Se encuentra abierta una convocatoria para que niños y niñas de 7 y 8 años participen del primer estudio sobre hábitos de sueño en Uruguay.

El proyecto es llevado a cabo por investigadores de Facultad de Ciencias y Psicología de la Universidad de la República, de la Universidad Católica, y es parte del Fondo Sectorial Salud en la Primera Infancia, financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

El proyecto es parte de la tesis de maestría en Ciencias Cognitivas de la investigadora Dimara Curbelo. El trabajo es coordinado por el Grupo de Investigación en Cronobiología dirigido por Ana Silva y Bettina Tassino.

Este proyecto tiene una contraparte, en este caso del programa Uruguay Crece Contigo del Ministerio de Desarrollo Social, que lleva adelante una encuesta longitudinal.

Tassino dijo a Montevideo Portal que en la última encuesta le solicitaron al grupo de Cronobiología incluir en el cuestionario preguntas sobre la ubicación y la duración del sueño. “Este proyecto es con el objetivo de procesar esa información epidemiológica, pero además tiene una parte más experimental, donde vamos a evaluar desde el punto de vista objetivo. Estas encuestas que se hacen a niños y niñas son en base a cuestionarios, pero nuestro proyecto además de analizar esos datos busca cuán fiables son los cuestionarios y qué información podemos tener a partir de mediciones objetivas”, explicó la bióloga e investigadora.

“Vamos a medir objetivamente la duración y ubicación del sueño en niños y niñas a través de unos dispositivos llamados actímetros, que se colocan en la muñeca de la mano no dominante. Es como si fuera un reloj, tiene un acelerómetro que hace 10 medidas por segundo. Registra los movimientos y la exposición a la luz, que para los ritmos biológicos es un factor muy importante, determinante en los ritmos. El dispositivo tiene esa doble función”, agregó.

Se necesita al menos la participación de 40 niños. Se les hará un cuestionario “con parámetros sociodemográficos muy básicos y después un cuestionario para determinar el cronotipo de ese niño, es decir, sus preferencias”. “Si es un niño más bien matutino o vespertino. Le pedimos a las familias que durante esos 10 días que el niño está con el actímetro puesto nos responda todas las mañanas a qué hora se acostó el niño y a qué hora se levantó. Ese es como una especie de reaseguro, para calibrar los dispositivos”, dijo la investigadora.

Tassino comentó que “el aparato se coloca un viernes y se retira el otro lunes”. “Nos interesa tener registro de los días de semana, de los días que van a la escuela y también los fines de semana. En la población en general ocurre un fenómeno que se llama ´jet lag social´, similar al ´jet lag´ de cuando viajas cuando te desincronizás del reloj de donde venís”, aseguró. Ese fenómeno ocurre “los fines de semana, básicamente se produce porque entre semana dormimos menos de lo que deberíamos. Nos dormimos más tarde y nos despertamos más temprano por cuestiones vinculadas al trabajo o el estudio”.

En ese sentido, la bióloga contó que se “produce un déficit de sueño entre semana y esa deuda se paga el fin de semana”. “Eso ocurre en la población en general, pero nos interesa saber si niños y niñas están tironeados por ese ´jet lag social´. Hay valores de ´jet lag´ social en Uruguay

que son muy altos, que son de un desfasaje de dos horas. Son situaciones donde el reloj interno y el de afuera están desalineados”, añadió.

Tassino explicó que están “muy entusiasmados” porque es la primera vez que van “a tener datos sobre la duración y ubicación del sueño en niños”. “Sabemos muy poco de cómo duermen nuestros niños”, señaló.

Búho o alondra

Desde el grupo de Cronobiología han trabajado mucho con el sueño de adolescentes y jóvenes universitarios. “Nuestras primeras caracterizaciones cronobiológicas de población en Uruguay fue con jóvenes universitarios. Aprovechamos que viajaban a la Antártida en la Escuela de Verano de Introducción a la Investigación Antártica de la Facultad de Ciencias. Empezamos a detectar que la población aparecía como muy vespertina, tirando a ser nocturna”, sostuvo Tassino.

Las personas pueden tener una preferencia a ser más matutinos, levantarse temprano u otras tienen su mejor momento en la tarde o de noche. “Se le llama alondra a la categoría matutina y búhos a las personas más vespertinas, aunque hay un gradiente de preferencias en el medio, personas que son intermedias que no tienen preferencia marcada”, explicó.

“Los cronotipos tienen una variación a lo largo de la vida y los cambios de los adolescentes tironean hacia la vespertinidad. Hacen que los adolescentes en general sean más vespertinos. Nuestros resultados mostraron que tenemos los valores de vespertinidad más altos registrados en el mundo, es decir que tenemos a los adolescentes más búhos del mundo. Eso nos correlaciona muy bien con algunas cuestiones de los hábitos que tenemos los uruguayos, como por ejemplo la cena muy tardía”, agregó.

La principal hipótesis que tienen está vinculada “a saber cuándo arranca esta vespertinidad. Desde cuándo se arrastra, si es una cosa que tiene que ver con los adolescentes y sus cambios o si hay algunos factores más vinculados a la cultura, hábitos, patrones de crianza que están asociados a la vespertinidad”.

Posibles resultados

Hay dos líneas de acción con los resultados, uno es compararlo con los datos que tienen de otras poblaciones y otro, compararlos con los datos epidemiológicos que tienen de una muestra mucho más grande, de 2.500 niños donde tienen el reporte que hacen los adultos responsables de esos niños. “Queremos ver cuánto se corresponden a nivel poblacional”, dijo la bióloga.

“Queremos que la muestra sea representativa de ese universo. Estos actímetros van a permitir evaluar el nivel de actividad física de los niños y las niñas, que es un dato relevante y tenemos poca información. Como hay un acelerómetro se puede también estimar el tiempo de actividad física y la intensidad”, aseguró Tassino.

En ese sentido, la bióloga señaló que “como Uruguay tiene tasas tan altas de obesidad infantil y sobrepeso el tema del sueño, el ejercicio físico y la alimentación juegan un rol importante”.

“No es solamente importante qué se come desde el punto de vista de una alimentación saludable, sino cuándo. Eso está asociado a hábitos que tenemos en general, como la cena tardía. Es importante conocer dónde se ubica el sueño. Un sueño saludable tiene una duración adecuada, para niños de 7 y 8 años debería ser de entre 9 y 11 horas. La ubicación del sueño debería ser regular y tener una buena calidad”, aseguró.

La familia de niños de 7 y 8 años que quiera participar del estudio deben comunicarse al 092 512 288 o escribir al correo cronobiologia@fcien.edu.uy.