A pesar de las medidas adoptadas para reducir la deforestación, los incendios incontrolados amenazan los logros medioambientales de la Amazonía brasileña, uno de los sumideros de carbono más importantes del mundo y una región de gran diversidad biológica y cultural.
Un equipo internacional de científicos da la voz de alarma en una carta publicada en la revista Nature Ecology & Evolution. Los autores del artículo, titulado “El aumento de los incendios forestales amenaza los avances para detener la deforestación en la Amazonia brasileña”, son investigadores de la Universidad de East Anglia (UEA) y la Universidad del Sur de Alabama (Estados Unidos), que han dirigido el estudio. También han colaborado la Universidad Estatal de Michigan, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil y otras instituciones de Norteamérica, Sudamérica y Europa.
En junio de 2023, el número de incendios activos en la Amazonía alcanzó el pico más alto desde 2007. El recuento total de incendios en el primer semestre de 2023 fue un 10% superior al de 2022.
El doctor Matthew Jones, investigador de la Facultad de Ciencias Medioambientales de la UEA y coautor de la carta, recuerda que “el cambio climático ha provocado un aumento de la sequía y el calor extremo, lo que ha hecho que los bosques ardan con más frecuencia”.
“Además, la deforestación y la expansión de la agricultura han dañado la integridad de los bosques de la región y debilitado su resistencia a la sequía —prosigue—. Como resultado, los incendios forestales se han vuelto mucho más frecuentes de lo que serían en una selva tropical que funcione normalmente.”
Los picos anteriores en el recuento de incendios, incluidos los incendios récord para un año sin sequía en agosto y setiembre de 2022, se asociaron con la deforestación generalizada, una fuente primaria de incendios y un fuerte predictor de la superficie quemada.
Las tasas de deforestación han disminuido en 2023, con alertas un 42% más bajas entre enero y julio que en el mismo período de 2022. Los avances medioambientales en la región también incluyen el cierre de importantes explotaciones mineras ilegales que amenazaban el ecosistema y a las comunidades indígenas, especialmente en territorio yanomami.
El doctor Gabriel de Oliveira, profesor adjunto de la Universidad del Sur de Alabama, es el autor principal de la carta, explica que “los elevados y crecientes recuentos de incendios de este año, en un contexto de reducción de la deforestación, ponen de relieve una disociación entre los incendios forestales y la deforestación. De hecho —enfatiza—, solo el 19% de los incendios estaban relacionados con la deforestación reciente durante enero-junio de 2023, frente al 39% de 2022”.
Las condiciones climáticas más cálidas y secas resultantes de El Niño de 2023 ya están afectando a partes de la Amazonía y pueden estar aumentando los incendios, en consonancia con El Niño anteriores, apuntan los investigadores.
Otras presiones pueden estar afectando a los recuentos de incendios, incluido el efecto retardado del auge de la deforestación asociado con el debilitamiento de la aplicación de las leyes ambientales bajo el presidente Bolsonaro, según el estudio. Algunas zonas de bosque taladas mecánicamente en los últimos años se están secando lo suficiente como para arder.
Además, indican que es posible que los terratenientes estén quemando los pastos antes en la estación seca en previsión de una moratoria de incendios a finales de este año, prevista bajo el regreso de una gobernanza medioambiental más fuerte del presidente Lula en el contexto de una fuerte sequía vinculada a El Niño.
La doctora Rachel Carmenta, profesora de cambio climático y desarrollo internacional en la UEA y coautora del estudio, asegura que la gobernanza eficaz y equitativa de los incendios es una de las prioridades de la UEA.
“La gobernanza eficaz y equitativa de los incendios es esencial para evitar una mayor marginación de los pueblos que dependen de los bosques, que son los más afectados cuando los incendios incontrolados invaden los bosques de los que dependen, y los más afectados por las políticas de incendios de talla única, como las prohibiciones de incendios”, subraya.
Los grupos indígenas han utilizado el fuego en su agricultura durante milenios, pero no han experimentado megaincendios como los actuales. La situación actual está provocada por los grandes actores, el cambio climático y la fragmentación de los bosques.
“El papel de los consumidores distantes es enorme —apunta la doctora Carmenta—, pero a menudo se culpa a las pequeñas comunidades tradicionales, que representan una doble carga porque también son las que más sufren cuando los incendios invasores dañan el bosque, dejándolo sin la caza, los frutos, la madera, las medicinas y los recursos de los que dependen.”
Por ello, considera que “identificar formas de gestionar estos incendios es esencial para evitar marginar aún más a los pueblos dependientes de los bosques, que son los más afectados cuando los incendios incontrolados invaden sus territorios, y los más afectados por la política de incendios de talla única, como las prohibiciones de incendios”.
Por su parte, el doctor Scott Stark, profesor adjunto de la Universidad Estatal de Michigan ycoautor de la carta, señala que, “aunque es necesario investigar para comprender mejor las contribuciones comparativas de estos factores, una expectativa clara es que la incidencia de los incendios aumentará aún más con las condiciones más secas previstas para los próximos meses”.
“Serán necesarias acciones científicas y de gestión matizadas, que incluyan la reforestación, la gestión forestal y la agrosilvicultura, para evitar el riesgo de incendios forestales ‘desbocados’ y la degradación desvinculada de la deforestación”, advierte el doctor Oliveira.
Los autores piden esfuerzos internacionales enérgicos, equitativos y coordinados para hacer frente a esta amenaza creciente. En agosto, Brasil convocó una cumbre de países amazónicos para abordar el desarrollo sostenible y la conservación de los bosques de la región.
La Declaración de Belém resultante de la cumbre estableció muchos objetivos importantes, pero se quedó corta a la hora de comprometerse firmemente a lograr la deforestación cero para 2030 o a reducir sustancialmente la frecuencia de los incendios forestales, indica los autores del estudio.
Sin embargo, la declaración estableció una importante alianza contra la deforestación, reconociendo el fuego como un punto de preocupación, destacando las necesidades de los pueblos indígenas y las comunidades locales tradicionales, e introduciendo un organismo científico al estilo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) con el objetivo de producir soluciones específicas para la Amazonia basadas en pruebas.
“Brasil, otras naciones amazónicas y la comunidad internacional deben cooperar y comprometer el apoyo necesario para avanzar rápidamente en la investigación y la gobernanza para una gestión equitativa de la tierra a prueba de incendios, al tiempo que se frena la pérdida de bosques y se pasa de un modelo económico basado en las materias primas a una bioeconomía sostenible que beneficie a todos los amazónicos y las naciones amazónicas”, concluyen los autores.
Europa Press