Días atrás, el MSP ordenó retirar del mercado la domperidona inyectable por riesgo cardiovascular. La decisión fue tomada por recomendación de la Red Internacional de Farmacovigilancia, aunque el fármaco se usaba poco y solo en hospitales y sanatorios.
Para saber un poco más sobre los efectos de este fármaco y sobre la disposición, consultamos al químico farmacéutico y divulgador Bernardo Borkenztain.
La domperidona, Sartre y la náusea
Recientemente circuló por redes sociales un comunicado del M.S.P. que no era para el público (tampoco secreto, simplemente era dirigido a una empresa) respecto a que por recomendaciones de farmacovigilancia se procedería a dar de baja al registro del medicamento DOMPERIDONA en su vía de administración inyectable porque se reportaron a nivel internacional efectos secundarios peligrosos a nivel cardíaco, por lo que se tomó esa decisión a nivel estatal.
Como suele pasar cuando estos mensajes que tienen una intención de circulación restringida se viralizan, la información se desvirtúa, pero, como por suerte en este caso el medicamento en cuestión no era de alto perfil, tampoco cundió pánico.
Al igual que siempre se imponen algunas consideraciones, y la primera es que es muy importante tener en cuenta la seguridad que implica que exista un Sistema Nacional de Farmacovigilancia, que esté un paso delante de la ocurrencia de los problemas relacionados con medicamentos y que tiene la madurez suficiente como para no "cobrar al grito" y verificar las informaciones a nivel local. Obviamente eso no impide que los problemas ocurran y los riesgos se materialicen, pero es un hecho que pasa con menor frecuencia e impacto de lo que sucedería si el sistema no estuviera.
En este caso, se trata de la DOMPERIDONA (marca referencia DOMPER), un medicamento anti nauseoso que se utilizaba a nivel de clínica como inyectable y doméstico como comprimidos o gotas. Las formas orales no se han visto afectadas y pueden seguirse usando sin problemas, ya que no hay efectos adversos reportados por ese mecanismo de administración.
En la década de los noventa, el medicamento más común para esto era la METOCLOPRAMIDA (marca referencia PRIMPERAN) que tiene un problema al administrarse por vía intravenosa, y es que en algunos pacientes produce unos síntomas de inquietud muy intensos que los llega a hacer no tolerar el pasaje del medicamento, por lo que la práctica se había volcado hacia la DOMPERIDONA.
Lo más curioso es que de la primera de las drogas aún no se está seguro de cuál es el mecanismo por el que actúa, suponiéndose que relaja el músculo de las vísceras y promueve el vaciado gástrico, pero se sabe que el efecto de intranquilidad aparece solamente en la vía intravenosa, por lo que las formas orales siguen activas y en uso muy seguro. Y lo mismo ocurre en el caso de la DOMPERIDONA, no implica de ninguna manera que el problema que se suscita a nivel inyectable afecte las formas de toma por boca, al menos hasta que surgieran nuevos datos de los que no existen indicios de momento.
Por suerte, existen otras alternativas, aunque sean caras, como es el caso del ONDANSETRON que se suele usar principalmente en los casos de las náuseas de la quimioterapia, pero que puede sustituir al medicamento dado de baja porque a bajas dosis es seguro. Y por supuesto hay otros como el GRANISETRON que no es posible de mover a la terapéutica común, porque carece tanto de las características de seguridad del anterior, como por el enorme precio al que se lo vende a las instituciones.
Lo importante es no automedicarse y en los casos en que se manifiesten problemas de náusea lo mejor, como siempre, es consultar al médico y dejar que éste decida la terapéutica a administrar ya que, como insistimos siempre ante las noticias que involucran medicamentos, el síntoma aislado no es relevante sin la mirada del doctor que puede entender la semiología completa del cuadro del paciente.
Hay que tener en cuenta que la náusea puede aparecer por infinidad de causas, sea una intoxicación, una infección viral, vértigo por altura o velocidad, e, incluso, por leer a Sartre.
Q.F. Bernardo Borkenztain
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