Por The New York Times | Joshua Sokol

James Webb Space Telescope Space and Astronomy National Aeronautics and Space Administration El equipo encargado quería sorprender a todos, mostrar a los políticos que el presupuesto había rendido frutos y asegurar al resto de la comunidad científica que los secretos más escurridizos del universo podrían estar al alcance.

El martes por la mañana se hizo pública una nueva imagen de la Nébula Carina, junto con otras nuevas observaciones del Telescopio Espacial James Web. Pero ya había tenido un debut previo otra mañana de martes —esta vez en junio, cuando un pequeño equipo armado con tazas de café se reunió para una de muchas juntas matutinas para recibir, procesar y empaquetar para el público lo avistado por el mayor conjunto de ojos de la humanidad podía ver—, luego de que los integrantes del equipo habían firmado acuerdos de confidencialidad para garantizar que no habría filtraciones.

La tarea del equipo era una mezcla de ciencia sobre la marcha, difusión y manejo de marca: sorprender a todos, mostrar a los políticos que todo ese presupuesto había rendido frutos y asegurar al resto de la comunidad científica que sí, que algunos de los secretos más escurridizos del universo podrían al fin estar al alcance.

El Hubble, el predecesor aún en funcionamiento del nuevo telescopio, ya había dejado clara la apuesta. Las imágenes iniciales del Hubble dejaron claro que su espejo estaba fallado. Pero luego de reparaciones exitosas, los científicos que trabajan en el Hubble procedieron a difundir fotos asombrosas y protovirales de galaxia y nebulosas como los “Pilares de la creación”, inspirando así incontables carreras científicas. (Entre ellas la mía: antes de convertirme en periodista científico pasé dos años como analista de datos para el Hubble, que también opera en el Instituto Científico del Telescopio Espacial).

Pero el James Webb es otro animal, tan particular y avanzado en capacidad que incluso los astrónomos veteranos tenían poca idea de lo que podían esperar de las imágenes que arrojaría. Gran parte de ello se debe a que el Webb opera en longitudes de onda infrarroja.

El simple hecho de mostrar esto exigiría un estilo y paleta de color diferentes. La NASA quería empezar a difundir las primeras imágenes apenas a seis semanas de cuando el telescopio estuvo en línea. Y si bien asomarse al abismo de lo cósmico sublime durante semanas tendría beneficios, el cerco de silencio alrededor del proyecto también podía ser solitario.

A principios de junio, por ejemplo, Klaus Pontoppidan, el astrónomo que encabeza a este equipo de avanzada, fue el primer humano que descargó la vista completa de “campo profundo” del nuevo telescopio.

“Estaba ahí sentado, mirándolo dos horas y luego desesperada, desesperadamente deseando compartirlo con alguien”, dijo. “Pero no podía”.

En 2016 se reunió un comité para empezar a elegir los primerísimos objetivos de demostración del Webb. Al final, este proceso nominó unos 70 objetivos posibles.

Una vez que el telescopio empezó a funcionar este invierno, redujeron la lista a regiones del cielo a las que pudiera apuntar dentro del límite de seis semanas, más algunos en reserva para ir sacando en los próximos meses.

Y luego, al fin, al fin, los primeros resultados empezaron a llegar a cuentagotas a través de la computadora de Pontoppidan a principios de junio. De ahí, el equipo combinó digitalmente los fotogramas en crudo con exposiciones más profundas y refinadas y luego las pasó a los procesadores de imagen para el acabado de color.

“Me sentí simplemente abrumado”, dijo Joe Depasquale, el líder del procesador de imágenes del proyecto, al describir lo que había sentido al ver cómo se integraba una escena de otra nébula formadora de estrellas, algo con un efecto de contraluz al estilo Caravaggio que no fue incluido en la tanda inicial de lanzamientos. “Esto va a impresionar a la gente”, dijo. (Confirmado).

¿Habrá algo tan impresionante como las imágenes de Apollo? ¿O las fotos del Hubble que tapizan las paredes de los salones de ciencias y son imitadas por todos, desde Terrence Malick hasta las películas de Thor? Ya veremos. Pero por ahora, al menos, el grifo está abierto y el universo entero va fluyendo.