El proyecto Ambá, creado por una comunidad que vive en las sierras de Rocha, trabaja desde hace al menos tres años en educación ambiental, monitoreo de fauna y conservación de los montes nativos, entre otros aspectos.
Si bien el grupo se dedica intensamente a todos estos aspectos (por ejemplo, han replantado yerba mate en varias hectáreas de monte nativo), la novedad más interesante de los últimos meses vino de la mano de su programa Felinos de las Sierras.
Este proyecto tiene como gran estrella a un animal que se creía raro y escaso en Uruguay, una creencia que se va modificando a medida que se multiplican sus registros en distintos puntos del país.
Mediante la colocación de cámaras trampa en varios puntos de su territorio, Ambá comenzó en 2016 un relevamiento de la fauna de las sierras. Aunque inicialmente creían que el gato montés (Leopardus geoffroyi) era el felino silvestre más común en la zona, sus registros del último año demostraron una realidad muy distinta: el margay (Leopardus wiedii) aparece el doble de veces en sus registros. Si se consideran las apariciones de los últimos meses, la diferencia es aún mayor.
El margay es un gato muy peculiar. Tiene un tamaño similar al gato doméstico, pero su pelaje amarillento con manchas (ocelos) oscuras lo hace parecer un pequeño leopardo. Su característica más notable es que puede rotar 180 grados los tobillos, lo que les permite bajar de los árboles boca abajo, con la misma agilidad que una ardilla. Esta adaptación es producto de su vida arbórea, ya que el margay pasa buena parte de su tiempo entre las alturas de las ramas, en las que se equilibra con ayuda de su cola anillada.
De junio del 2017 a junio del 2018, Ambá obtuvo 44 registros de felinos a través de ocho cámaras que se recambiaban mensualmente. 27 de esos registros corresponden al margay.
"Lo más importante para nosotros es que el margay está mucho más presente que el gato montés. Aparece en todo el corredor, según detectamos en todos los mapeos", contó a Montevideo Portal Maximiliano Costa, de Ambá.
Costa explicó que desde que comenzaron a aplicar un perfume de feromonas frente a las cámaras, los registros de felinos se triplicaron (especialmente en el caso del margay). Además, al mejorar la calidad de las cámaras lograron identificar el primer individuo por el patrón de manchas del pelaje, lo que les permitirá hacer un seguimiento mejor del ejemplar cada vez que aparezca en cámaras.
La idea, agregó, es "bautizar" con un nombre a ese primer margay identificado, de tal modo de personalizarlo como emblema de la conservación de felinos en la zona. "Ahora trabajamos en la clasificación de imágenes para ver cuántos individuos distintos encontramos en nuestras actividades de monitoreo y aproximarnos así al número estimado de la población que habita en el corredor biológico y la red de predios de las sierras", indica Ambá en su memoria anual, destacando que casi no hay antecedentes de trabajos de este tipo (el biólogo Ramiro Pereira realizó identificación de ejemplares de margay por sus manchas) .
"Hay una población mucho más grande de margays de lo que pensábamos", reiteró Costa, al respecto de los hallazgos del monitoreo. Para Costa, la explicación no obedece a que la población se haya duplicado en estos últimos años, sino a que se mejoró la tecnología de registro. Además, es probable que a nivel histórico hayan sido muchos los ejemplares de margay confundidos con gatos monteses.
A partir de este próximo verano, con el aporte de varios pasantes que se suman al trabajo, el proyecto busca "bajar más a tierra" los resultados del monitoreo.
Ejemplar de margay. Foto: Bioparque M'bopicuá
Collares y algo más
En diciembre de 2017, y a partir del vínculo desarrollado con el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), Ambá obtuvo financiación de la National Geographic (a través de su fondo para jóvenes investigadores) para desarrollar una investigación de campo junto al laboratorio de Biodiversidad y Genética del IIBCE, que comenzó en julio de este año. Las investigadoras del IIBCE Nadia Bou y Mariana Cosse participan de este trabajo conjunto.
"La idea es analizar el comportamiento, la distribución y hacer un estudio a nivel genético del margay", señaló Maximiliano. Al mismo tiempo, entraron en contacto con un grupo de investigación en Santa Catarina llamado Felinos do Aguaí sobre Gato Maracajá (como le dicen al margay en Brasil), con el objetivo de aprender de su trabajo de captura y colocación de radiocollares para seguimiento de individuos. El grupo de Brasil tiene también interés en realizar muestras genéticas de las poblaciones que habitan en las sierras de Santa Catarina, en lo que Ambá colaborará.
Costa explicó que por primera vez en Uruguay se colocará un collar de monitoreo a un margay, algo que se hará en este próximo verano (para su sorpresa, ya que esta era una etapa que "se pensaba para dentro de tres años").
"Ya estamos en el proceso de compra del collar, tras consultas con un especialista chileno. Monitorear a este individuo con un radiotransmisor nos va a permitir aprender mucho más del margay", dijo
El procedimiento de captura y colocación del collar se hará "bajo normas internacionales de cuidados, para que no sea invasivo", señaló.
Pero el proyecto Felinos de las Sierras no quiere quedarse solo con el margay, aunque este haya demostrado ser el actor principal de la película. El hallazgo de una huella que muchos atribuyen a un puma (aunque según Costa esto no se ha podido comprobar) alimentó las esperanzas de trabajar también con este felino emblemático, que parece estar volviendo lentamente a nuestro territorio. Las cámaras, por las dudas, ya están listas.
Martín Otheguy/motheguy@montevideo.com.uy