Por The New York Times | Kevin Roose
Prepárate.
Elon Musk, quien por meses estuvo tratando por todos los medios de retractarse de un acuerdo de 44.000 millones de dólares para comprar Twitter, ahora pareciera estar listo otra vez para comprar la compañía. En una carta sorpresa a Twitter el lunes 3 de octubre por la noche, Musk se ofreció a privatizar Twitter al precio propuesto en un principio (54,20 dólares por acción), marcando así el posible final de una de las disputas legales más dramáticas en la historia de Silicon Valley.
Hay que señalar que el acuerdo todavía podría desmoronarse —Musk es famoso por sus cambios de humor a última hora— pero lo más probable es que ahora el hombre más rico del mundo se convierta en el nuevo propietario de Twitter, posiblemente esta misma semana.
Hay mucha incertidumbre sobre lo que hará Musk con Twitter si lo adquiere. El voluble multimillonario solo ha hecho declaraciones públicas muy vagas sobre sus planes para la compañía y sus productos.
Pero ahora sabemos, gracias en parte a una serie de mensajes de texto publicados como parte de la prolongada batalla legal, que no será para nada el Twitter que todos conocemos. Me siento confiado para al menos brindarles a continuación seis predicciones, si es que el acuerdo llega a cerrarse.
Musk va a limpiar la casa, y comenzará despidiendo al director ejecutivo de Twitter, Parag Agrawal.
La semana pasada se hizo público un jugoso conjunto de mensajes de texto entre Musk y sus amigos y socios comerciales, como parte de la batalla legal. En ellos, Musk dejó bien claro que no estaba contento con el liderazgo actual de Twitter, en particular con Parag Agrawal, el director ejecutivo de la compañía, quien remplazó a Jack Dorsey el año pasado.
Los textos revelaron que Agrawal buscó en principio trabajar de manera constructiva con Musk, y ambos incluso llegaron a tener una cena amistosa cerca de San José, California, en marzo. Pero al final, los hombres terminaron teniendo múltiples desacuerdos. En un punto, Agrawal le dijo a Musk a través de un mensaje de texto que su hábito de tuitear cosas como “¿Está muriendo Twitter?” no “estaba ayudándome a mejorar Twitter”. Musk también ha expresado su descontento con otros ejecutivos de Twitter, y es difícil ver cómo podría despedir a Agrawal sin también remover de sus cargos a la mayoría o a todos los principales líderes de la compañía para instalar a su propio grupo de empleados leales.
Los empleados protestarán.
Otra fácil predicción de hacer respecto a la adquisición de Musk es que generará entre los empleados de base de Twitter una enorme reacción en contra.
Twitter, más que otras plataformas de redes sociales, tiene una fuerza laboral con opiniones progresistas y muchos empleados que están profundamente comprometidos con la misión de la empresa de promover una “conversación saludable”. Esos empleados podrían creer —con buenas razones— que bajo el liderazgo de Musk, Twitter abandonaría muchos de los proyectos que les interesan en áreas como seguridad y confianza. O es posible que simplemente no quieran lidiar con el drama y el revuelo de un régimen de Musk y comiencen a buscar empleo en otros lugares.
Algunos empleados ya renunciaron, anticipando una adquisición de Musk. Es seguro apostar que muchos más les seguirán si el trato llega a cerrarse. Volverá Donald Trump a Twitter, junto con un enjambre de otros guerreros culturales de derecha.
Musk, quien ha planteado su oferta por Twitter como un intento para preservar la libertad de expresión en la plataforma, ha expresado durante mucho tiempo que, si tiene éxito, le permitiría al expresidente Donald Trump recuperar su cuenta de Twitter, la cual fue suspendida de forma permanente el año pasado tras la insurrección del 6 de enero en el Capitolio.
Predigo que eso sucederá casi de inmediato. (Y sí, Trump volverá a Twitter si lo invitan, sin importar cuán bien la esté pasando en Truth Social).
Sin embargo, el “replanteamiento de plataforma” de Musk se extenderá mucho más allá del expresidente. Una gran cantidad de guerreros culturales de derecha podrían regresar al servicio con la bendición de Musk, incluidos aquellos que fueron expulsados por expresar mensajes de odio, difundir falsas teorías de conspiración y acosar a otros usuarios. (En sus mensajes de texto, Musk le dijo a Agrawal que quería revertir todas las prohibiciones permanentes de Twitter “excepto las cuentas de spam y aquellas que abogan de manera explícita por la violencia”).
Musk, quien se vende a sí mismo como un centrista pero que muy a menudo ha iniciado cruzadas contra los “izquierdistas que están alertas ante las injusticias en la sociedad, especialmente al racismo”, no ha ocultado sus planes de hacer de Twitter una plataforma más amigable para las voces de derecha. Musk ha expresado su apoyo a Babylon Bee, un sitio conservador de sátira cuya cuenta de Twitter fue suspendida tras publicar una pieza de humor transfóbica sobre una funcionaria del gobierno de Biden. Además, la representante Marjorie Taylor Greene, cuya cuenta personal de Twitter fue suspendida este año por compartir repetidas veces información errónea sobre las vacunas contra el COVID-19, le ha solicitado a Musk que la reincorpore en la plataforma junto con otros comentaristas de derecha, incluido Alex Jones, el fundador de Infowars. Probablemente no influya en las elecciones de mitad de mandato, pero las de 2024 podrían ser las elecciones de Elon.
La adquisición de Musk podría ocurrir antes de las elecciones de mitad de mandato del próximo mes. De ser así, aún podría haber tiempo para que tome decisiones —como permitir que Trump regrese a la plataforma o flexibilizar las restricciones a los anuncios políticos—que pudieran modificar la conversación en torno a algunas candidaturas.
Pero Musk —quien, no olvidemos, también dirige otras compañías— estará muy ocupado de aquí a noviembre. No creo que, a solo un mes para las elecciones, exista una relación directa entre la toma de posesión de Musk y, digamos, una barrida republicana en las reñidas contiendas por la Cámara de Representantes y el Senado.
Sin embargo, las elecciones de 2024 serán un caso distinto. Para entonces, si el acuerdo llega a concretarse, Musk habrá podido moldear mejor a Twitter a su propia imagen. La plataforma podría verse radicalmente diferente para ese momento —más troles de derecha, menos protecciones contra el extremismo y la desinformación— o ser en gran medida la misma. Pero Musk estará firmemente a cargo, y si Twitter todavía juega un papel similar en la cultura política y mediática estadounidense al que tiene hoy, el multimillonario emergerá como una figura central y polarizadora en el ciclo electoral de 2024. Twitter eliminará funciones impopulares, perseguirá a los bots y presentará nuevos productos por suscripción. Basándome en sus declaraciones y los discursos de venta que Musk brindó a los inversores este verano mientras intentaba llegar a un acuerdo, creo que desde el principio realizará varios cambios a los productos de Twitter. Primero, tomará medidas para cerrar muchas de las funciones secundarias de Twitter, incluidas algunas de las que estuvieron presentes en Twitter Blue, pero también cualquier otra que no le genere muchos ingresos a la compañía. Intentará eliminar los bots de spam del sitio, un problema que señala desde hace tiempo como uno de los peores aspectos de Twitter (y que formó la base de su espurio intento de salirse del acuerdo de Twitter, antes de que decidiera comprarla de nuevo).
Musk también intentará alejar a Twitter de los ingresos publicitarios para acercarla a otras oportunidades monetarias, como funciones especiales para pagos, acuerdos de licencia de datos y un nuevo y misterioso producto de suscripción, al que solo ha llamado “X”, y que, según asegura, tendrá 104 millones de usuarios para 2028.
Musk seguirá siendo el centro de atención.
Quizás la predicción más fácil sobre la adquisición de Twitter por parte de Musk es que eso lo convertirá en una celebridad aún mayor.
Por supuesto, Musk es ya una de las personas más conocidas del mundo. Pero hasta ahora, su poder ha sido en gran medida una función de su extrema riqueza y la cantidad de seguidores que tiene en línea. Podía participar en guerras de insultos, hacer chistes ofensivos sobre senadores o amenazar con sacar a sus empresas de California, y todo esto tenía gran importancia para las personas involucradas, pero en última instancia todo era poder blando que dependía de la voluntad de Twitter de dejarlo seguir lanzando bombas a sus 108 millones de seguidores, y la disposición del público a seguir prestando atención.
Ser dueño de Twitter es diferente. De cerrarse el trato, Musk tendrá control directo sobre uno de los megáfonos más grandes del mundo, y podrá usarlo como mejor le parezca, ya sea para convertirlo en una batalla campal sin ley para vengarse de sus enemigos políticos, promover sus propios negocios o hacer algo completamente distinto. Dada la inclinación de Musk por ser el centro de atención, lo más seguro es que lo que sea que elija hacer con Twitter, no será aburrido.
Ya no había escapatoria posible a Musk. Ahora, apartar la mirada será verdaderamente imposible.