Por The New York Times | Christopher Flavelle, Jill Cowan and Ivan Penn
La crisis climática se está convirtiendo en una crisis financiera.
Este mes, State Farm, la mayor aseguradora que les ofrece cobertura para el hogar a los propietarios de vivienda en California, anunció que dejaría de vender esa cobertura. Su decisión aplica no solo a zonas de riesgo de incendios forestales, sino a todo el estado.
Las aseguradoras, cansadas de perder dinero, han comenzado a elevar sus tarifas, restringir las coberturas que ofrecen o suspender sus actividades por completo en algunas áreas, por lo que para muchas personas ahora es más caro vivir en su casa.
“El riesgo tiene un precio”, señaló Roy Wright, quien estaba a cargo de los seguros en la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés) y ahora encabeza el grupo de investigación Insurance Institute for Business and Home Safety. “Ahora ya lo observamos”.
En partes del oriente de Kentucky que sufrieron terribles tormentas el verano pasado, se espera que el precio de la cobertura contra inundación se cuadruplique. En Luisiana, el funcionario de más alto rango en el sector de seguros comentó que el mercado está en crisis y ofrece millones de dólares en subsidios para intentar atraer a las aseguradoras al estado.
En cuanto a Florida, en gran parte de su territorio, los propietarios de vivienda tienen cada vez más problemas para adquirir cobertura contra tormentas. La mayoría de las grandes aseguradoras ya se retiraron del estado, por lo que los propietarios han tenido que recurrir a empresas privadas más pequeñas que batallan para mantenerse en funciones (podría darnos una idea del futuro que le espera a California si más de las grandes aseguradoras dejan de operar ahí).
Creciente ‘exposición a catástrofes’
State Farm, que asegura a más propietarios de vivienda en California que cualquier otra empresa, indicó que dejaría de aceptar solicitudes para casi todo tipo de pólizas de seguro nuevas en el estado debido a la “creciente exposición a catástrofes”.
La empresa explicó que, aunque reconoce el trabajo de los funcionarios de California para reducir las pérdidas debidas a los incendios forestales, tuvo que dejar de emitir pólizas nuevas “para mejorar la fortaleza financiera de la empresa”. Un vocero de State Farm se negó a responder a nuestra solicitud de comentarios.
Las tarifas de seguro en California se dispararon tras observar que los incendios forestales resultaron más devastadores de lo que se esperaba. Una serie de incendios que comenzaron en 2017, muchos iniciados por chispas producidas por equipos deteriorados de servicios públicos, se incrementaron en tamaño con los efectos del cambio climático. Algunos propietarios perdieron su seguro del hogar por completo porque las aseguradoras se negaron a cubrir viviendas en áreas vulnerables. Un modelo fallido
Las congojas de California parecen una versión en cámara lenta de la experiencia de Florida tras el paso del huracán Andrew que arrasó con Miami en 1992. Las pérdidas causaron la quiebra de algunas aseguradoras y provocaron que la mayoría de las empresas nacionales de transporte abandonaran el estado.
En respuesta, Florida estableció un sistema complicado: un mercado basado en empresas aseguradoras pequeñas, con el respaldo de Citizens Property Insurance Corp., empresa que les da cobertura contra huracanes a los propietarios que no logran encontrar un seguro privado.
Por un tiempo, funcionó bastante bien… pero luego apareció el huracán Irma.
El huracán de 2017, que cuando tocó tierra en los cayos de la Florida era una tormenta categoría 4 y se desplazó por la costa hacia el norte, no causó daños particularmente graves. Pero sí fue la primera de una serie de tormentas que culminaron con el huracán Ian en octubre pasado, que hizo fallar el modelo en que se apoyaban las aseguradoras: un año malo de reclamaciones, seguido de unos cuantos años de calma para volver a hacer crecer sus reservas.
Desde Irma, casi todos los años han sido malos.
Las aseguradoras privadas comenzaron a batallar para pagar sus reclamaciones, y algunas incluso dejaron de operar. Las que sobrevivieron elevaron considerablemente sus tarifas.
Más personas han abandonado el mercado privado para irse con Citizens, que hace poco se convirtió en la mayor proveedora de seguros del país, según Michael Peltier, un portavoz. El problema es que Citizens no cubre hogares cuyo costo de remplazo supera los 700.000 dólares, o 1 millón de dólares en el condado de Miami-Dade y los cayos de la Florida.
Eso significa que a esos propietarios no les queda otra opción más que el seguro privado y, en partes del estado, cada vez es más difícil conseguir esa cobertura, comentó Peltier.
‘Sencillamente no hay suficiente riqueza’
Florida, con todo y sus dificultades, cuenta con una ventaja importante: un flujo constante de residentes que, por ahora, están dispuestos a pagar el costo creciente de vivir ahí y cuentan con los recursos para hacerlo. En Luisiana, el elevado costo de los seguros se ha convertido, para algunas comunidades, en una amenaza a su existencia.
Como Florida después de Andrew, el mercado de los seguros en Luisiana comenzó a flaquear después de que las aseguradoras comenzaron a abandonar el estado tras el huracán Katrina en 2005. Después, empezando por el huracán Laura en 2020, una serie de tormentas azotaron al estado. Nueve aseguradoras quebraron; las personas comenzaron a optar por la versión en ese estado del plan Citizens en Florida.
El mercado de seguros del estado “está en crisis”, aseveró en una entrevista el comisionado de seguros de Luisiana, James J. Donelon.
En diciembre, Luisiana tuvo que elevar un 63 por ciento las primas de cobertura ofrecidas por su plan Citizens, a una cantidad promedio de 4700 dólares al año. En marzo, obtuvo en préstamo de 500 millones de dólares del mercado de bonos para pagar las reclamaciones de propietarios que quedaron abandonados cuando sus aseguradoras privadas quebraron, afirmó Donelon. Hace poco, el estado acordó otorgar nuevos subsidios a las aseguradoras privadas, que en esencia es como pagarles para operar en el estado.
Donelon dijo que esperaba que los subsidios estabilizaran el mercado. Pero Jesse Keenan, profesor de la Universidad Tulane en Nueva Orleans y experto en adaptación climática y finanzas, advirtió que será difícil cambiar el mercado de seguros. El costo elevado de los seguros ha comenzado a afectar el precio de las casas, dijo.
En el pasado, algunas comunidades (aquellas en que las casas se heredan de una generación a otra sin necesidad de una hipoteca y sin la intervención de bancos que exijan el seguro) podrían haber decidido no asegurarse. Pero ahora que las tormentas son cada vez más intensas debido al cambio climático, ya no es una opción.
“Sencillamente, no hay suficiente riqueza en esas comunidades de bajos recursos para que sigan reconstruyendo, una tormenta tras otra”, señaló Keenan.
Un cambio a los precios basados en el riesgo
Ahora que los propietarios en estados costeros enfrentan costos crecientes por la cobertura contra ráfagas de viento, sienten presión de otra dirección más: el seguro para inundaciones.
En 1968, el Congreso creó el Programa Nacional de Seguro contra Inundaciones, que ofreció cobertura con respaldo de los contribuyentes. Al igual que con los incendios forestales en California y los huracanes en Florida, el programa de inundaciones surgió a partir de lo que los economistas identifican como una falla del mercado: las aseguradoras privadas no ofrecían cobertura contra inundaciones, por lo que los propietarios ya no tenían opciones.
El programa conquistó su meta principal de lograr que el seguro contra inundaciones estuviera disponible a un precio asequible para los propietarios. Pero a medida que las tormentas se volvieron más graves, el programa fue sufriendo cada vez más pérdidas.
En 2021, FEMA, que se encarga de la operación del programa, comenzó a fijar tarifas iguales al riesgo real de inundación que enfrentaban los propietarios (una acción para comunicar mejor el verdadero peligro que corren distintos inmuebles, además de contener las pérdidas del gobierno.
Esos aumentos, que se incorporaron a lo largo de varios años, en algunos casos suman saltos enormes de precio. El costo actual del seguro contra inundaciones para unidades unifamiliares en el país es de 888 dólares al año, según FEMA. Con el nuevo esquema de fijación de precios a partir del riesgo, ese costo promedio será de 1808 dólares. La mejor manera en que los legisladores podrán ayudar a mantener los seguros a precios costeables será reducir el riesgo que enfrentan las personas, indicó Carolyn Kousky, vicepresidenta asociada de Economía y Política en Environmental Defense Fund. Por ejemplo, los funcionarios podrían imponer normas de construcción más estrictas en las áreas vulnerables.
El objetivo de los programas impulsados por el gobierno, como el plan de seguro contra inundaciones o Citizens en Florida y Luisiana, era contar con una malla de protección contra el mercado privado. Pero a medida que las crisis climáticas se agravan, señaló, “estamos llegando a un punto en que está empezando a resquebrajarse”. Un bombero trabaja para salvar una casa del incendio Caldor en Meyers, California, el lunes 30 de agosto de 2021. (Max Whittaker/The New York Times).
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