Por The New York Times | Annie Roth
SANTA CRUZ, California — En los últimos veranos, numerosos surfistas de Santa Cruz han sido víctimas de un delito en el mar: el robo de tablas. La culpable es una nutria marina hembra que acosa a los surfistas y les arrebata las tablas e incluso las daña.
Tras un fin de semana en el que el comportamiento de la nutria pareció volverse más agresivo, el lunes los responsables de la fauna silvestre de la zona informaron que decidieron poner fin a estos actos de latrocinio por parte de la nutria.
“Debido al creciente riesgo para la seguridad pública, se ha desplegado a un equipo del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California (CDFW, por su sigla en inglés) y del Acuario de la Bahía de Monterrey entrenado en la captura y manejo de nutrias marinas para intentar capturarla y reubicarla”, aseveró un representante del CDFW en un comunicado.
Las autoridades locales llaman al animal Nutria 841. La hembra, de 5 años, es muy conocida por su comportamiento audaz y su capacidad para agarrarse de sus patas del borde de la tabla, y tiene una historia trágica, por lo que ahora los funcionarios están obligados a tomar medidas que ilustran las maneras en que el deseo humano por acercarse a los animales silvestres puede costarles a estos su libertad, o peor aún, la vida.
Las nutrias marinas de California, también conocidas como nutrias marinas del sur, son una especie en peligro de extinción que solo se encuentra en la costa central de California. Hace años, cientos de miles de estas nutrias vagaban por las aguas costeras del estado, ayudando a mantener sanos los bosques de algas pues se comían a los erizos de mar, pero cuando los colonos se instalaron en la costa occidental, cazaron a esta especie casi al punto de su extinción, hasta que se prohibió su caza en 1911.
En la actualidad quedan unos 3000 ejemplares, muchos en zonas frecuentadas por kayakistas, surfistas y practicantes de surf de remo.
A pesar de su proximidad, las interacciones entre nutrias marinas y humanos siguen siendo escasas. Estos animales tienen un miedo innato a los humanos y suelen hacer todo lo posible por evitarlos, explicó Tim Tinker, ecólogo de la Universidad de California en Santa Cruz que lleva décadas estudiando a estos mamíferos marinos. Que una nutria marina se acerque a un humano “no es normal”, afirmó, y añadió: “Pero que no sea normal no significa que nunca ocurra”.
Se sabe que las nutrias se acercan a los humanos durante picos hormonales que coinciden con un embarazo, o como resultado de haber sido alimentadas por las personas o porque estas se les acercaron en repetidas ocasiones. Es probable que eso sea lo que ocurrió con la madre de la nutria 841.
La madre quedó huérfana y se crio en cautiverio, pero después de que la liberaron en la naturaleza, los humanos empezaron a ofrecerle calamares y se habituó con rapidez. La volvieron a sacar del mar cuando empezó a subirse a kayaks en busca de dádivas y acabó en el Centro de Investigación y Cuidados Veterinarios de la Fauna Marina de Santa Cruz, donde los investigadores se dieron cuenta enseguida de que estaba embarazada. Estando en cautiverio dio a luz a la nutria 841.
Esta fue criada por su madre hasta el destete y trasladada al Acuario de la Bahía de Monterrey. Para aumentar sus posibilidades de éxito tras la liberación, los cuidadores de 841 tomaron medidas para evitar que la nutria formara asociaciones positivas con los humanos, como el uso de máscaras y ponchos que ocultaban su aspecto cuando estaban cerca de ella.
No obstante, 841 les perdió el miedo a los humanos rápidamente, aunque los expertos locales no pueden explicar con precisión por qué.
“Después de que estuviera un año en libertad sin problemas, empezamos a recibir informes de sus interacciones con surfistas, kayakistas y practicantes de surf de remo”, señaló Jessica Fujii, directora del programa de nutrias marinas del Acuario de la Bahía de Monterrey. “No sabemos por qué empezó esto. No tenemos pruebas de que la hayan alimentado, pero su conducta ha persistido en los veranos de los últimos dos años”.
En 2021 se observó a la nutria 841 por primera vez trepando a bordo de embarcaciones en Santa Cruz. Al principio, el comportamiento era una peculiaridad, pero con el tiempo se volvió más audaz. El fin de semana pasado, vieron a la nutria robando tablas de surf en tres ocasiones distintas.
El lunes, Joon Lee, ingeniero de programación de 40 años, estaba surfeando en Steamer Lane, un popular punto de surf de Santa Cruz, cuando la 841 se acercó a su tabla.
“Intenté alejarme remando, pero no pude llegar muy lejos antes de que me mordiera la correa”, relató.
Lee abandonó su tabla y contempló horrorizado cómo la nutria se encaramaba en ella y procedía a arrancarle trozos con sus poderosas mandíbulas.
“Intenté quitármela de encima volteando la tabla y empujándola, pero estaba tan agarrada a mi tabla de surf que, por la razón que fuera, seguía atacando”, narró Lee. Según Gena Bentall, directora y científica de Sea Otter Savvy, una organización que trabaja para reducir las molestias causadas por el hombre a las nutrias marinas y promover la observación responsable de la fauna salvaje, estas situaciones son extremadamente peligrosas. “Las nutrias tienen dientes afilados y mandíbulas tan fuertes que pueden aplastar almejas”, explicó.
El contacto con humanos también es peligroso para las nutrias. Si muerde a un ser humano, el Estado no tiene más remedio que aplicarle la eutanasia y, con tan pocas nutrias marinas, la pérdida de un solo ejemplar es un obstáculo para la recuperación de la especie.
Si las autoridades consiguen capturar a la nutria 841, volverá al Acuario de la Bahía de Monterrey antes de ser trasladada a otro, donde vivirá hasta el final de sus días. El equipo de captura tiene mucho trabajo por delante. Se han hecho múltiples intentos de capturarla, pero ninguno con éxito.
“Ha tenido bastante talento para evadirnos”, concluyó Fujii. La nutria 841, una nutria de 5 años criada en el Acuario de la Bahía de Monterrey, California, antes de ser liberada, se apropia de otra tabla de surf frente a Santa Cruz. (Mark Woodward/Native Santa Cruz via The New York Times) Marcas de mordeduras dejadas por la nutria 841, una nutria de 5 años criada en el Acuario de la Bahía de Monterrey, en California, que ahora vive en el mar y es aficionada a robar tablas de surf. (Mark Woodward/Native Santa Cruz via The New York Times)