Los australianos deben estar preparados para afrontar catástrofes "más frecuentes y graves" debido al cambio climático, advirtió este viernes una comisión de investigación sobre los incendios forestales que asolaron el país en 2019 y 2020.
Los incendios se repiten cada año al final del invierno austral, pero en 2019 fueron extremadamente devastadores: mataron a 33 personas y destruyeron una superficie equivalente a la del Reino Unido o Ghana.
"Lo que no tenía precedentes es ahora nuestro futuro", advirtió la comisión de investigación real encargada de preparar mejor a Australia para hacer frente a los desastres naturales.
Según ella, no solo las catástrofes "serán desgraciadamente más frecuentes y graves", sino que "podemos contar con más fenómenos peligrosos simultáneos y consecutivos".
"Durante los últimos 12 meses, ha habido una sequía, olas de calor e incendios forestales, seguidos de tormentas violentas, inundaciones y una pandemia", recuerda la comisión.
Los incendios, que duraron nueve meses y terminaron en marzo, han matado o provocado el desplazamiento de casi 3.000 millones de animales, lo que le ha costado a la economía australiana unos 7.000 millones de dólares (6.000 millones de euros).
El costo anual de las catástrofes podría aumentar hasta unos 27.000 millones de dólares (23.000 millones de euros) para 2050, sin siquiera tener en cuenta el empeoramiento del calentamiento global "inevitable durante las próximas dos décadas".
"Como consecuencia se espera que el nivel del mar continúe aumentando. Debería haber menos ciclones, pero aumentarán en intensidad. Se prevé que las inundaciones y los incendios forestales sean más frecuentes e intensos".
Entre sus 80 recomendaciones, el informe pide mejores datos sobre cómo el calentamiento global se traducirá en áreas específicas.
Sin embargo no pidió al gobierno conservador que aborde las causas profundas, lo que ha decepcionando a algunos expertos.
El ejecutivo australiano está acusado de haber tardado en aplicar medidas para combatir este fenómeno.
"Tenemos una bañera que desborda de problemas", dijo el ecologista Michael Clarke, de la Universidad La Trobe. "Por supuesto que podemos centrarnos en controlar el nivel, limpiar cuando se desborde, pero también podríamos considerar cerrar los grifos".
En varias ocasiones, el primer ministro Scott Morrison ha minimizado el vínculo entre el cambio climático y los incendios, y sigue siendo un firme defensor de la muy poderosa y lucrativa industria minera australiana.
Fuente: AFP