Un estudio publicado en 'Science' muestra por primera vez que las zonas de prohibición de la pesca cuidadosamente situadas pueden ayudar a recuperar los atunes y otras especies de peces grandes.
Se sabe que las zonas de exclusión de pesca pueden beneficiar a la vida marina sedentaria, como los corales o la langosta, pero hasta ahora se suponía que ninguna zona marina protegida (ZMP) podía ser lo suficientemente grande como para proteger a las especies que viajan largas distancias, como los atunes.
Los autores destacan que esta recuperación es una buena noticia no sólo para el medio ambiente, sino también para la industria mundial de la pesca del atún, que genera 40.000 millones de dólares (unos 40.930 millones de euros) de ingresos cada año y mantiene millones de puestos de trabajo en todo el mundo.
"Demostramos por primera vez que una zona de exclusión de la pesca puede conducir a la recuperación y al desbordamiento de una especie migratoria como el atún patudo", explica el coautor John Lynham, profesor del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Hawaii (Estados Unidos).
Utilizando datos recogidos a bordo de los barcos de pesca por observadores científicos, el estudio descubrió que la mayor zona de prohibición de pesca del mundo, el Monumento Nacional Marino Papahanaumokuakea, ha aumentado la tasa de capturas de atún de aleta amarilla en un 54% en las aguas cercanas; las tasas de capturas de patudo aumentaron un 12%; las tasas de capturas de todas las especies de peces combinadas aumentaron un 8%.
El tamaño de esta zona de exclusión de la pesca --casi cuatro veces el tamaño de toda California-- y el aparente comportamiento de búsqueda de algunas especies de atún en la región probablemente desempeñaron un papel en los efectos positivos observados.
Jennifer Raynor, coautora del estudio y profesora del Departamento de Ecología Forestal y de la Fauna Silvestre de la Universidad de Wisconsin-Madison, señala que "en los últimos 30 años hemos aprendido que los atunes no se aventuran tan lejos de su hogar como se creía. Las islas hawaianas son un vivero de crías de atún de aleta amarilla, y resulta que muchos de estos peces se quedan en la región".
Aparte de su importancia económica, el atún de aleta amarilla y el atún patudo han ocupado durante mucho tiempo un lugar central en la cultura y la dieta de Hawái.
Papahanaumokuakea se creó en 2006 y se amplió en 2016 para proteger los recursos biológicos y culturales, no específicamente para generar beneficios a la pesquería de atún local. La zona es considerada sagrada por los nativos hawaianos y el monumento es gestionado conjuntamente por los nativos hawaianos, el estado de Hawái y el gobierno federal.
Según Kekuewa Kikiloi, profesor asociado del Centro Kamakuokalani de Estudios Hawaianos de la Universidad de Hawái, que no participó en el estudio, "esta investigación reafirma el valor de las áreas marinas protegidas a gran escala en el Pacífico. Las protecciones por las que lucharon los nativos hawaianos y otras partes interesadas para Papahanaumokuakea sirven para beneficiar a todos, incluidos los intereses pesqueros", concluye.
Europa Press