Las andanzas de los dinosaurios por la Antártida hace millones de años dejaron un legado compartido entre Australia y la Patagonia en el extremo meridional de Sudamérica: una serie de fósiles que permiten determinar sus similitudes y plantas que sobreviven lejos de sus lugares de origen.
Todo eso sucedió cuando lo que hoy conocemos como Australia, Sudamérica y la Antártida, así como África, India, Arabia, Madagascar y Nueva Zelanda, formaban parte de Gondwana, un inmenso bloque continental que comenzó a fragmentarse y separarse gradualmente hace 180 millones de años durante el período Jurásico.
El puente antártico, que entonces estaba lleno de bosques y unía a Sudamérica con el país oceánico, permitió que “los dinosaurios que vagaban por Argentina tuvieran parientes en Australia y viceversa”, según dijo a EFE Scott Hocknull, experto en Paleontología del Museo de la región australiana de Queensland.
El experto del Museo de Queensland —que acoge hasta el 2 de octubre la exhibición “Dinosaurios de la Patagonia” con el aporte del Museo Paleontológico Egidio Feruglio de Argentina— acotó que este pasado prehistórico se ha podido reconstruir en las últimas décadas.
A pesar de que las condiciones geológicas y climáticas hacen que sea difícil hallar restos fósiles en Australia, en contraste con la Patagonia, región geográfica llena de llanuras aluviales y lagos que comparten Chile y Argentina, las evidencias de ambos lugares “cuentan una historia asombrosa de la vida antes de que los continentes se separaran”, precisó Hocknull.
Los eslabones que unen a Australia y la Patagonia
Los eslabones prehistóricos que unen a Australia y la Patagonia argentina son las evidencias más antiguas de la presencia de dinosaurios en esos territorios, que datan del Triásico tardío (período que abarca desde hace unos 237 millones a 201 millones de años aproximadamente).
El Museo australiano también destaca que la Patagonia y Queensland comparten “similitudes” entre los pequeños ornitópodos y los anquilosaurios, que son tipos de dinosaurios herbívoros con una estructura pélvica similar a las de un ave y cuyo linaje es característico de estos lugares.
Pero, además, al legado fósil se suma uno vivo: las plantas como las coníferas araucarias que crecían en Patagonia y Australia cuando eran parte de Gondwana.
Se cree que muchas de estas plantas, así como las esporas y el polen, viajaron con los dinosaurios cuando se desplazaban entre Australia y la Patagonia, según explicó a EFE Florencia Gigena, representante del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF).
“Hay plantas o registros fósiles de seres que hoy no viven en Sudamérica pero que sí son contemporáneos y viven en Australia y viceversa”, agregó la divulgadora del MEF.
El Patagotitan mayorum, el dinosaurio más grande el mundo
“Dinosaurios de la Patagonia” presenta las réplicas de trece dinosaurios, entre ellos el Patafotitan mayorum, una bestia prehistórica de 57 toneladas —equivalente a nueve elefantes— que con sus 38 metros de largo y 8 de alto es el animal más grande que jamás haya pisado la Tierra.
La exposición itinerante también incluye la réplica del Herrerasaurus, un carnívoro de 3 metros de largo que pobló el planeta hace 230 millones de años, durante el período Triásico, así como el Carnotaurus, de ocho metros de largo y 3,5 de alto que vivió hace 72 millones de años, considerado como el único dinosaurio carnívoro con cuernos del hemisferio sur.
“También tenemos a los dinosaurios más pequeños: Gasparinisaura y Manidens, que tienen el tamaño de un gato adulto”, precisó la divulgadora argentina al hablar de la exposición que se centra en las especies de la Patagonia argentina.
“Los Dinosaurios de la Patagonia”, que ha viajado anteriormente a Reino Unido e irá a Nueva Zelanda, da una pincelada de los hábitat diversos en los que vivieron los dinosaurios, así como su capacidad de adaptarse corporalmente y en sus relaciones en su proceso evolutivo.
Por ejemplo, el Branchytrachelopan, un dinosaurio herbívoro de 10 metros de largo y dos de altura, marcó hace unos 150 millones de años “un inicio en la evolución” porque la especie acortó su cuello para hallar un “nicho alimentario” de arbustos y otras plantas para evitar competir con aquellos que comían de las copas de los árboles, manifestó Gigena.
Además, muchos dinosaurios, especialmente los herbívoros mostraban “comportamientos solidarios”, que se reflejaban cuando “un cierto grupo (de una manada) se quedaba cuidando los nidos de otros que iban a pastar o a cazar”, puntualizó.
Rocío Otoya - EFE
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