Es el tema del momento; no cabe dudas de que el impacto mayor que ha tenido la epidemia es la paranoia que generó, que afectó mercados y poblaciones generando pérdidas enormes.
Si bien la transmisibilidad del coronavirus es tremenda, es importante recordar que la letalidad está ubicada por debajo del 3-4% (aunque aumente mucho en casos de personas comprometidas, como veremos) y no se justificaría el síndrome de apocalipsis que llevó a arrasar los supermercados en España ni mucho menos.
Veamos algunas cosas que se saben de fuentes oficiales.
De la OMS sabemos que el contagio es muy fácil de transmitir, ya sea por superficies que uno toca y después se lleva la mano contaminada a la boca o nariz; en ese caso el calor (que favorece al dengue, sin embargo) nos está favoreciendo, porque lo destruye en esta fuente, pero en invierno va a complicarse. Lo ideal: en cuanto sea posible lavar las superficies que puedan estar contaminadas y que estén por ejemplo al alcance de niños con un buen desinfectante inerte. Usar hipoclorito para pisos, baños y mesadas (incluir pomos de puertas) es más eficaz que el alcohol en esos casos.
Asimismo, lavarse las manos es mejor que el gel desinfectante. Este último se puede usar en la calle y otros lugares en que no se disponga de agua y jabón, pero es importante tenerlo en cuenta. Como la paranoia llevó a que no existan casi marcas que no se agoten es difícil elegir, pero es preferible optar por marcas que incluyan algún suavizante o emoliente porque el uso continuo puede resecar las manos y eso favorece las lesiones que también son puerta de contagios varios (no solo de virus).
Otro tema que se ha impuesto es la recomendación de saludarse "de lejos" sin contacto, y, si bien esta medida sí puede minimizar el riesgo de contagio, es difícil que se imponga, amén de que es contraria a los usos y costumbres. Se agrega (ahora se suman recomendaciones del M.S.P.) que se eviten en lo posible las aglomeraciones, y que si alguien tiene síntomas respiratorios evite concurrir a lugares de trabajo o estudio y que use - ahí sí - tapabocas, que por la locura que se desató pasaron de valer menos de un peso a más de quinientos en algunos lugares.
Lo irónico es que -si bien sirve para que lo usen los enfermos para minimizar el aerosol que producen la tos y estornudos y sus cuidadores- son inútiles, salvo los que presentan certificación "N95" y tienen poros estandarizados. Son perfectamente inútiles para los usuarios sanos en la vida normal, porque los poros de la tela no tejida normal son más de cinco veces mayores que los virus y no los pueden retener con eficacia.
En cuanto a la enfermedad en sí, entre la sintomatología más frecuente tenemos fiebre, tos, y sensación de falta de aire. En algunos pacientes también puede haber trastornos digestivos como diarrea y dolor abdominal. En algunos más graves, la infección puede causar neumonía, dificultad importante para respirar, fallo renal e incluso la muerte. Los casos más graves generalmente ocurren en personas ancianas o que padecen alguna otra enfermedad, como por ejemplo, del corazón, del pulmón o problemas de inmunidad.
Según datos del American College of Cardiology, puede haber complicaciones en pacientes con afecciones cardíacas, y la morbilidad aumenta mucho en casos de trastornos preexistentes, como 6% en hipertensos, 7.3% en diabéticos, 10.5% en pacientes cardio comprometidos (aquí ya es de cuidado) y llega a 14.8% en personas mayores a 80 años. Menos conocido es el hecho de que la neumonía del COVID-19 puede desarrollar complicaciones cardíacas y respiratorias agudas en los pacientes, tales como arritmia, problemas renales o daño cardíaco (e incluso renal). Salvo los casos respiratorios (es una neumonía después de todo) los porcentajes son generalmente bajos. En suma: si se tiene una condición preexistente cardíaca, pulmonar o renal es especialmente importante cuidarse.
Es un dato relevante el tema de que el calor esté frenando su difusión en algunos lugares porque se va a complicar con la llegada del invierno, pero se están tomando las precauciones necesarias.
Es una certeza estadística que la enfermedad va a llegar a Uruguay, pero no es probable que lo haga de forma en que genere un gran impacto a nivel poblacional. A nivel individual es inevitable, pero las políticas no deben ser hechas por casuística, eso equivale al famoso "cobrar al grito" del fútbol.
Lo que sí debemos tener en cuenta es escarmentar en cabeza ajena y cuidarnos - ya que estamos - del sarampión y el dengue, porque tenemos vecinos que no vendrían creyendo mucho en las vacunas, y esas son enfermedades más peligrosas, aunque no tengan la misma cualidad de influencer que tiene el COVID-19.
Q.F. Bernardo Borkenztain
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