Por The New York Times | Catrin Einhorn
La mariposa monarca de América del Norte, cuya apariencia vistosa y migración extraordinaria la han convertido en uno de los insectos más queridos del continente, ha sido clasificada en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por su sigla en inglés), la autoridad científica más exhaustiva del mundo sobre la situación de las especies.
La decisión se da tras décadas de disminución de las poblaciones de dicha especie debido a la pérdida de las plantas que necesitan cuando son orugas y de los bosques donde los adultos hibernan, aunado al cambio climático, según reveló la evaluación. Los autores revisaron unos 100 estudios, entrevistaron a expertos y aplicaron los criterios de la Lista Roja de Especies Amenazadas de UICN para llegar a esa decisión.
“Ha sido muy triste ver que sus números disminuyen tanto, así que cualquier cosa que las ayuda me hace feliz a mí, y creo que esta designación podría ayudarlas”, expresó Karen Oberhauser, bióloga conservacionista de la Universidad de Wisconsin que ha estudiado a las mariposas monarca durante más de 35 años y colaboró con la evaluación. “Aunque es triste que necesiten ayuda, que hayan llegado al punto en que esta designación sea necesaria”.
La cifra de las mariposas monarca occidentales, que viven al oeste de las Rocallosas, cayó aproximadamente un 99,9 por ciento entre los años ochenta y 2021. Aunque se recuperaron un poco este año, siguen estando en gran peligro. Las mariposas monarca orientales, que conforman la mayor parte de la población de América del Norte, disminuyó un 84 por ciento de 1996 a 2014. La nueva designación de peligro de extinción aplica para ambas poblaciones.
En 2020, los responsables de la vida silvestre en Estados Unidos constataron que las mariposas monarca estaban en peligro de extinción, pero se negaron a incluirlas en la lista de especies en peligro porque dijeron que la conservación de otras especies era prioritaria.
Las orugas de la mariposa dependen del algodoncillo, la única planta que pueden comer. Después de abandonar sus zonas de hibernación, que para la mayoría de las mariposas monarca se concentran en unas pocas hectáreas de bosque en el centro de México, las hembras depositan sus huevos en algodoncillo desde Texas hasta el norte de Canadá en un viaje multigeneracional.
La destrucción del hábitat en esos bosques mexicanos fue una amenaza inicial, comentó Anna Walker, entomóloga de la New Mexico BioPark Society que dirigió la evaluación. El gobierno mexicano intervino creando una reserva en 1986 y la amplió en 2000. Aunque la tala ilegal y las enfermedades siguen siendo motivo de preocupación, esa labor de conservación ha servido para frenar con bastante eficacia la pérdida de hábitat de hibernación.
Pero la evaluación reveló que había surgido un problema nuevo: los granjeros estadounidenses empezaron a usar cultivos que estaban genéticamente modificados para resistir al glisofato, un ingrediente que se usa en el herbicida Roundup.
“De repente rociaron glisofato en varias hectáreas de granjas en el Medio Oeste”, dijo Walker. “Eso eliminó a muchos de los algodoncillos de los que dependen las orugas monarca”.
Luego está el cambio climático, que agrava las tormentas, las sequías y otros fenómenos de este tipo que pueden ser catastróficos para las poblaciones de la especie, ya de por sí vulnerables. Las primaveras secas y calurosas del sur preocupan especialmente a los expertos en mariposas monarca. A esto hay que añadir cuestiones más amplias sobre la alteración de los ciclos ancestrales por el cambio climático, como el momento en que brotan las plantas.
“Empezamos a ver esta especie de desajuste entre el momento cuándo los insectos están listos para iniciar la primavera y cuándo lo están las plantas”, explicó Walker. “Hay muchísimas interrogantes”.
Un estudio reciente complicó el panorama, pues descubrió que la abundancia de mariposas monarca en verano había disminuido en algunas zonas mientras aumentaba en otras, quizá en parte porque el clima más cálido en las zonas del norte estaba ayudando a las mariposas a prosperar en esas regiones. Pero incluso esos autores indicaron que cualquier resquicio de esperanza a lo mejor solo sea efímero, al advertir que “la aceleración del cambio climático puede traer consigo amenazas crecientes”.
La decisión de la Lista Roja limita la clasificación de “en peligro de extinción” a las mariposas monarcas migratorias, es decir a las de Norteamérica. La misma surgió a partir de la primera evaluación del grupo sobre estas mariposas. La especie más amplia incluye una variedad no migratoria en el Caribe y otras que van desde el sur de México hasta el norte de Sudamérica.
La migración de las mariposas monarca norteamericanas se considera una de las maravillas del mundo natural: son insectos diminutos que vuelan miles de kilómetros hacia el norte en el transcurso de unas pocas generaciones y regresan en una sola; cada mariposa vuela quizá un poco más de 4000 kilómetros.
Los expertos en la mariposa monarca están ansiosos por obtener la ayuda del público para salvar la especie. Su mensaje: siembren el algodoncillo nativo de su región, lo que probablemente signifique evitar el algodoncillo tropical (puede ser más perjudicial que benéfico, especialmente en el sur). El algodoncillo de los pantanos es una variedad atractiva y fácil de cultivar, nativa de todas las zonas, excepto las más occidentales, de los Estados Unidos. Esto es para que pongan los huevos y para las orugas. Las mariposas necesitan néctar, por lo que hay que plantar flores autóctonas que florezcan cuando las mariposas monarca estén en la zona.
Oberhauser atribuye a este tipo de intervenciones el que se he hayan estabilizado las cifras de la población en los últimos años.
“Nos mantenemos en una cifra que no es del todo sostenible”, dijo. “Pero si no tuviéramos todos estos esfuerzos por parte de muchas organizaciones e individuos diferentes, creo que las cifras serían aún más bajas”.
La última actualización de la Lista Roja de la UICN también incluía malas noticias para los esturiones: todas las especies supervivientes están ahora en peligro de extinción, frente al 85 por ciento de las especies en 2009. El esturión del Yangtsé, un pez de China, ha pasado de estar en peligro crítico a estar extinto en la naturaleza.
El número de tigres, en cambio, ha aumentado un 40 por ciento desde la evaluación anterior, lo que la organización atribuye a un mejor recuento combinado con la estabilización o el aumento del número de especímenes. Una mariposa monarca en Wading River, en Long Island, Nueva York, el 9 de octubre de 2021. (Karsten Moran/The New York Times)