El metano, un gas de efecto invernadero 80 veces más dañino que el dióxido de carbono, pasa desapercibido para los políticos y gobiernos. Según un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres, solo el 13% de las emisiones mundiales de este gas están reguladas.
Ante estos datos, los autores del estudio, cuyas conclusiones se han publicado este viernes en la revista One Earth, piden a los responsables políticos que se tomen en serio este grave problema y regulen los niveles de metano que alimentan el calentamiento global.
El Acuerdo de París establece que para limitar el calentamiento del clima a 1,5 grados centígrados, las emisiones de metano deben reducirse al menos entre un 40% y un 45%, una “hazaña” que los autores creen posible “si los gobiernos miden las emisiones con más precisión y adoptan políticas más estrictas”.
“La necesidad de estrategias de mitigación del metano integrales y específicas es cada día más evidente. Pero las emisiones de metano están aumentando más rápidamente que en ningún otro momento desde la década de 1980”, avisan los expertos en política medioambiental Maria Olczak, Andris Piebalgs y Paul Balcombe, del Environmental Defense Fund Europe, el Instituto Universitario Europeo y la Queen Mary University of London, respectivamente.
Para determinar la eficacia de las restricciones actuales a las emisiones de metano, el equipo examinó 281 políticas en los sectores de mayor producción de metano, como la energía, los residuos y la agricultura.
Así, descubrieron que el número de políticas sobre metano varía drásticamente de una región a otra y que las que están vigentes no son lo bastante estrictas, sobre todo porque se basan en datos inexactos.
Y es que a menudo, las estimaciones de emisiones de metano que manejan los políticos proceden de conjuntos de datos que no están abiertos al público o de cifras que varían sustancialmente según el método empleado para medir la cantidad de este gas.
“Para aprovechar las importantes oportunidades de reducción de las emisiones de metano, es preciso adoptar un enfoque coherente que permita identificar, cuantificar y verificar con precisión las fuentes de emisiones de metano, así como una mayor cobertura y rigor de las políticas”, advierte el estudio.
Una solución barata y eficaz
Según la Evaluación Mundial del Metano, mitigar las emisiones de metano de origen humano es una de las formas más baratas de frenar el cambio climático y mejorar la calidad del aire.
Pero mitigar esas emisiones exige un esfuerzo global, con medidas rápidas a nivel nacional y regional para cumplir los objetivos climáticos.
“Una mitigación eficaz del metano requiere un mayor apoyo social y consenso político. Sin embargo, la reducción del metano sigue percibiéndose como una opción y no como una necesidad que complemente los actuales esfuerzos de descarbonización centrados en gran medida en el CO2”, apuntan los autores.
“La próxima conferencia sobre el clima COP28 en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, que evaluará por primera vez el progreso colectivo hacia los objetivos del Acuerdo de París, ofrecerá una enorme oportunidad de cambio”, concluyen.
EFE
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