Los residuos electrónicos que cada año acaban en la basura doméstica de los hogares suman unos 14 millones de toneladas, equivalentes al peso de unos 24.000 grandes aviones de pasajeros y suficientes para trazar una línea entre Londres y Helsinki.
Los datos se han dado a conocer este jueves en el Foro de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (WEEE por sus siglas en inglés), una organización internacional con sede en Bruselas, ante la celebración -el próximo día 14- del Día Internacional de los Residuos Electrónicos.
De la organización internacional forman parte entidades administradoras y que promueven el reciclaje responsable de este tipo de residuos de más de treinta países -entre ellas las españolas Ecolec, Recyclia y Ecotic- y sus responsables han incidido en la trascendencia de que los consumidores recojan de una forma adecuada los aparatos electrónicos y los productos eléctricos inservibles para darles una segunda vida mediante la reparación, la reutilización o el reciclaje.
El informe (Global E-waste Monitor 2024) publicado hoy por esta organización revela que una cuarta una cuarta parte de los residuos electrónicos acaban al final de su vida útil en la basura doméstica, lo que supone desperdiciar miles de millones de dólares en cobre, oro y otros metales preciosos, materiales fundamentales para la fabricación de estos productos, además de plásticos y vidrio valiosos.
Residuos "por todas partes"
Pascal Leroy, director general del Foro, ha advertido de que los pequeños aparatos electrónicos y eléctricos, como teléfonos móviles, juguetes, mandos a distancia, videoconsolas, auriculares, lámparas, pantallas y monitores, equipos de calefacción y refrigeración o cargadores, "están por todas partes".
"Los componentes electrónicos integrados en productos de consumo grandes y pequeños -incluso la ropa- son ahora omnipresentes; sólo los 844 millones de cigarrillos electrónicos que se tiraron en 2022 contenían litio suficiente para alimentar 15.000 coches eléctricos", ha precisado.
Los datos revelan que en el mundo 108 abonados a teléfonos móviles por cada 100 personas o que en los hogares europeos se guardan unos 700 millones de teléfonos móviles sin usar o que no funcionan, una media de dos por hogar, un hábito -el de guardarlos- que se repite por la preocupación de los datos personales que pueden tener o por el deseo de recuperar parte de su valor.
El informe se hace eco de una encuesta que revela que en cada hogar europeo hay unos 74 productos electrónicos (tabletas, teléfonos, televisores, herramientas eléctricas, tostadoras o secadores) y que las razones para no tirarlos son que sus usuarios piensan volver a usarlos en el futuro, planean venderlos o regalarlos, que tienen un valor sentimental, que podría tener un valor mayor en el futuro o que no saben cómo deshacerse de ellos de una forma adecuada.
Por el contrario, las razones que motivan su reciclaje adecuado son saber dónde y cómo hacerlo, facilitar a los consumidores los puntos de recogida, las compensaciones económicas, la creciente preocupación por el medio ambiente, el cumplimiento de las normas sociales establecidas o los beneficios que pueden tener para organizaciones benéficas.
El 80% de la población tiene móvil
Más datos: la gestión mundial de los residuos electrónicos reduce las emisiones de dióxido de carbono -principal responsable del cambio climático- en 93.000 millones de kilogramos anuales, lo que equivale a las emisiones anuales de más de 20 millones de coches; y el reciclado adecuado de los residuos electrónicos evita fugas de sustancias nocivas como el plomo o el cadmio al medio ambiente.
Casi el 80 por ciento de la población mundial posee hoy un teléfono móvil, y entre ellos hay quienes tienen varios aparatos, en algunos casos cada uno con sus propios cargadores, cables y accesorios, por lo que todas las organizaciones agrupadas en el WEEE Forum que hoy ha publicado su informe anual han hecho un llamamiento a los consumidores para que garanticen el correcto reciclaje de estos dispositivos, que es clave para reducir su impacto ambiental y minimizar la escasez de recursos.
EFE