La incidencia de terremotos en los Apeninos, cadena montañosa que recorre Italia de norte a sur, puede estar relacionada con el ascenso del gas de dióxido de carbono enterrado en la Tierra, según un estudio que analiza una década de registros desde el sismo en l'Aquila (centro).
Un equipo de investigadores italianos firman el estudio que publica hoy, miércoles, Science Advances, que consideran que podría dar pistas sobre cómo se desencadenan los terremotos en la región y ayudar a mejorar la comprensión del ciclo global del carbono.
El estudio explica que el dióxido de carbono del aire puede quedar atrapado en rocas y minerales llamados carbonatos a través de procesos químicos y biológicos que ocurrieron hace mucho tiempo.
Cuando las fuerzas tectónicas calientan y derriten los carbonatos bajo tierra, las rocas liberan ese C02, que se eleva y acumula en depósitos subterráneos presurizados o se disuelve en acuíferos, para acabar llegando a la superficie a través de manantiales o respiraderos.
Los autores explicaron a la publicación que entre las emisiones de CO2 de origen profundo y la sismicidad hay "una correlación estadísticamente significativa en el tiempo, por lo que no podemos excluir la posibilidad de una relación entre la descarga de CO2 y la ocurrencia de un terremoto".
Investigaciones anteriores ya señalaron que las regiones con alta actividad sísmica también registran altas tasas de liberación de dióxido de carbono, lo que indica que los sistemas de fallas proporcionan vías para que el gas escape de las profundidades de la corteza terrestre.
Sin embargo, ningún estudio había demostrado cómo se relacionan los cambios en la tasa de liberación de dióxido de carbono con la actividad sísmica a lo largo del tiempo.
Para investigar esta relación, el equipo encabezado por Giovanni Chiodini del Instituto italiano de Geofísica y Vulcanología analizó el contenido de CO2 del agua de los manantiales alimentados por dos importantes acuíferos cerca del epicentro del devastador terremoto de L'Aquila de 2009 durante diez años.
El equipo constató que los cambios en la concentración de dióxido de carbono en el agua de los manantiales estaban "estrechamente relacionados con el número y la intensidad de los terremotos a lo largo del tiempo".
Los autores señalan, teniendo en cuenta resultados de investigaciones anteriores, que sus datos "pueden indicar que el aumento del gas presurizado desencadena terremotos en esa región".
Además, teorizan acerca de la existencia de un mecanismo de retroalimentación por el cual los terremotos podrían causar una mayor liberación de gas que, a su vez, podría desencadenar réplicas.
El estudio estima que la Tierra liberó 1.800 kilotones de carbono en esa zona durante la década de estudio, un cálculo que esperan ayude a los científicos de la Tierra a comprender mejor el ciclo global del carbono.
Fuente: EFE
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