Los que "están ahí", los trabajadores del mar, los pescadores y procesadores, reclaman su lugar en las negociaciones para la protección de los océanos y defienden que su experiencia vale tanto como la ciencia.
"Llevo más de 30 años como buzo mariscador y en pesca artesanal. Por lo tanto, conozco. No necesito un estudio que me diga lo que está pasando en el fondo marino porque todos los días me los paso recorriéndolo", explica a EFE Daniel Caniullan, portavoz de comunidades indígenas de la Patagonia chilena, que participa en Lisboa en la Conferencia de los Océanos.
Como Caniullan, medio billón de personas viven de la pesca artesanal en todo el mundo. Para defender sus intereses nació "Un sitio en la mesa", una campaña global que representa a los "custodios del mar" y que exige mayor protagonismo de las comunidades locales en la protección marina.
Defienden aumentar la gestión conjunta de las zonas costeras, garantizar y promover la participación de la mujer en la pesca, proteger la técnica artesanal e impulsar el apoyo a los jóvenes.
La conferencia, que termina hoy tras cinco días de debates, no les deja lugar al optimismo, lamenta Caniullan.
Políticos y actores privados "no escuchan la voz de los que viven el problema de la amenaza de los ecosistemas", continúa, y defiende que los cambios deben empezar a nivel local y pasar después a gran escala.
Las comunidades locales son las más golpeadas por los efectos del cambio climático, la sobrepesca, la contaminación y acidificación de las aguas y la erosión de los suelos.
"Las diferentes actividades que fueron posteriores a la pesca nos afectan de manera extraordinaria, como es la extracción de petróleo y otros minerales", además del "tráfico excesivo", expone José Luis Carrillo, presidente de la Confederación mexicana de cooperativas pesqueras y secretario de la Red Iberoamericana de Pesca Artesanal de Pequeña Escala.
POR FAVOR, HABLADNOS
"La pesca artesanal es el corazón de nuestra vida", resume Micheline Somplehi Dion, presidenta de la Unión de las Sociedades Cooperativas de Mujeres de la Pesca de Costa de Marfil.
La pesca se aleja de las costas y la supervivencia de las comunidades se ve amenazada:" Si no hay pescado no hay trabajo".
Aunque la Declaración de Lisboa, el documento político refrendado por las delegaciones que participan en la conferencia de Naciones Unidas, reconoce "el importante papel del conocimiento indígena, tradicional y local, la innovación y las prácticas desarrolladas por las personas indígenas y las comunidades locales", las comunidades no se sienten integradas.
"Lo que pedimos es tener una conversación", defiende Susan Jerry, de la Red de Mujeres Africanas Procesadoras de Pescado y Comerciantes, y aclara que deben ser incluidos en los diálogos "desde el principio hasta el final" para lograr acuerdos que beneficien a todas las partes.
"¿Qué va a pasar si no recuerdan meternos en la conversación?, se pregunta Jerry, quien explica que en África hay cerca de 4 millones de personas cuyos ingresos dependen del mar.
"Por favor, habladnos. Por favor, miradnos", reclama la emprendedora.
Carlota Ciudad - EFE