La noticia que la mitad del mundo temía y una pequeña parte deseaba llegó: hubo un problema con el desarrollo de una de las vacunas en proceso de desarrollo para el COVID-19, concretamente la llamada de Oxford, por su sociedad con el laboratorio ASTRAZENECA.
Es importante entender que, más allá de la fantasía que tiene la gente respecto de como funcionan la ciencia y la tecnología (que en este caso se da una conjunción de ciencia teórica/ciencia aplicada/tecnología) los contratiempos no son la excepción en estos procesos, son algo bastante común, de hecho, inevitables. La gran diferencia entre la ciencia y otros sistemas es que ni se espanta ante los problemas ni trata de erradicarlos, ya que eso es imposible (1), sino que se ocupa de tener un aparato lo suficientemente robusto como para poder actuar cuando ocurren.
Lo anterior es claro, la ciencia jamás actúa reactivamente, sino proactivamente, y el análisis de riesgos es previo a los pasos críticos de un desarrollo; en especial, pero no solamente, cuando por involucrar vidas y salud humanas también se pone en juego la posibilidad de demandas.
Por lo anterior, cuando un riesgo se actualiza, o sea pasa de algo potencial a un hecho, ya había un procedimiento establecido de cómo actuar en ese caso, y es importante entender que no todos los riesgos entrañan un peligro, pero en general importan los segundos en temas de salud.
En cualquier desarrollo, existen fases de escalado, y en este caso las vimos en la columna pasada; al desarrollar una vacuna o un medicamento hay tres fases de desarrollo y luego un proceso de escalado industrial que lleva las escalas de fabricación a poder producir - en este caso - los millones de dosis que se están demandando.
Básicamente se trata en la primera fase de ajustar parámetros técnicos como la fórmula final, la dosis, el método de administración, etc. La segunda se centra en la eficacia; esto quiere decir si causa el resultado deseado o no (inmunidad en este caso). La tercera se centra en la eficiencia, o sea que se alcance la eficacia de la mejor y más adecuada manera posible, y esto implica un monitoreo en una población mucho mayor pero controlada.
En la tercera es que se puede, por el número de casos, ver la aparición de efectos clínicos secundarios no deseados, efectos imprevistos (2) y es cuando, al detectar que se produjo un percance sanitario grave, como efectivamente pasó (en un solo caso pero es suficiente) se activen los protocolos de emergencia y, en este caso se pause la prueba en fase III en Argentina, donde pasó el hecho, hasta que el estudio más detallado revele si el problema fue causado o está relacionado con la vacuna.
Es importante en ciencia entender que la lógica tiene sus peculiaridades, y "cobrar al grito", parando todo ante un inconveniente es una forma defectuosa de razonar. Existe una estructura fallida de argumento llamada falacia "post hoc, ergo propter hoc", que quiere decir que si algo sucede después de otra cosa, es necesario que el primer evento haya causado al segundo.
Esto se puede ver fácilmente: los truenos vienen siempre después de los rayos, pero los rayos no causan los truenos, son ambos manifestaciones del mismo fenómeno (y por lo tanto tienen la misma causa) pero la diferente velocidad de la luz y el sonido son las que motivan que el rayo se perciba primero.
O sea, si hubo un problema de enfermedad grave luego de administrar una vacuna en fase de prueba, se asume lo peor y se estudia, pero jamás se salta a la conclusión de que todo está mal y se empieza de nuevo o se descarta el proyecto.
En este caso, al detener las pruebas se está cuidando a las personas que iban a estar involucradas como sujetos, pero el laboratorio lo hace sacrificando tiempo en la carrera por tener la vacuna aprobada.
Esto prueba también que ni toda la presión de Trump, que necesita la vacuna por razones electorales, puede hacer que la ciencia cruce ciertos umbrales (no todos, lamentablemente, pero muchos sí) y que con la ciencia siempre vamos a estar mejor cuidados que con los vendedores de aceite de serpiente y lavandina (3).
¿Ocurren errores? Por supuesto. ¿Fallos? Inevitablemente, eso es algo que se sabe, y solo los que promocionan curas mágicas del 100% de efectividad son lo que no deberían tener gente que los apoyara. La ciencia, de momento, nos dio la penicilina y más de 30 vacunas imprescindibles.
Q.F. Bernardo Borkenztain
(1) Hay cientos de películas como 2001: Odisea del Espacio o toda la saga de Jurassic Park que nos explican por qué los errores siempre van a ocurrir en algún momento u otro. La única diferencia es que en la vida real suelen estar mucho peor narrados.
(2) No todos los imprevistos son clínicos, puede pasar que el uso masivo revele problemas como que se obstruyan las jeringas, o que cambie la vacuna de color y eso se toma como formulación inadecuada y se revierte a las fases anteriores.
(3) Una pena que no los consuman con aporte de litio...