El ADN ambiental más antiguo que se ha recuperado hasta la
fecha ha posibilitado la reconstrucción de un ecosistema del norte de
Groenlandia, incluidas las especies animales y vegetales que estuvieron
presentes hace unos dos millones de años.
Los detalles y análisis publicados en la revista Nature permiten explorar y
comprender un ecosistema antiguo hasta “límites insospechados”, que soportó
además cambios climáticos extremos, y ofrecen una visión de un sistema que
carece de equivalente moderno.
El artículo, liderado por investigadores de la Universidad de Cambridge,
describe un ecosistema con un bosque boreal de vegetación mixta, álamos y
abedules, así como con variedad de arbustos y hierbas árticas, y con la
presencia de liebres, de renos, roedores o gansos.
Y todo este “dibujo” gracias al ADN ambiental —material genético liberado por
organismos en los ecosistemas— más antiguo del mundo, que bate el récord de un
millón de años: ahora la datación es de dos millones de años de antigüedad y,
según los científicos, abre un nuevo capítulo en la historia de la evolución
que “cambiará las reglas del juego”.
En concreto, se encontraron fragmentos microscópicos de ADN ambiental en
sedimentos de la Edad de Hielo en el norte de Groenlandia, en total 41 muestras
utilizables halladas ocultas en arcilla y cuarzo —algunas
se tomaron en 2006 y permanecían almacenadas—.
Gracias a una tecnología de vanguardia, los investigadores descubrieron que los
fragmentos son un millón de años más antiguos que el anterior registro de ADN
extraído de un hueso de mamut siberiano y esperan que los resultados ayuden a
predecir el impacto medioambiental a largo plazo del calentamiento global
actual, señala un comunicado de la Universidad de Cambridge.
“Por fin se ha abierto un nuevo capítulo que abarca un millón de años más de
historia […] El ADN puede degradarse rápidamente, pero hemos demostrado
que, en las circunstancias adecuadas, ahora podemos remontarnos más atrás en el
tiempo de lo que nadie se hubiera atrevido a imaginar”, resume Eske Willerslev.
Kurt H. Kjær, también autor, explica que las antiguas muestras de ADN se
encontraron enterradas a gran profundidad en sedimentos que se habían ido
acumulando a lo largo de 20.000 años.
El sedimento acabó conservándose en el hielo o el permafrost
y no fue alterado por el ser humano en dos millones de años.
Las muestras, de unas pocas millonésimas de milímetro, se tomaron de la
formación Kap København, un depósito de sedimentos de casi cien metros de
espesor situado en la boca de un fiordo del Océano Ártico, en el punto más
septentrional de Groenlandia.
El clima de Groenlandia en aquella época oscilaba entre el ártico y el templado
y era de entre 10 y 17 grados centígrados más cálido que el de Groenlandia en
la actualidad.
Los científicos descubrieron restos de animales, plantas y microorganismos,
como renos, liebres, lemming (roedores) y abedules y álamos, y constataron
incluso que el mastodonte, un mamífero de la Edad de Hielo, llegó hasta
Groenlandia antes de extinguirse.
Anteriormente se pensaba que el área de distribución de estos animales
parecidos a los elefantes no llegaba hasta Groenlandia desde sus orígenes
conocidos en Norteamérica y Centroamérica.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores realizaron un minucioso
proceso de búsqueda de fragmentos de ADN y compararon cada uno de ellos con
extensas bibliotecas de ADN recogido de animales, plantas y microorganismos
actuales. Fue entonces cuando comenzaron a formarse una imagen del ADN de
árboles, arbustos, aves, animales y microorganismos.
Mikkel W. Pedersen, también autor, de la Universidad de Copenhague, afirma que
este ecosistema no tiene equivalente en la actualidad, existió a temperaturas
considerablemente más altas que las actuales, y a primera vista su clima parece
haber sido similar “al que esperamos en nuestro planeta en el futuro debido al
calentamiento global”.
Uno de los factores clave aquí es hasta qué punto las especies serán capaces de
adaptarse a estos cambios. Los datos sugieren que más especies de las que se
pensaban pueden evolucionar y adaptarse a temperaturas muy variables.
“Pero, sobre todo, estos resultados muestran que necesitan tiempo para hacerlo.
La velocidad del calentamiento global actual significa que los organismos y las
especies no tienen ese tiempo, por lo que la emergencia climática sigue siendo
una enorme amenaza para la biodiversidad y el mundo: la extinción está en el
horizonte para algunas especies, incluidas plantas y árboles”.
EFE