Contenido creado por Martín Otheguy
Ciencia

Señores, llegó el sodero

Sobre el episodio de la soda cáustica en el agua de OSE y por qué fue extraordinario

El químico Bernardo Borkenztain explicó a Montevideo Portal por qué el incidente del agua en Costa de Oro fue grave pero se resolvió rápidamente, y detalló un complejo proceso que suele ignorarse.

06.02.2019 11:33

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2019-02-06T11:33:00-03:00
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El último episodio de turbiedad del agua de OSE en Ciudad de la Costa impactó esta vez a la población no por el color del agua en sí -ha habido episodios aislados de este tipo en este mismo verano- sino por sus características. Al menos cinco personas denunciaron haber sufrido irritaciones en la piel al estar expuestas al agua, problemas causados  por una dosis elevada de soda cáustica, producto que se utiliza en el proceso de potabilización del agua. A raíz, de este episodio, un funcionario fue separado de su cargo.

¿Por qué se usa soda cáustica en este proceso? ¿Cuál fue el error? ¿Qué consecuencias tuvo o podría haber tenido? Al respecto, consultamos al químico farmacéutico Bernardo Borkenztain, que explica el complejo proceso que permite que el agua sea consumida en los hogares y detalla los particulares de este episodio, que pudo vivir de primera mano porque se encontraba en la Costa de Oro cuando sucedió.

Agua roja que me brota

Uruguay sin dudas tiene un excelente nivel de agua potable, pero esto ha llevado al problema de que el hecho de abrir la canilla y poder consumir directamente lo que sale de ella sea algo dado, y se suele ignorar el complejo proceso (imposible en algunos países) que lo permite.

Es importante tener en cuenta que - como todo producto - el agua tiene que venir de algún lado, y al ser un material de ínfimo costo, lo ideal es tomarlo de alguna de las fuentes naturales de agua dulce, salvo que se disponga de las fabulosas tecnologías israelíes que permiten potabilizar prácticamente la que proviene de cualquier origen. Por esto, el primer punto a tener en cuenta es la calidad de esta materia prima, y, como todo en la naturaleza, ésta suele ser variable aún dentro del mismo origen. En nuestro caso, la gran mayoría de las tomas de agua provienen de aguas superficiales.

En cuanto a la calidad, son varias las sustancias a remover antes de poder considerar apta para consumo el agua, según la norma (de acuerdo a la página web de OSE, decreto 375/11, Reglamento Bromatológico Nacional que internaliza la norma UNIT 833:2008, lo que analizaremos más adelante) vigente.

Entre las diferentes cosas a retirar del agua en su proceso de purificación hay: microorganismos, materia orgánica inerte, minerales como hierro calcio y magnesio y otros contaminantes como agroquímicos, restos de fertilizantes (fósforo por ejemplo) y sustancias en suspensión en general entre otras cosas.

La norma técnica UNIT 833 establece claramente los límites. Por ejemplo, en microorganismos tipo Escherichia coli, coliformes o Pseudomona aeruginosa demanda ausencia en las muestras. Para los minerales, como los métodos analíticos no permiten informar "ausencia" se establecen máximos permitidos, como ser 0,2ppm (partes por millón), o sea 2 partes cada 10 millones de aluminio; o para el selenio, que es mucho más tóxico, de 0,01 ppm, o sea 1 parte cada 100 millones de partes de agua. Sodio y cloro, como son parte del ciclo bioquímico, tienen límites mucho más altos, del orden de las 200 y 250 ppm respectivamente. El limitante en este caso es obviamente que no den sabor salobre al agua, además de razones técnicas.

Lo bueno de tener una norma técnica es que cuando se establece un comité de normalización para confeccionarlas, se convoca a todas las partes interesadas (incluyendo consumidores, técnicos y reguladores legales) y no se hace a la interna de la OSE de manera solipsista y sin rendir cuentas ni informes, algo que OSE de todas maneras no hace.

Sin caer en temas ingenieriles, el primer problema que debe resolver la planta de potabilización es la clarificación del agua, que se hace por agregado de carbón activado (remueve olores y materia orgánica) y por el proceso de "coagulación y floculación" que se encarga de precipitar al fondo una gran cantidad de contaminantes.

El reactivo para esto suele ser sulfato de aluminio, que en presencia de un medio alcalino forma una sustancia llamada coloidal que arrastra las partículas en suspensión al fondo donde es retirada. Como tiene que ser medio alcalino se debe agregar algo como soda o ceniza de sodio, y es en esta etapa donde es probable que se haya producido el error que causó la baja calidad del agua en la Costa de Oro.

Tomátelo con soda

El problema es que la soda cáustica, aún diluida, es muy irritante (de ahí lo de "cáustica") y hubo suerte de que no se materializó más que en algún episodio dermatológico y ninguno del verdadero peligro que son los del tipo oftalmológico.

Luego viene una serie de etapas que corrigen el contenido de minerales disueltos, se analizan los máximos permitidos y al final se agrega el cloro para prevenir crecimientos microbianos.

Lo anterior genera, además de agua, una gran cantidad de limos y residuos que deben ser gestionados, algo que OSE no ha resuelto del todo bien aún, pero hay que entender que son centenares de toneladas métricas las que se generan. Es fácil ver el deterioro de la arena en el Santa Lucía aguas debajo de la toma de OSE. No es nada fácil de resolver, y es imposible dejar de proveer agua a Montevideo, por lo que se asumen calculadamente estos costos ecológicos.

Todo lo anterior es una simplificación de un proceso con más etapas, pero lo importante es tener en cuenta que el sistema tiene todas las garantías de calidad y los controles como para hacer que estos episodios sean muy esporádicos, pero este último fue realmente extraordinario, ya que no se debió a coyunturas sino a error humano directo, aparentemente.

Otra cosa a tener en cuenta es que OSE tiene los laboratorios de referencia en calidad de agua, y un gran control sobre las tecnologías que usa, pero el proceso es tan complejo que es imposible gestionar todos los riesgos que conlleva.

Para terminar, pensemos en los kilómetros de cañerías que distribuyen el agua; no nos gusta pensarlo, pero por dentro no están inmaculados, crecen algas y hay incrustaciones, que cuando aumenta el flujo de agua pueden ser arrastradas y provocan los casos comunes de turbiedad de los veranos, pero más allá de ser desagradables y capitalizables por los políticos no son realmente graves. Este sí lo fue y aunque fue gestionado con celeridad, dejó en evidencia la baja tolerancia social a no tener agua, que solamente es prueba de que no estamos tan mal al respecto.

Q.F. Bernardo Borkenztain
[email protected]