Por The New York Times | David Yaffe-Bellany
Antes de que una nueva generación de detectives de criptomonedas contribuyera a su detención, Ryan Felton promocionaba su criptoestafa con una promesa ostentosa: crearía un “Netflix en la cadena de bloques”.
Bautizó al servicio de emisión en continuo con temática de criptomonedas como FLiK. Por una módica cantidad de la popular moneda digital ether, los clientes podrían comprar un token de FLiK, el cual les daría acceso a series y películas dentro de la nueva plataforma. Felton describió el proyecto como una “revolución del entretenimiento”; los entusiastas de las criptomonedas compraron más de 2 millones de dólares en tókenes de FLiK.
Pero el negocio de emisión en continuo jamás se hizo realidad. En cambio, Felton se compró una casa de 1,5 millones de dólares, junto con 32.000 dólares en diamantes, y gastó otros 180.000 en un Ferrari rojo.
Cuando las criptomonedas entraron a la cultura dominante en la década de 2010, la tecnología se consideraba en general como el vehículo perfecto para la delincuencia. Un narcotraficante o estafador podía transferir enormes cantidades de dinero al instante, sin depender de un banco que validara la transacción. Para los primeros defensores del sector, las criptomonedas eran atractivas porque prometían darle al dinero confidencialidad y anonimato, sin el inconveniente del contacto cara a cara.
Esa confidencialidad era una ilusión. Las transacciones con criptomonedas se registran en un libro de contabilidad visible para todo público llamado cadena de bloques. Para el observador inexperto, los registros de la cadena de bloques son incomprensibles: una maraña de letras y números sin sentido. Pero una industria creciente se dedica a descifrarlos.
Al centro de esta iniciativa está la empresa emergente de análisis con sede en Nueva York Chainalysis, que se valoró en 8600 millones de dólares el año pasado tras una ronda de financiamiento. Con decenas de millones de dólares en contratos federales, Chainalysis se ha forjado una reputación como uno de los principales detectives de la industria de las criptomonedas: un equipo de analistas de cadena de bloques que ayuda al gobierno a monitorear las transacciones con monedas de digitales.
Ahora que las agencias federales orquestan medidas agresivas contra los criptofraudes, Chainalysis ha llegado a ocupar una posición cada vez más importante en la industria. La empresa se publicita ante el gobierno y firmas privadas como una fuerza para el bien en un sector donde proliferan las malas conductas, una empresa cuyo negocio se basa en resolver crímenes y cooperar con los funcionarios públicos.
Tras el colapso de la casa de cambio FTX, sus abogados expertos en bancarrota contrataron a Chainalysis para desenmarañar la red de entidades al centro del imperio de Sam Bankman-Fried y rastrear los 400 millones de dólares en criptomonedas que un hacker robó de las cuentas de FTX. Chainalysis también ha incursionado un poco en la diplomacia: en abril, organizó una conferencia en el distrito de Manhattan de la ciudad de Nueva York para reunir a funcionarios del gobierno y a los ejecutivos de criptomonedas recientemente castigados que están tratando de recuperar su confianza. Los invitados recibieron calcetas bordadas con el logotipo de Chainalysis.
Sin embargo, ese papel de embajador también ha puesto a Chainalysis en conflicto con los defensores más fervientes de las criptomonedas, quienes imaginaron el dinero digital como una red financiera privada y anónima. Ese choque es una batalla por el futuro del sector y se está librando en un momento turbulento en la breve historia de esta industria.
Desde la perspectiva del gobierno, Chainalysis es quizá la empresa más confiable en la industria, pero solo porque vende herramientas poderosas destinadas a retirar el velo de secretos que hizo a las criptomonedas atractivas en primer lugar.
La cadena de bloques “a menudo es la clave para resolver un caso”, dijo Jonathan Levin, de 32 años, uno de los fundadores de Chainalysis. “Es rastreable y más concluyente”. Una nueva clase de criptonegocio
Hace más o menos una década, Levin, que en aquel entones estudiaba una maestría en Economía en la Universidad de Oxford, estaba en un bar con un amigo cuando la conversación se decantó, por supuesto, hacia el arbitraje de las criptomonedas. Las variaciones en el precio del bitcoin en dos casas de cambio habían creado una oportunidad para ganar dinero: comprar bitcoines al menor precio y luego venderlos para obtener una ganancia.
El oficio del arbitraje consumía demasiado tiempo e implicaba una logística demasiado complicada para que Levin pudiera hacerlo. “Tenía tal vez unos 124 dólares en mi billetera”, relató. Pero la conversación despertó la fascinación de Levin por el bitcoin. La moneda digital fue inventada en 2008 por una figura misteriosa llamada Satoshi Nakamoto, que concibió una forma privada y descentralizada de comercio que operaría fuera de la supervisión de cualquier gobierno o institución financiera.
Sin embargo, Levin no era un libertario radical. Originario del Reino Unido de unos veintitantos años, le interesaba más el funcionamiento interno de la tecnología, y vio una oportunidad de crecimiento profesional: no muchas personas parecían estar estudiando las criptomonedas. En aquella época, el bitcoin aún se consideraba terreno de los hackers y narcotraficantes; ninguno de los profesores de Levin quiso supervisar su investigación.
Levin no se dejó vencer, empezó a asistir a criptoconferencias y al final escribió una tesis de maestría titulada: “Creando un sistema de pago descentralizado: Un estudio de Bitcoin”. Pero seguía teniendo preguntas.
“Nadie comprendía cómo y por qué las personas usaban las criptomonedas”, comentó Levin. “Si puedes empaquetar esa información y ofrecerla a las partes interesadas más importantes, puedes construir de manera sistémica una de las empresas más importantes”.
Mientras seguía en Oxford, Levin fundó una empresa de análisis de cadena de bloques llamada Coinometrics, pero se desintegró al poco tiempo. (“Quizá no es la mejor idea conocer a tus cofundadores en Reddit”, admitió.) Luego, a principios de 2015, le presentaron a Michael Gronager y Jan Moller, empresarios daneses que estaban trabajando en un proyecto similar. Gronager había estado usando el análisis de cadena de bloques para rastrear las criptomonedas perdidas en el colapso de Mt. Gox, una de las primeras casas de cambio. Juntos, los tres hombres fundaron Chainalysis.
A medida que se ha expandido la criptoindustria, el monitoreo de la cadena de bloques se ha vuelto cada vez más importante. En la actualidad, algunas de las empresas más grandes del sector contratan a firmas de análisis de cadena de bloques para que les ayuden a monitorear la actividad de sus clientes y a cumplir con las leyes diseñadas para frenar el lavado de dinero. En los procedimientos de quiebra, las firmas de análisis revisan los restos de las criptoempresas fallidas e investigan los registros públicos de transacciones para localizar fondos faltantes. El Departamento de Justicia le pagó a Chainalysis 12,500 dólares por su colaboración en el caso de Ryan Felton, según expedientes federales. Pero esa tarea fue una nimiedad. El Departamento de Justicia, el Departamento del Tesoro y otras agencias federales pagan para poder usar el software de monitoreo de cadena de bloques de Chainalysis, incluida una herramienta llamada Reactor, que mapea las transacciones. En total, los contratos de Chainalysis con el gobierno federal se aproximan a un valor de 65 millones de dólares, según un análisis de expedientes federales realizado por Jack Poulson, director ejecutivo de Tech Inquiry, una organización sin fines de lucro que da seguimiento a contratos.
No obstante, en fechas más recientes, Chainalysis se ha enfrentado a la competencia de rivales más pequeños como TRM Labs, una firma de monitoreo que se ha vuelto prominente con la venta de software para nuevos tipos de criptomonedas con nombres como solana.
En 2021, un representante de TRM le mandó un correo electrónico al Departamento del Tesoro para preguntar sobre su decisión de otorgarle un contrato exclusivo a Chainalysis, según el historial de correos electrónicos que se obtuvo por medio de una solicitud de registros públicos.
El representante de TRM pidió una “explicación de por qué este acuerdo no siguió un proceso de licitación competitiva”, según muestran los correos electrónicos. “Hay múltiples proveedores con capacidades semejantes que cumplen” con los requisitos, escribió el representante. Para inicios del año pasado, TRM había asegurado su propio contrato con el Departamento del Tesoro, según un portavoz de la empresa. Además, TRM fue contratado junto con Chainalysis para colaborar en el caso de quiebra de FTX.
“Pasamos de un mundo de bitcoin a este universo de múltiples cadenas, y las personas necesitan herramientas para dar seguimiento a las actividades ilícitas sin importar en qué parte de la criptoeconomía ocurran”, afirmó Esteban Castaño, director ejecutivo de TRM. “Siempre habrá nuevos activos y nuevas cadenas de bloques”.
La lucha por la privacidad
En ciertos momentos, la transparencia de la cadena de bloques ha sido benéfica para la procuración de justicia. En 2020, Chainalysis colaboró con investigadores estadounidenses para derribar el sitio web más grande de pornografía infantil en la internet oscura o “dark web”. Al analizar la cadena de bloques, los agentes localizaron las direcciones digitales de los clientes que usaban bitcoines para comprar pornografía ilegal. El rastro los condujo a las casas de cambio de criptomonedas donde los clientes habían comprado esos bitcoines; entonces, el gobierno logró enviar una citación a esas firmas para establecer las identidades de esos propietarios de carteras.
Pese a ese tipo de victorias para las autoridades, el crecimiento veloz de las firmas de monitoreo de cadenas de bloques ha provocado un poco de desasosiego en el criptomundo. Uno de los clientes gubernamentales de Chainalysis es el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por su sigla en inglés), que tiene un contrato con la empresa que podría alcanzar los 12 millones de dólares, según expedientes federales. Un vocero del ICE no respondió a nuestras peticiones de comentarios; Gronager, el fundador de Chainalysis, declaró que la agencia monitorea las cadenas de bloques para combatir el tráfico de drogas y que no tiene conocimiento de ningún caso en el que el ICE haya usado las herramientas de su empresa con fines de control migratorio.
Para los defensores de la privacidad, la relación de la empresa con el ICE parece un camino peligroso.
“Es bastante sencillo usar una herramienta de análisis de cadena de bloques para ver qué transacciones envían dinero a familias en El Salvador”, dijo Justin Ehrenhofer, ejecutivo de Cake Wallet, una firma de privacidad en el sector. “Eso les da un ángulo nuevo para detectar a inmigrantes en específico”.
Ehrenhofer descubrió las monedas virtuales durante su adolescencia; en aquel entonces, usaba navegadores privados para buscar contenido LGBTQ en internet, ya que todavía no les había dicho a sus padres que era gay. Su interés en la tecnología se derivó de su uso potencial como herramienta de privacidad. Pero ese punto de vista es cada vez más anticuado. En años recientes, las tradiciones radicales e idealistas de la tecnología han dado paso en gran medida a un enfoque más pragmático, ya que operadores de Wall Street y capitalistas de riesgo de Silicon Valley han acudido en tropel al criptomundo, en busca de maneras de generar riqueza en línea.
“El ímpetu inicial de lo que consideramos dinero y divisas digitales fue la privacidad”, afirmó Finn Brunton, autor de un libro publicado en 2019 sobre la historia de las criptomonedas. “Ahora eso se invirtió por completo”.
Cake Wallet es una de un puñado de empresas que siguen desarrollando herramientas para hacer menos rastreables las transacciones con criptomonedas, una especie de contraofensiva contra la industria del monitoreo de cadenas de bloques. Uno de los productos principales de la firma es una cartera de criptomonedas compatible con monero, una llamada “moneda de privacidad” que es más difícil de rastrear que otras criptomonedas. Todos los intercambios de fondos se registran en un expediente público, pero la información de la transacción se oculta, lo cual dificulta mucho ver qué cartera envió o recibió el dinero. El saneamiento de la criptoindustria
Una mañana de abril, Gronager subió al escenario del hotel Marriott Marquis en Manhattan para darle la bienvenida a los presentes en un salón de eventos a Links 2023, una conferencia de la industria organizada por Chainalysis. Vestía una playera naranja de Chainalysis, a juego con unos tenis naranjas y una correa de reloj naranja. Una serie de luces brillantes naranjas colgaban del techo.
“Es hora de construir cosas”, proclamó Gronager. “Y nosotros de verdad lo estamos haciendo”.
El análisis de cadena de bloques alguna vez fue solo una subcultura ñoña de una industria ñoña, pero ahora se ha ganado un estatus glamuroso en la corriente popular. En Twitter, detectives aficionados con cientos de miles de seguidores usan software de monitoreo para exponer fraudes de criptomonedas. Chainalysis empezó a organizar la conferencia Links en 2019, pero la edición más reciente fue la más numerosa, con 900 asistentes reunidos en un recinto que alguna vez fue sede de la Reunión Anual de Selección de Jugadores de la NFL.
En noviembre, Andy Greenberg, periodista dedicado al mundo de la tecnología, publicó el libro “Tracers in the Dark”, un recuento cinematográfico del ascenso de Chainalysis que detalla varias de sus primeras investigaciones de más alto perfil. Muchas figuras de seguridad pública retratadas en el libro han cobrado fama en el mundo del monitoreo de cadenas de bloques y han aprovechado sus conocimientos sobre el funcionamiento interno de la tecnología para obtener empleos corporativos muy bien remunerados.
Tigran Gambaryan, exagente del Servicio Interno de Impuestos que ayudó a resolver el caso de la pornografía infantil, asistió a la conferencia Links en calidad del nuevo director de conformidad para Binance, la asediada casa de cambio de criptomonedas.
“Siento que conocí a una leyenda”, expresó un admirador mientras le daba un apretón de manos a Gambaryan. El exagente y otros investigadores del gobierno usaron la tecnología de Chainalysis para perseguir terroristas y narcotraficantes en la internet oscura. Sin embargo, Chainalysis está demasiado inmersa en la industria que intenta sanear. Una tercera parte de sus ingresos proviene del sector privado; otras empresas de cadenas de bloques usan su software para recolectar información comercial. La supervivencia a largo plazo de la firma depende del crecimiento continuo del mercado de las criptomonedas. En la conferencia Links, Gronager habló con apoyo de una presentación llena de gráficas y estadísticas que, según dijo, mostraban la resiliencia de la industria durante la crisis del mercado. “Creemos que todos los valores se moverán en la cadena de bloques”, se leía en una diapositiva.
Al margen de la conferencia, algunos de los invitados de la empresa expresaron en privado su temor. Al tratar de legitimar las criptomonedas ante los ojos del gobierno, ¿acaso Chainalysis solo estaba encubriendo a empresas que infringen la ley de valores o cometen fraudes a nivel generalizado?
Las historias de rastreadores de cadenas de bloques que acaban con la delincuencia se han vuelto parte del manual de relaciones públicas de la criptoindustria, comentó John Stark, exfuncionario de la Comisión de Bolsa y Valores y crítico frecuente del sector. “La idea de: ‘Miren, estamos usando a estas personas para que nos ayuden a cumplir la ley’, solo es más subterfugio”, sostuvo. “Una especie de farsa”.
El primer día de la conferencia Links, Levin tomó el escenario para una sesión amistosa de preguntas y respuestas con Noah Perlman, exfiscal federal que fue contratado en enero como el nuevo director de conformidad de Binance. Dos meses después de que Perlman iniciara en el puesto, la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos demandó a Binance, con el argumento de que graves incumplimientos habían permitido que clientes de la casa de cambio lavaran dinero.
No obstante, Binance afirma que ha hecho borrón y cuenta nueva. La empresa contrató a antiguos investigadores como Gambaryan e invirtió en el monitoreo de cadenas de bloques, con la compra de más de 50 cuentas de software de Chainalysis. Justin Ehrenhofer, ejecutivo de Cake Wallet, revisa la aplicación de su empresa, que desarrolla herramientas para que las transacciones de criptomonedas sean menos rastreables, en Chicago, el 17 de abril de 2023. (Jamie Kelter Davis/The New York Times). Michael Gronager, director ejecutivo y cofundador de Chainalysis, que ayuda a los gobiernos a monitorear los pagos con criptomonedas, en Copenhague, Dinamarca, el 9 de septiembre de 2022. (Mathias Eis/The New York Times).
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