Por The New York Times | Adam Satariano
Mientras Rusia ataca a Ucrania, las autoridades en Moscú están intensificando una campaña de censura dentro del país con métodos de presión contra algunas de las empresas tecnológicas más grandes del mundo.
El 16 de febrero, las autoridades rusas advirtieron a Google, Meta, Apple, Twitter, TikTok y otras compañías, que tenían hasta finales de este mes para cumplir con una nueva ley que les exige establecer entidades legales en el país. La llamada “ley de aterrizaje” hace que las empresas y sus empleados sean más vulnerables al sistema legal de Rusia y a las demandas de los censores gubernamentales, según dijeron expertos legales y grupos de la sociedad civil.
La medida forma parte de una campaña de presión rusa contra las empresas tecnológicas extranjeras. Con la posibilidad de multas, arrestos y el bloqueo o ralentización de los servicios de internet, las autoridades están presionando a las compañías a que censuren material desfavorable en línea y al mismo tiempo mantengan a los medios pro-Kremlin sin filtros.
Apple, TikTok y Spotify han cumplido con la ley de aterrizaje, según el regulador de internet ruso Roskomnadzor, y Google también ha tomado medidas para hacerlo. Twitch y Telegram no lo han hecho. Meta, la compañía matriz de Facebook, y Twitter, han cumplido solo con algunas partes de la ley.
La situación pone a las empresas de tecnología en un aprieto, pues están atrapadas entre su apoyo público a la libertad de expresión y la privacidad y su trabajo en países con líderes autoritarios. Esto las ha obligado a sopesar entre tener sus servicios disponibles en Rusia o irse del país por completo.
Cada vez más, las compañías enfrentan la presión de funcionarios ucranianos y legisladores estadounidenses que buscan limitar su participación en Rusia. El vice primer ministro de Ucrania ha pedido a Apple, Google, Netflix y Meta que restrinjan el acceso a sus servicios dentro de Rusia. El senador Mark Warner (demócrata por Virginia), presidente de la Comisión del Senado sobre Inteligencia, envió una carta a Meta, Reddit, Telegram y otros, instándolos a no permitir que las entidades rusas utilicen sus plataformas para sembrar confusión sobre la guerra. El viernes 25 de febrero, Roskomnadzor dijo que restringiría el acceso a Facebook a través de la ralentización del tráfico. El regulador afirmó que la red social había interferido en varios medios de comunicación pro-Kremlin.
Nick Clegg, el ejecutivo principal de políticas de Meta, dijo que la compañía había rechazado las exigencias rusas de que detuviera la verificación independiente de información en publicaciones de cuatro organizaciones de medios estatales. La compañía dijo que les prohibiría a los medios estatales rusos publicar anuncios en su red social.
Twitter, que había dicho que detendría los anuncios en Ucrania y Rusia, afirmó el sábado 26 de febrero que su servicio también estaba restringido para algunas personas en Rusia.
Las restricciones “son un intento del gobierno ruso de aumentar el control sobre estas empresas y el contenido en línea en Rusia”, dijo Pavel Chikov, un abogado de derechos humanos en Rusia que se especializa en casos de censura. “El gobierno ruso los presionará, paso a paso, para que sigan este camino”.
Las compañías y organizaciones occidentales apenas están comenzando a descifrar sus vínculos con Rusia a la luz de las sanciones destinadas a aislar al país en el ámbito económico. Las compañías de energía están lidiando con la posibilidad de que se reduzca el suministro de petróleo y gas natural. Los productores de alimentos se enfrentan a una posible escasez de trigo ruso y ucraniano. Incluso los clubes de fútbol europeos se han desvinculado de los patrocinios de empresas rusas, y un importante partido de campeonato se mudará de San Petersburgo a París.
La situación es especialmente tensa para las compañías tecnológicas. Apple y Google controlan el software de casi todos los teléfonos inteligentes en Rusia y tienen empleados allí. YouTube, Instagram y TikTok son sitios populares que son utilizados para obtener información fuera de los medios controlados por el Estado. Telegram, una aplicación de mensajería cuyo fundador es ruso y ahora tiene su sede legal en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, tras disputas con el gobierno, es una de las herramientas de comunicación más populares del país.
La nueva ley de aterrizaje es una medida del Kremlin para contrarrestar los intentos de las empresas tecnológicas de minimizar su presencia física en Rusia. La ley, que entró en vigor el 1.° de enero, exige que los sitios web y las plataformas de redes sociales extranjeras que tengan más de 500.000 usuarios diarios, se registren como entidades legales en el país y asignen a un director en la zona. También exige que las compañías registren una cuenta con Roskomnadzor y creen un formulario electrónico para que los ciudadanos rusos o las autoridades gubernamentales contacten a las compañías cuando tengan quejas.
Los grupos de derechos humanos y de la sociedad civil han advertido que establecer una mayor presencia local hará que las compañías sean vulnerables a la intimidación gubernamental, lo que ha llevado a algunos a llamarla la “ley de rehenes”. El año pasado, las autoridades rusas amenazaron con arrestar a empleados de Google y Apple para obligarlos a eliminar una aplicación creada por partidarios de Alekséi Navalni, un líder de la oposición rusa que está encarcelado.
“Al gobierno ruso le gustaría tener embajadas de esas empresas en Rusia”, dijo Alexander Litreev, quien trabajó con Navalni y es director ejecutivo de Solar Labs, un fabricante de software para eludir la censura en línea. “Les encantaría tener una manera de manipular la información y la manera en que se propaga por todo el internet”.
En noviembre, el gobierno enumeró 13 empresas que deben cumplir con la nueva ley de aterrizaje: Twitter, TikTok, Likeme, Pinterest, Viber, Telegram, Discord, Zoom, Apple, Google, Spotify y Twitch.
El 16 de febrero, un funcionario de Roskomnadzor afirmó que las compañías que no cumplieran con la ley antes del fin de mes enfrentarían sanciones. Además de las multas y posibles cierres o ralentizaciones, las sanciones podrían alterar las ventas de anuncios, las operaciones de los motores de búsqueda, la recopilación de datos, y los pagos, según la ley.
“Para aquellas empresas que no hayan iniciado el proceso de ‘aterrizaje’, consideraremos la aplicación de medidas antes del final de este mes”, le dijo Vadim Subbotin, subdirector de Roskomnadzor, al Parlamento ruso, según medios rusos.
Meta dijo que, si bien estaba tomando medidas para cumplir con la nueva ley de aterrizaje, no había modificado la manera en que consideraba las peticiones gubernamentales para eliminar contenido. Apple, Google y Twitter se negaron a comentar sobre la ley. TikTok, Telegram, Spotify y otras de las compañías en la lista no respondieron a las solicitudes de comentarios. Chikov, quien ha representado a empresas como Telegram en casos contra el gobierno ruso, dijo que se reunió con Facebook el año pasado para hablar sobre sus políticas respecto de Rusia. Los ejecutivos de Facebook buscaron asesoramiento para saber si debían retirarse de Rusia, dijo Chikov, incluso cortando el acceso a Facebook e Instagram. Al final, la compañía decidió cumplir con las leyes.
Chikov instó a las empresas de tecnología a pronunciarse en contra de las demandas rusas, aunque eso resultara en la ilegalización, para así sentar un precedente mayor sobre la lucha contra la censura.
“Ha habido momentos en que las grandes empresas de tecnología han sido líderes no solo en términos de tecnología, sino también en cuanto a libertades civiles, de expresión y de privacidad”, afirmó. “Ahora se comportan más como grandes corporaciones transnacionales que buscan proteger sus intereses comerciales”. Una mujer revisa su teléfono inteligente en una estación de metro en Moscú, el 7 de mayo de 2020. (Sergey Ponomarev/The New York Times). Una combinación de tres imágenes, desde la izquierda, la sede de Google en Mountain View, California, el 20 de octubre de 2020; la sede de Twitter en San Francisco, el 21 de octubre de 2020; y una tienda Apple en Nueva York, el 11 de agosto de 2020. (Izquierda y centro, Laura Morton/The New York Times; derecha, Gabby Jones/The New York Times).
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