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Ciencia

Por The New York Times

Por qué los astrónomos del mundo están muy, pero muy nerviosos en este momento

¿Qué desayunan los astrónomos el día que su telescopio de 10.000 millones de dólares es lanzado al espacio? Sus uñas.

22.12.2021 06:52

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2021-12-22T06:52:00-03:00
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Por The New York Times | Dennis Overbye

¿Qué desayunan los astrónomos el día que su telescopio de 10.000 millones de dólares es lanzado al espacio? Sus uñas.

“Trabajas durante años y todo se va arriba en un abrir y cerrar de ojos”, comentó Marcia Rieke de la Universidad de Arizona.

Rieke admite que cruzará los dedos la mañana del 24 de diciembre, cuando sintonice la transmisión del lanzamiento del Telescopio Espacial James Webb. Durante 20 años, Rieke ha trabajado en el diseño y la construcción de una cámara infrarroja ultrasensible que estará a bordo de la nave espacial. El Webb es el elogiado sucesor más grande y más poderoso del Telescopio Espacial Hubble. Los astrónomos esperan que perfore una cortina oscura de ignorancia y suposición sobre los primeros días del universo y les permita husmear en los exoplanetas cercanos.

Después de 10.000 millones de dólares y años de postergación, el telescopio por fin está programado para despegar desde un sitio de lanzamiento europeo en la Guayana Francesa hacia un punto ubicado a 1,6 millones de kilómetros del otro lado de la Luna.

Un sondeo informal y sin ningún rigor científico a astrónomos elegidos al azar reveló una comunidad que está sentada al borde de su asiento con nerviosismo, orgullo y agradecimiento para el equipo que ha desarrollado, construido y probado el nuevo telescopio durante el último cuarto de siglo.

“Lo más seguro es que vea el lanzamiento y esté aterrorizada todo el tiempo”, opinó Chanda Prescod-Weinstein, profesora de Física y Estudios de Género en la Universidad de New Hampshire.

Y hay bastante de qué estar nervioso. El cohete Ariane 5 que está llevando la nave espacial casi no ha fallado al poner sus cargamentos en órbita. Sin embargo, aunque sobreviva el lanzamiento, al telescopio todavía le faltará mucho camino por recorrer.

A lo largo del próximo mes, tendrá que ejecutar una serie de maniobras con 344 “puntos únicos de fallo” para abrir su gran espejo dorado y desplegar cinco capas delgadas de un gigantesco protector solar de plástico que mantendrá frescos y a oscuras al telescopio y sus instrumentos. Los ingenieros y los astrónomos lo consideran un intervalo de seis meses de mucha ansiedad porque no hay ninguna posibilidad de intervención ni rescate humano o robótico si algo llegara a salir mal.

No obstante, si todos los pasos son superados con éxito, lo que podrán ver los astrónomos a través de ese telescopio podría cambiarlo todo. Esperan divisar las primeras estrellas y galaxias que surgieron de la neblina primordial cuando el universo tenía apenas más o menos 100 millones de años de existencia: en pocas palabras, los primeros momentos posteriores a la Gran Explosión hacia el acogedor espectáculo de luces que habitamos en la actualidad.

“Dada la gran variedad de utilidades científicas y el potencial de descubrimiento que se esperan, toda la comunidad astronómica está involucrada” con el telescopio, comentó Priyamvada Natarajan, astrofísica de la Universidad de Yale. “Todos estamos comprometidos a nivel intelectual y emocional”.

Sin embargo, el telescopio ha enfrentado infortunios durante su largo desarrollo, con costos excesivos y accidentes caros que se han sumado al recelo normal hacia los lanzamientos de los cohetes.

Michael Turner, cosmólogo de la Fundación Kavli en Los Ángeles y el presidente anterior de la Sociedad Estadounidense de Física, describió la combinación de “emoción y terror” que esperaba sentir durante el lanzamiento.

“La siguiente década de la astronomía y la astrofísica se basa en el éxito del JW”, opinó Turner, para referirse al Telescopio Espacial James Webb, “y también están en juego el prestigio y liderazgo de Estados Unidos en el espacio y la ciencia. Es una carga pesada, pero sabemos cómo hacer cosas grandiosas”. Natarajan, quien usará el Webb para buscar los orígenes de hoyos negros superinmensos, dijo: “Intento estar tranquila y no imaginarme resultados desastrosos”.

No obstante, al describir los riesgos, comparó al telescopio con otros hitos de la historia de la humanidad.

“Los extraordinarios logros imperecederos de la mano y la mente del hombre, ya sean los templos de Mahabalipuram, las pirámides de Guiza, la Gran Muralla China o la Capilla Sixtina, han requerido tiempo y dinero”, comentó. “De verdad veo al telescopio como ese tipo de monumento de nuestra época”. Otros de los encuestados de mi sondeo también buscaron refugiarse de su nerviosismo en la habilidad y la dedicación de sus colegas.

Andrea Ghez de la Universidad de California, campus Los Ángeles, quien ganó el Premio Nobel en 2020 por sus observaciones del hoyo negro ubicado en el centro de nuestra galaxia, comentó que mantenía la cordura gracias a que “confío en que gente muy inteligente ha trabajado con mucho ahínco para hacer las cosas bien”.

Tod Lauer secundó esa opinión. Lauer es un astrónomo en el laboratorio NOIRLab en Tucson, Arizona, quien estuvo involucrado en el lanzamiento del Telescopio Espacial Hubble, cuando se reveló que este tenía un espejo deforme, para lo cual se necesitaron visitas de reparación de algunos astronautas a bordo del programa de transbordadores que ahora ya no está en funcionamiento.

“De inmediato respetas la naturaleza de equipo que requiere hacer cualquier cosa en el espacio y tu dependencia de que hayan hecho todo bien unos científicos e ingenieros que tal vez nunca conozcas”, opinó. “Nadie quiere fracasar y todavía no conozco a nadie en este proyecto que no se haya tomado su parte en serio”.

Lauer agregó que los astrónomos tenían que confiar en que sus colegas especializados en ingeniería de cohetes y naves espaciales hubieran hecho bien las cosas.

“Alguien que sabe cómo volar una nave espacial de 10.000 millones de dólares en una trayectoria precisa no quedará impresionado con un astrónomo que nunca ha tomado un curso de ingeniería en su vida, que se esconde como un cobarde detrás de su computadora portátil para observar el lanzamiento”, opinó Lauer. “Siento admiración y empatía por esa gente e intento ser merecedor del increíble regalo que le darán al mundo”.

Y si cualquier cosa sale mal, algunos astrónomos aseguraron que pondrán en perspectiva que tan solo es metal, y no gente, lo que están en riesgo.

“Si algo malo pasara, quedaría devastada”, comentó Prescod-Weinstein. “Me da gusto que al menos no haya vidas humanas en peligro”.

Asimismo, hay mucho que anhelar si todo sale como está planeado, mencionó Rieke, quien trabajó en el dispositivo de imágenes infrarrojas del telescopio.

“Cuando se encienda la cámara, tendremos otra fiesta”, opinó. Marcia Rieke, astrónoma de la Universidad de Arizona, campus Tucson, quien ha trabajado en el diseño y la construcción de la cámara infrarroja ultrasensible del Telescopio Espacial James Webb. (George Rieke vía The New York Times) El observatorio del Telescopio Espacial James Webb se somete a inspecciones y pruebas en el centro Northrop Grumman en Redondo Beach, California. (Northrup Grumman/NASA vía The New York Times)