Por The New York Times | Shira Ovide

Pronto, podrás borrar ese mensaje de texto que enviaste y del que te arrepentiste. Una computadora Mac podrá utilizar la cámara de un iPhone para hacer videollamadas. ¡Podrás cambiar el tono de color de los iconos de las aplicaciones de Android para que combinen con el resto de la pantalla!

Y, como siempre, la gran mayoría de la gente no utilizará esas funciones.

Los expertos en tecnología me dijeron que solo un pequeño porcentaje de personas ajusta algo de cómo vienen de fábrica sus aparatos electrónicos o el software. La mayoría de nosotros no modificamos constantemente los ajustes de las funciones asombrosas de los celulares, televisores y computadoras portátiles.

Entonces, ¿por qué las empresas siguen añadiendo funciones que son útiles para un pequeño número de personas y que el resto ignora? ¿Hay una mejor forma de diseñar productos?

Cliff Kuang, diseñador de la industria tecnológica y autor de un libro sobre la historia del diseño de productos, señala tres culpables del aumento constante de funciones. En primer lugar, las empresas añaden opciones porque les ayudan a comercializar sus productos como algo nuevo y emocionante. En segundo lugar, los productos con muchos millones de usuarios deben atraer a personas con necesidades muy diferentes. Y, ¡auch!, nos encaprichamos con opciones que parecen geniales, pero que no podemos o no queremos utilizar.

Kuang describió ese tercer factor como “la incapacidad de los usuarios para distinguir entre algo con buena apariencia y algo que necesitan”.

Si te hace sentir mejor, Kuang afirmó que él también es culpable de eso. Se enamoró de una función de su Tesla para automatizar el estacionamiento en paralelo. “La primera vez que la usé fue genial”, relató. “Y después no volví a utilizarla”.

Los tecnólogos suelen quejarse de que se encuentran en una situación sin salida en el diseño de productos. Los fanáticos exigen más y más opciones que a menudo no tienen sentido para los usuarios normales. (Este fenómeno a menudo se describe de manera peyorativa como “bloatware”, es decir, software excesivo). Es una de las razones por las que la tecnología parece estar hecha para el uno por ciento de los fanáticos digitales y no para el resto de nosotros.

No obstante, si las empresas intentan reducir las opciones poco utilizadas o cambiar algo a lo que la gente se ha acostumbrado, algunos usuarios lo odiarán. Todo el mundo tiene una opinión. Steven Sinofsky, exejecutivo de Microsoft, solía bromear diciendo que revisar programas de uso generalizado como Windows y Microsoft Office era como pedir una pizza para mil millones de personas.

En abril, el escritor especializado en tecnología Clive Thompson hizo una sugerencia provocadora para luchar contra la tentación de introducir más funciones en la tecnología existente: decir que no.

Thompson, colaborador de The New York Times Magazine, aseguró que las empresas deberían decidir por adelantado el conjunto de funciones que quieren incorporar y detenerse cuando lo logren.

“La acumulación de funciones es algo real y destroza el software cada año”, declaró, citando a Instagram como un producto que, en su opinión, empeora conforme más opciones añade.

Por supuesto, los productos no pueden quedarse congelados en el pasado. Y algunas funciones, como las que notifican automáticamente a los servicios de emergencia después de un accidente automovilístico, podrían valer la pena aunque se utilicen con poca frecuencia. También es imprevisible qué complementos pueden resultar útiles para las masas.

Kuang aseveró que los mejores productos tecnológicos cambian poco a poco para llevar a los usuarios hacia el futuro que los creadores han imaginado. Afirmó que Airbnb lo hizo al desarrollar su sitio web y su aplicación hacia un cambio significativo reciente que anima a la gente a explorar diferentes tipos de casas sin tener un destino o fechas de viaje en mente.

Para salir de la trampa del “bloatware”, dijo Kuang, “se trabaja hacia atrás desde el futuro que se intenta crear”. Todo se repite sin falta. Las empresas, incluyendo a Apple esta semana, presentan nuevas opciones para que sus aparatos parezcan nuevos y mejorados. Y, como siempre, la gran mayoría de la gente no utiliza esas funciones. (Konrad Adam Modrzejewski/The New York Times)