Contenido creado por Martín Otheguy
Medioambiente

Los hombres de la bolsa

Los plásticos en Uruguay, una "bomba de tiempo" contra la que aún se puede actuar

El segundo Simposio de Residuos Plásticos del Uruguay revela varios datos sorprendentes sobre la presencia de plástico en nuestros ecosistemas acuáticos, pero sus coordinadores intentan esquivar los anuncios apocalípticos.

29.11.2018 13:31

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2018-11-29T13:31:00-03:00
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Al biólogo Emanuel Machín le da un poco de pavor entrar a cualquier kiosco o comercio, y no precisamente por los titulares de los diarios. Su problema es que donde la mayoría de la gente ve revistas, golosinas y chucherías, él piensa en los envoltorios de plástico o nylon que envuelven los artículos y los multiplica en su cabeza involuntariamente, calculando cuánto espacio y tiempo cubrirán.

No siempre fue así. Su preocupación por la incidencia del plástico en la vida moderna era el de cualquier persona interesada en la naturaleza, pero no se había percatado del alcance del problema hasta hace pocos años. O, para decirlo de otro modo, aún no había corroborado la ubicuidad sorprendente del plástico, que desde el comienzo de su uso masivo a fines de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un problema medioambiental grave y con alcances insospechados.

Machín se dio cuenta de cuán invasiva era la presencia de los plásticos de una forma inesperada. Durante la realización de su maestría sobre peces de agua dulce hizo varias incursiones en Maldonado, estudiando estos animales.

Cuando Emanuel comenzó a analizar los ítems que estos pececitos habían comido, encontró plástico. Quedó en shock. Se encontraba en un lugar bastante prístino, como el Arroyo de la Barra Falsa (Maldonado), por lo que el hallazgo lo desorientó. Lo mismo pasó con sus conclusiones: cerca del 20 % de los peces que analizó allí tenían plástico en el estómago.

Se contactó entonces con el biólogo Javier Lenzi, que ha trabajado sobre el problema del plástico en gaviotas y otras aves, quien le sugirió que le escribiera a otra gente que pudiera estar enfrentándose a este mismo problema. Correo va, correo viene, la iniciativa prosiguió con un taller en el CURE (Centro Universitario de la Región Este) y desembocó en una "primera bomba", como dice Machín: el descubrimiento de la cantidad de trabajos en los que investigadores se topaban con plástico.

De allí nació el Primer Simposio sobre la Problemática de los Residuos Plásticos en los Ecosistemas Acuáticos de Uruguay y la Región, realizado en el Congreso de Zoología de 2014, que pretendía ofrecer una panorámica de la situación de estos residuos en el país. Constataron que tanto aves marinas, tortugas marinas, peces e invertebrados, así como los ecosistemas costeros y marinos de Uruguay estaban siendo perjudicados seriamente por este tipo de contaminación.

Mucho pasó desde entonces, como confirmaron en este 2018 Emanuel Machin y Javier Lenzi. Tras constatar la cantidad de trabajos que se hicieron o siguieron desarrollando sobre este tema, coordinaron una segunda instancia, titulada Segundo Simposio de Residuos Plásticos en los Ecosistemas Acuáticos del Uruguay. Problemáticas y Perspectivas, que se llevará a cabo el martes 11 de diciembre de 15:30 a 18 horas en la Facultad de Ciencias (Salón de Seminarios 02).

Life in plastic

El simposio no se basa en la absorción pasiva y aburrida de conocimiento académico, como algunos pueden inferir de un título tan largo. Las seis charlas del 11 de diciembre están basadas en trabajos que revelan algunos datos sorprendentes sobre la presencia de residuos plásticos en los ecosistemas acuáticos y abarcan varias áreas, desde la fauna marina a la gestión y la educación.

"Esto es una bomba de tiempo. Cada vez es mayor la problemática y cada año se vierten más residuos plásticos al océano", advierte Machín.

Por ejemplo, el simposio permitirá saber más sobre el efecto de la urbanización y el turismo sobre la acumulación de residuos plásticos en playas de La Paloma. O sobre los macroplásticos en un lugar tan lejano y aparentemente tan preservado como la isla Rey Jorge, en la Antártida. O ampliar la información sobre los efectos de la contaminación por plástico sobre la salud de tortugas verdes en el Uruguay. También habrá datos sobre el uso de bolsas plásticas (un "hábito moderno con proyecciones peligrosas"), la contaminación por plástico en el área protegida Isla de Flores o el problema de la existencia de microplástico en el tubo digestivo de los peces anuales, las austrolebias. Estos peces coloridos son codiciados no solo por los acuaristas: nacen, se desarrollan y mueren en el transcurso de una temporada, lo que los convierte en un excelente modelo de estudio para los biólogos. Eso sin mencionar su "acto de magia": permanecen en el fondo de los charcos, en diapausa, y se terminan de desarrollar cuando entran en contacto con el agua, lo que explica que antiguamente creyeran que caían con la lluvia. Es fácil entender la sorpresa de los investigadores al descubrir que en su interior, pese a su vida breve, también se podía encontrar plástico. 

Otro dato revelador: un estudio sobre los vertederos en Uruguay concluyó que hay ocho que están a cien metros de un cauce de agua. Dos de ellos están ubicados directamente sobre cursos de agua.

En Uruguay se están tomando medidas a nivel oficial para reducir el uso de bolsas de nylon, uno de los tantos temas de emergencia ambiental que debe afrontar el país.

El biólogo consideró "importante" lo que está haciendo el gobierno con la ley de bolsas, sobre todo cuando hay intereses empresariales y miradas críticas, pero lamentó que no participe en las charlas ninguno de los impulsores de la normativa, pese a haber cursado la invitación. "Por eso nos parecía importante invitar al gobierno al simposio, para que hablaran de este tema, pero aparentemente los tiempos no dieron, aunque nos manifestaron su apoyo", dijo Machín.

"Es importante tener estas tres patas: comunidad, academia y tomadores de decisión, pero no se logró nuevamente", lamentó el biólogo.

Una alternativa a la "ecofobia"

¿El Apocalipsis llegará en forma de plástico? ¿Terminará toda la fauna estrangulada por una bolsa de nylon? ¿Aparecerán nuestros sachets de leche y jugo en las costas del futuro lejano, si hay algún veraneante que quede entonces para observarlos? Los coordinadores de este simposio no son pregoneros del fin del mundo, que se regodean en repetirle a infantes y adultos que todo está cada día peor. Incluso aunque todo esté cada día peor. De hecho, Emanuel Machín lucha contra la "ecofobia", como se ha dado en llamar al temor generado en los niños por los constantes anuncios de catástrofes ecológicas. De algo de eso se hablará también en el encuentro.

"A poca gente le gustan las películas de terror. No todos reaccionan bien cuando se les repite que estamos horrible. O cuando se le dice a los niños que todo está hecho pelota", advierte el biólogo, que agrega: "Es como mostrar una playa llena de plástico: la gente va a ir para otro lado".

Y lo que quiere Machín, justamente, es que la gente no vaya para otro lado sino que se comprometa y descubra que puede marcar la diferencia. Es decir, ayudar en vez de hacer simplemente ruido.

Para contar cómo se puede encontrar una vuelta distinta, narra una experiencia que le tocó vivir al frente de los talleres Enseñanza de la Ecología en el Patio de la Escuela (EEPE).

"En un taller que hicimos en una escuela rural de Canelones junto con personal de Primaria, decidimos compartir un almuerzo entre todos. El primer día vimos que sacaban bandejitas de espuma plast y una Salus chiquita para cada uno. Después del almuerzo comenzamos uno de los trabajos, que era justamente sobre el plástico. Les mostramos la cantidad de plástico que se usa cuando se toman dos litros de agua por día, dependiendo si se usan botellitas de medio litro, de litro, de dos litros y un bidón. El impacto de ver las gráficas fue muy grande. Calculábamos el uso de esos recipientes multiplicándolos por la mitad de la población del Uruguay y proyectábamos cuanto se demoraría en cubrir con ellos el Río de la Plata", contó Machín.

Y cuando para hacer los cálculos los participantes tocaban el bidón, la etiqueta, los plásticos, "se dejaba de invisibilizar el problema". Al otro día del taller, sin que nadie dijera nada, todos aparecieron con un bidón en lugar de botellitas. Hubo un cambio con tan solo investigar lo que sucede con esas botellas que uno descarta en el contenedor, señaló el biólogo.

En sus charlas, en línea con esto, Machín intenta no "ecofobizar" y centrarse en lo que puede hacer cada uno para mejorar la situación. Por ejemplo, plantea un ejercicio simple, que traslada al lector (y al redactor): ¿Qué cosa de plástico podemos dejar de usar sin que afecte nuestras vidas? Uno no puede dejar el inhalador para el asma o un marcapasos, pero en lo inmediato...¿perchas de plástico? ¿palillos? ¿platos y vasos descartables? ¿bolsas de supermercado? La lista que sale en solo unos minutos es muy grande, dice Machín. La pelota también está en nuestra cancha. Y ojalá no sea de plástico.

Martín Otheguy/[email protected]