vamos a poder tener una buena salud global”, agregó.
Menchaca comentó que todos los países que manejan animales, “como Uruguay que tiene una economía basada en la producción agropecuaria y en particular tenemos animales para producir alimentos, tenemos que considerar esa tendencia porque de nada sirve trabajar solo en salud si no tenemos todo ese concepto en mente”. “Tenemos que asegurar que estamos produciendo alimentos de una forma responsable con el medio ambiente, con la sostenibilidad, con el bienestar animal, con la inocuidad suficiente bajo el concepto de trazabilidad total. Son nuevos conceptos que hace 30 o 40 años no estaban presentes y Uruguay debería invertir en investigación para mejorar su proceso productivo y así satisfacer las necesidades que tiene la gente que consume nuestros alimentos”, señaló el investigador del Sistema Nacional de Investigadores (de ANII).
“Además de esta tendencia global en los consumidores, en Uruguay tenemos problemas de salud animal que generan pérdidas directas en la economía local. Hay un buen número de enfermedades que están presentes en nuestro país y generan pérdidas por muertes de animales o por baja eficiencia de producción”, agregó.
Menchaca sostuvo que las enfermedades también generan gastos para controlarlas con medicamentos o para hacer diagnósticos o en campañas sanitarias, que intentan controlar esas enfermedades. Por otro lado, explicó que se debe considerar “el riesgo sanitario que permanentemente existe con enfermedades nuevas o emergentes, que pueden afectar significativamente el acceso de los mercados”. “Basta con recordar el efecto de la fiebre aftosa en 2001, que nos condujo a una de las mayores crisis que hemos vivido en Uruguay por pérdidas de mercado que nos limitan la comercialización de nuestros productos”, puntualizó.
Enfermedades infecciosas
“Aproximadamente el 60% de las enfermedades infecciosas que padecemos los humanos provienen de los animales”, dijo Menchaca.
“Es fundamental controlar la salud de los animales, porque los alimentos que consumimos provienen de ellos y la relación que existe entre animales y humanos es cada vez más estrecha”, acotó. En ese sentido, señaló que los animales de producción cada vez se manejan en sistemas más intensivos, es decir hay mayor aglomeración y se generan condiciones más favorables para la transmisión de enfermedades.
“Los sistemas de producción se han modificado en ese sentido, los riesgos son cada vez mayores. Hay que ir modificando el abordaje sanitario y veterinario de esos sistemas, que no son los mismos de algunos años atrás”, aseguró.
“La investigación local es muy importante porque permite identificar problemas que por ahí no estábamos identificando. Por un lado, el diagnóstico de enfermedades nuevas, u otras que conocemos pero no sabemos la prevalencia que tienen. Es muy importante que haya grupos de investigación e instituciones que financien investigación para generar ese conocimiento”, añadió.
Por otro lado, el director de la Plataforma de Salud Animal en INIA, sostuvo que “una vez que sabemos cuáles son las enfermedades que tenemos, cómo se distribuyen en nuestro territorio y qué prevalencia tienen, tenemos que ver cómo las abordamos para solucionarlas”.
“Ahí entra el uso de medicamentos, pero también el uso de vacunas y la generación de vacunas, que es otro capítulo fundamental. Uruguay hoy está hablando de un Instituto de Vacunas y eso puede ser de utilidad para la salud animal y el concepto de una salud”, resaltó.
“Es muy importante tener vacunas locales, tradicionalmente se ha resuelto a través de las farmacéuticas privadas, laboratorios que generan esas vacunas, que han sido de mucha utilidad para nuestro sistema de producción. No estaría mal un aporte de la ciencia y de las instituciones que hacen investigación local para contribuir en ese desarrollo y poder dar una mejor respuesta a aquellos problemas que ocurren hoy o puedan ocurrir mañana”, dijo Menchaca.
El médico veterinario consideró que “si bien Uruguay ha hecho un esfuerzo importante en el sistema de ciencia y tecnología, este camino recién está comenzando”. “Es muy importante invertir en ciencia y tecnología, en formar recursos humanos, investigadores en salud animal, y darle espacio en las instituciones para que se puedan insertar y entonces retroalimentar el conocimiento local que necesitamos. Las instituciones que hacen salud animal deberían fortalecer el capital humano que tienen, todavía es muy escaso”, enfatizó.
Desafíos ambientales
Con respecto a las transiciones agroecológicas, el INIA integra la Comisión de Plan Nacional de Agroecología. “Ahí hablamos de la escalera de acciones posibles. Una es hacer un uso más eficiente dentro de los sistemas convencionales de producción, luego dar un salto de sustituir ciertos productos, por ejemplo, generados desde energía fósil y agroquímicos sintéticos, por todo lo que es el control biológico. Luego está el tema de rediseño de los sistemas de producción, donde trabajamos mucho en co-innovación. Con las familias de los productores rediseñamos el sistema con indicadores ambientales, sociales y económicos, analizando cómo evolucionan”, explicó Miguel Sierra.
La directora del Programa Nacional de Producción y Sustentabilidad Ambiental, Ing. Agrónoma (PhD) Verónica Ciganda, explicó que en el instituto están discutiendo “el plan estratégico institucional que va desde 2021 hasta 2025, con una visión a 2030”.
“Pensamos en cada sistema de producción: sistemas agrícola ganadero, lechero, forestal, vegetal intensivo, arroz-ganadería, y el ganadero extensivo que ocupa más del 75% de nuestro país. En todos ellos entran en la discusión los desafíos ambientales”, señaló.
“En INIA siempre están los desafíos de contribuir en la productividad y rentabilidad de cada sistema en una forma sostenible. El Programa de Sustentabilidad Ambiental existe desde 2006, por lo que no es nuevo para INIA la preocupación por este tema. Lógicamente el contexto actual hace que pongamos mucho más énfasis en los aspectos ambientales”, agregó. Ciganda destacó que “hay otros desafíos como la reducción neta de las emisiones de gases de efecto invernadero, que atraviesa prácticamente todos los sistemas de producción”.
“Lo que queremos es capturar igual o más de lo que el sector agropecuario emite. Existe una discusión a nivel internacional sobre las métricas con las que se están midiendo las emisiones del sector, pero no podemos descuidarnos de la matriz productiva de nuestro país, que hace que el sector agropecuario sea al que actualmente se le atribuye la mayor responsabilidad en las emisiones. Como así también el 100% de la responsabilidad en la captura del carbono, ya que a través de los procesos de fotosíntesis se captura el CO2 de la atmósfera”, expresó.
Por otra parte, Miguel Sierra contó que otra área en la cual se trabajará será la bioeconomía circular. “Eso tiene que ver con la producción basada sobre recursos biológicos y generar diversos productos además de los alimentos tradicionales, incluye fibra, bioenergía, biomateriales”, afirmó.
En ese sentido, apunta a “hacer que los antiguos residuos puedan ser coproductos que alimenten nuevos ciclos de producción”. También estará el tema de los bonos verdes y ver cómo el productor puede capitalizar los buenos manejos ambientales y las producciones sostenbiles a nivel de estos bonos. Este es un tema que tanto el Ministerio de Economía y Finanzas como el BID están estudiando y requiere para ello de protocolos e indicadores donde INIA puede colaborar en su identificación.
Ciganda explicó que también tienen como objetivo “mejorar la eficiencia en la utilización de nutrientes en los sistemas, principalmente apuntando al nitrógeno y al fósforo”. “Buscamos maximizar el uso de esos nutrientes en el sistema con el objetivo de minimizar la exportación de nutrientes de un predio agropecuario al ambiente (cañada, arroyo o río)”, agregó. Además, otro tema importante que se viene trabajando desde INIA, en conjunto con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), es el de la erosión o pérdida de suelo, que “es uno de los problemas ambientales más importantes del país”.
Ciganda señaló que “principalmente en los sistemas agrícolas, agrícola-ganaderos así como en sistemas vegetal-intensivo hortícolas es un desafío seguir minimizando la pérdida y degradación de suelos y llevar adelante prácticas de manejo sustentables para evitarlo”. Por otro lado, Ciganda hizo hincapié en la biodiversidad, sobre todo “en nuestros sistemas-ganaderos extensivos, donde la mayoría de los sistemas de producción basan la dieta animal en el campo natural, el que ocupa la mayor parte de nuestro territorio.”
“El campo natural bien manejado tiene una riqueza y abundancia de especies vegetales muy importante que nos preocupa conservarla, ya que no sólo mejora el sistema de producción sino que tiene un relevante valor de servicio ecosistémico”, aseguró. En ese sentido, otro desafío a nivel ambiental tiene que ver con independizarse “de la utilización de productos químicos, considerando la utilización de productos biológicosy microorganismos benéficos y pensando en un control biológico de plagas. Quizás no podemos prescindir de los productos de síntesis química, pero sí ir intentando una transición agroecológica en el manejo de nuestros sistemas”.
Desafíos a futuro
Entre los objetivos de INIA también está la digitalización, la automatización y trabajar con la minería de datos o big data. Miguel Sierra comentó que el objetivo es “generar espacios abiertos donde se aterricen las soluciones TIC (sensores, imágenes satelitales, software, etc), en sistemas vivos de producción (ganaderas o agrícolas) y que se pueda ver por los productores o técnicos las bondades de las tecnologías, aspectos de costo, gestión, etc. Que sea una plataforma donde empresas nacionales e internacionales puedan testear y demostrar sus tecnologías”.
“Tenemos el desafío de seguir trabajando en articular una efectiva transferencia de tecnología con actores públicos y privados. Vamos a seguir apostando fuerte para colaborar con terceros actores que puedan ejecutar proyectos de transferencia de tecnología financiados con Fondos de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA) y otras fuentes nacionales e internacionales.
El gerente de Innovación y Comunicación de INIA explicó que el instituto “es un catalizador de redes de innovación” y actualmente están “en el Consorcio Forestal, con la Sociedad de Productores Forestales y el Latu”. “También estamos en el Consorcio Citrícola. Participamos de una serie de redes con ese espíritu de innovación, o sea de aplicación y difusión de soluciones que se basan en conocimiento original o combinaciones creativas de conocimientos existentes, generados por INIA y otros actores de investigación”, añadió.
Por otra parte, el INIA busca fortalecer la unidad mixta con el Institut Pasteur, donde el foco es salud humana y bioinsumos. “Queremos jugar fuerte con el CIVE (Centro de Innovación en Vigilancia Epidemiológica), donde se está haciendo una fuerte movida para traer capitales y generar entorno a eso empresas con base tecnológica”, acotó Sierra.
Además, trabajan con el PAyS (Programas de Alimentación y Salud), que está vinculado al Centro de Investigaciones Biomédicas (Facultad de Medicina (Ceinbio) de Rafael Radi. “Ahí queremos trabajar el tema de alimentos y salud humana”, dijo Sierra.
“Tenemos el desafío de complementar la financiación habitual con una mayor capturar de fondos externos, tanto externos a INIA en Uruguay como en la región y el mundo. Hay fondos internacionales competitivos en temas ambientales, una sola salud, digitalización del agro. Para ello se requiere un rol proactivo de identificar dichas oportunidades, buscar socios estratégicos internacionales y nacionales, y elaborar con ellos proyectos sólidos que permitan competir por las fuentes de financiación existentes”, concluyó.