El Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba) hace 35 años se dedica a la formación de estudiantes en posgrados, maestrías y doctorados en distintas áreas, independientemente de dónde estudien. En un contexto de visibilidad del trabajo científico, el programa tiene varios desafíos, como atraer a estudiantes para que no estudien en el exterior, ofrecer diversos talleres, trabajar en la equidad de género y territorial, entre otros temas. En diálogo con Montevideo Portal, David González y Estela Castillo, director y subdirectora de Pedeciba, explicaron cuáles son los objetivos del programa a futuro y cómo es administrar un presupuesto que no ha recibido aumentos en los últimos años.
Montevideo Portal: ¿Con qué fin se creó Pedeciba?
David González: El Pedeciba es un programa que buscó crear un sistema de posgrado en ciencias, particularmente en las ciencias básicas, matemática, biología, física, informática, química, luego se agregó lo que se denomina geociencias (geología, paleontología, meteorología). Actualmente hay unos 1.000 investigadores y unos 1.000 estudiantes del Pedeciba entre todas las universidades e institutos de investigación. Pedeciba fue el germen de un montón de cosas, como categorizar a los investigadores, lo que después fraguó en el Sistema Nacional de Investigadores, o en crear el posgrado. Pedeciba va evolucionando y viendo que las necesidades de los investigadores van variando, cabe recordar que en 1987 ni la Universidad de la República (UdelaR) ni el MEC tenían sistemas administrativos que facilitaran por ejemplo la compra de reactivos de laboratorio importados. Con una infraestructura pequeña y pocos funcionarios administrativos el Pedeciba pudo hacer un manejo muy ágil de una pequeña cantidad de fondos.
MP: ¿Cuál es el presupuesto actual?
DG: El presupuesto del Pedeciba es de 68 millones de pesos al año, de los cuales se gastan en contratos de investigación para becas, compra de reactivos y equipos, 50 millones de pesos. Más o menos quedan unos 20 millones de pesos para gastos administrativos del programa. El presupuesto está fijo en pesos hace varios años, tuvo un aumento a 70, luego volvió a 68 y no ha sido aumentado. Los aumentos de salarios los tenemos que dar como corresponde, como dice la ley, y nos va quedando cada vez menos dinero para las actividades de investigación. A lo largo de los últimos cuatro años ha sido muy grande el deterioro. Tratamos de ejecutar ese fondo con mucha eficiencia, tenemos la posibilidad de hacer compras de forma rápida y eso nos hace conseguir mejores precios. A veces tenemos momentos donde nos quedábamos sin plata en el banco, entonces teníamos que tener casi paralizado el programa. Los proveedores saben que cobrarle a Pedeciba es seguro que se cobra rápidamente, entonces tratamos de mantener esa buena imagen.
MP: ¿Dónde debe hacer hincapié el Pedeciba o cuáles son los puntos a fortalecer?
Estela Castillo: Se necesita un fuerte funcionamiento del posgrado en ciencias, ya que los posgrados son los motores para el funcionamiento de laboratorios que investigan. Es necesario fortalecer los posgrados y si Uruguay pudo responder rápidamente a la pandemia es porque muchos investigadores fueron formados en el país. Llevó más de 30 años esa preparación y el Pedeciba apuesta a ser un nuevo programa con aspiración a futuro y no destruir la base que tenemos, sino mantenerla y potenciarla, quizás buscando otro camino. Nos preocupa no perder todo lo que se construyó hasta ahora y pensar con otra idea. El Pedeciba es cogobernado, es decir, las decisiones académicas y políticas las toman investigadores y estudiantes que forman parte del programa. En ese cogobierno entran algunos delegados de UdelaR y del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), eso hace que se conozcan muy de cerca los problemas y se pueda solucionar o gestionar de la mejor manera posible.
Para hacer investigación se necesitan herramientas, por eso se necesita dinero para comprarlo. El Pedeciba lo distribuye democráticamente, al ser investigador se recibe una alícuota que se puede usar para lo que se necesite para el laboratorio. Esto también aplica para estudiantes y sus trabajos de tesis. Hay algunos fondos en los que hacemos un llamado y los designamos para algunas propuestas. Esta es una característica que permite que se sostenga una gran parte de ciencia del país, con algo que es muy poquito, pero así funciona el sistema científico uruguayo.
MP: ¿Cómo se hace para pensar en el Pedeciba del futuro en este contexto?
DG: La prioridad del Pedeciba son los investigadores más jóvenes y los estudiantes, tratamos de apoyar preferencialmente a quienes empiezan su carrera. Eso porque muchas veces los investigadores más consolidados tienen más posibilidades de conseguir otros fondos más importantes, pero también porque somos un programa de formación. Queremos entrenar y formar a la gente, eso se vincula con que aún en Uruguay las técnicas que usa la ciencia básica y la aplicada son las mismas. Si entrenas a la gente en hacer un posgrado en ciencia básica lo que está aprendiendo es a desempeñarse con técnicas que en cualquier momento pueden ser utilizadas para las más diversas cosas.
Un ejemplo es que ahora todo el mundo sabe lo que es un test de PCR, que es una técnica que los estudiantes de biología molecular usan día a día en el laboratorio. El saber usar ese equipo y conocer la técnica permitió que esos estudiantes pudieran hacer cientos de análisis de coronavirus con cero entrenamiento previo e incluso ellos entrenar a personal de la salud. El Pedeciba apuesta a formar gente y buena gente, entonces los recursos que tenemos los ponemos ahí.
EC: Manejamos poca plata que tratamos sea distribuida de la manera más democrática posible. Apostamos a los jóvenes investigadores y estudiantes, porque pensamos en el futuro y en no destruir lo que tenemos. Nosotros intentamos administrar los recursos de la mejor manera posible, intentamos que los fondos se vuelquen en la gente más joven o hacemos iniciativas que de alguna manera vuelvan a esa gente. Esta etapa de la pandemia nos enseñó a todos que hay habilidades que un investigador no tiene, pero tiene que tener, por ejemplo, comunicar muy bien lo que se está haciendo. Además, está bueno que la gente entienda ciertas cosas para poder tomar una decisión correcta, como con la vacunación, la higiene, el uso del tapabocas. Aprendimos a que la gente debe saber de algunas cosas y aprender a comunicar. También nos preocupa trabajar la equidad de género, porque es cierto que en el ambiente del posgrado y el Pedeciba también hay problemas e inequidades, de género y territoriales también. Pedeciba intenta proponer cosas que mejoren esos aspectos, y que sea un programa más actualizado al mundo moderno y donde las mujeres tienen un papel protagónico. Es importante también que el Pedeciba llegue al interior del país y trabajamos para eso.
MP: ¿Qué programas ofrecen para que el Pedeciba llegue al interior?
EC: Tenemos diferentes programas, uno busca la movilidad de los estudiantes, que puedan moverse dentro de las localidades del interior, por ejemplo. Intentamos buscar nuevos programas para hacer cosas nuevas, este año logramos dos nuevos programas. Uno era Inicie, que busca respaldar a los investigadores cuando tienen alguna idea y no tienen plata porque no les salió el proyecto o es una idea difícil de que tenga financiación. Decidimos hacer un sorteo, ya que eran muchas las propuestas (53) con gente que tenía o experimentos para hacer o terminar y no tenía financiación (que eran 70 mil pesos). Teníamos dinero para 10 de esas propuestas, que resultaron sorteadas. Los que no salieron sorteados están en una carpeta de “buenas propuestas” y vamos a ir a buscar más dinero para poder apoyarlos también.
Otro programa tiene más relación con estimular la divulgación, la difusión y la equidad. Podían presentarse estudiantes e investigadores con distintas propuestas, algunas de video o comic para la parte de divulgación, y en cuanto a género hay una serie de talleres de sensibilización o encuestas sobre violencia o acoso en el ámbito académico, que es un ámbito particular ya que los estudiantes de posgrado tienen una relación cercana con sus tutores. Las propuestas eran por 70 mil pesos y ahí hubo una comisión que evaluó y seleccionó 11 propuestas que trabajan esos temas.
MP: ¿Qué desafíos tiene el programa para 2022?
DG: Para el año que viene vamos a encarar un tema que nos preocupa mucho, que es que le resulta muy difícil a los jóvenes graduados del doctorado conseguir empleo en Uruguay. Los estamos perdiendo, se van al exterior y tienen ofertas para trabajar en otras universidades y la industria. Queremos hacer un taller para estudiantes con experiencia de investigadores que han buscado trabajo en lugares distintos a la academia, como en patentes, comunicación y otros aspectos de la enseñanza. Contactamos a investigadores uruguayos en el país y fuera de Uruguay que van a venir y conversar sobre esas otras opciones de trabajo para quienes estudiaron para ser investigadores en la universidad.
MP: ¿Cómo influyó la visibilidad que tuvo el trabajo científico en el marco de la pandemia?
DG: La población creo es muy consciente de la importancia del trabajo científico. Hay un dato objetivo, que es que la matrícula para estudiantes de grado en la Facultad de Ciencias aumentó notoriamente en los últimos dos años. Creo en parte eso es porque hay adolescentes que ven que hay gente en Uruguay que se dedica a esto profesionalmente y hacen cosas para el país. En cuanto a la voluntad del gobierno de atender la mayor demanda de fondos para mantener el sistema científico creo que estos dos años hubo una toma de conciencia al respecto, pero es importante que eso no caiga rápidamente en el olvido. La pandemia va a pasar, pero después de que pase puede que haya otras urgencias, y puede que eso no sea tan fácil de mantener. Para nosotros es muy importante mantener todos los espacios de divulgación para recordar que todo lo que se logró fue porque se estuvo invirtiendo durante varios años, no hay magia alrededor de esto. También para que se tenga en cuenta el aporte que puedan hacer los investigadores, no solo en situaciones de emergencia, sino también en situaciones de desarrollo cotidianas.
Una de las mayores transformaciones que tuvo el Uruguay en el siglo XXI fue el cambio de la matriz energética y eso en buena medida se logró porque se puso toda la expertiz que tenía la Facultad de Ingeniería, y sus investigadores, en el estudio de la energía eólica y se decidió voluntariamente que había que invertir en eso. Hoy tenemos en frente una situación muy parecida, porque se viene la gran revolución del hidrógeno verde. Eso requiere voluntad política y mucho conocimiento científico tecnológico. Hay que seguir invirtiendo y apostando, porque lo lindo de esas revoluciones es hacerlas y no que te pasen por arriba. Uruguay tiene algunas condiciones favorables para eso, somos un pequeño país, con baja población y ahora con un excedente de energía.