Por The New York Times | Erin Griffith

El año pasado, una empresa emergente llamada Party Round se anunció a sí misma con una ráfaga de memes. Durante meses, inversionistas novatos habían realizado acciones frenéticas, como comprar acciones, criptomonedas y arte digital conocido como NFT. Sin embargo, ser uno de los primeros en ser parte de la siguiente empresa emergente más popular de la industria tecnológica todavía estaba reservado para los profesionales. La gran idea de Party Round era permitirles a las empresas emergentes reunir dinero de manera sencilla a través de familiares, excompañeros de trabajo, jefes y otras personas en sus redes de contactos.

Antes de su lanzamiento, el eslogan de Party Round exhortaba: “Invierte en amigos”.

Durante un tiempo, fue divertido. La industria tecnológica despegó a alturas récord durante la pandemia y Party Round aprovechó el frenesí con trucos de mercadotecnia autorreferenciales que se burlaban y celebraban la cultura de las empresas emergentes. Había un rompecabezas con temática de capital de riesgo con sus NFT correspondientes y un juego llamado “Quema la pista” (en referencia al tiempo y dinero que tiene una empresa emergente para “despegar”), en el cual los jugadores llevaban a la ruina a empresas emergentes al gastar todo su dinero en retiros de silencio y autos Tesla. En uno de esos trucos, Party Round pagó 50.000 dólares a una mujer para que renunciara a su empleo en Facebook y fundara una compañía dedicada a la educación sobre criptodivisas.

Entonces, la fiesta se terminó de manera abrupta. Rusia invadió Ucrania. La inflación se elevó como la espuma. Las acciones tecnológicas se desplomaron. Las criptomonedas se desplomaron aún más rápido. El financiamiento se evaporó. Las empresas emergentes comenzaron a despedir a trabajadores y a recortar gastos. Los inversionistas que habían festejado el mercado exuberante ahora advertían sobre una desaceleración. La mujer de la empresa emergente de criptomonedas consiguió un trabajo.

Así que Party Round se adaptó. Hacer bromas sobre lo absurdo de la cultura tecnológica es divertido cuando todos se vuelven más ricos cada día, pero no tiene el mismo efecto cuando todos están siendo despedidos.

Este mes, la compañía anunció: “Party Round ahora se llama Capital”.

Con el nuevo nombre, la compañía incursionó en servicios bancarios. Planea dejar las campañas absurdas de mercadotecnia para dedicarse a algo más práctico: un espacio de cotrabajo que sus clientes puedan usar en Nueva York.

Jordi Hays, el director ejecutivo de la compañía, comentó: “La marca Capital es en definitiva una evolución. Es más madura, más sustentable”.

Es una de un número creciente de señales de que la temporada de euforia desatada del mundo de las empresas emergentes realmente ha terminado. La tecnología fue en gran medida inmune a la devastación económica de la pandemia y muchos en la industria tenían la esperanza de que la caída actual sería un reinicio momentáneo. Sin embargo, tras meses de declive en el financiamiento, despidos y recorte de costos, al fin se han dado cuenta de que las empresas emergentes están varadas en una desaceleración sostenida, sombría y nada divertida.

Angela Lee, una profesora de Finanzas especializada en capital de riesgo en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, mencionó: “Los fundadores están comenzando a ver las señales”. Agregó que los observadores de mercado hemos predicho durante años una desaceleración que nunca ocurrió. Ahora, indicó: “Finalmente acertamos”.

Entre julio y septiembre, las empresas emergentes de todo el mundo recaudaron 81.000 millones de dólares, una caída del 53 por ciento en comparación con el mismo periodo hace un año, según Crunchbase. Es el declive más grande de ese tipo desde que el sitio comenzó a registrar el financiamiento en 2007. Más de 700 empresas emergentes han despedido a 93.000 trabajadores este año, según Layoffs.fyi, que da seguimiento a las reducciones de personal en empresas emergentes. Durante las dos últimas semanas, los resultados trimestrales deficientes en las grandes compañías tecnológicas, incluyendo a Snap, Meta, Amazon y Microsoft, sumergieron a la industria tecnológica en general en una espiral más descendente. El término “party round” en sí alguna vez tuvo una mala reputación en el mundo tecnológico. Describe instancias en las que una empresa emergente hace rondas de financiación con pequeñas cantidades de dinero con múltiples inversionistas privados. Los líderes de la industria argumentaban que, si las cosas salían mal, ninguno de los muchos inversionistas de la compañía daría la cara y ayudaría.

Sam Altman, un inversionista y fundador tecnológico, escribió en una publicación de blog en 2013 en la que criticaba la práctica: “Ningún inversionista, en lo individual, tiene el interés suficiente”.

Mark Suster, un inversionista en Upfront Ventures, escribió en 2011: “Todos asumen que alguien más está haciendo las veces de padre o madre”.

No obstante, la última década de prosperidad tecnológica, valuaciones en crecimiento y un montón de capital para gastar destinado a empresas emergentes ha cambiado actitudes, y ha convertido a las “party rounds” de una estrategia estigmatizada a algo digno de presumir. Y nuevos participantes, como celebridades, atletas, ejecutivos tecnológicos de medio nivel o tu alergólogo, querían unirse a la fiesta.

Servicios con nombres como Pump y Cabal surgieron para ayudar a los fundadores a gestionar su creciente cartera de inversionistas. Además, por supuesto, Party Round, que recaudó 7 millones de dólares en financiamiento de más de cincuenta inversionistas el año pasado, se valuó en 50 millones de dólares.

En una entrevista cuando Party Round inició operaciones el año pasado, Hays declaró: “Las mejores compañías en absolutamente todas las categorías están haciendo ‘party rounds’”.

AbstractOps, un proveedor de software, anunció en febrero que había recaudado 8 millones de dólares de más de 300 inversionistas. En una publicación de blog, su director ejecutivo, Hari Raghavan, señaló que los inversionistas serían evangelistas para la compañía. Escribió: “¡Son el equivalente en Silicon Valley de los influentes famosos!”.

En un mensaje, Raghavan indicó que su grupo de padrinos inversores ha sido útil, pero incorporar antes a inversionistas profesionales al consejo de administración pudo haber ayudado con la rendición de cuentas.

Añadió: “Podríamos haber enfrentado cuestionamientos más fuertes más pronto, antes de (en lugar de durante) una desaceleración del mercado”. En Party Round, las personas a cargo de los trucos de mercadotecnia y memes virales en la compañía ahora producen videos promocionales “estilo Nike” sobre sus clientes. Sin embargo, Hays señaló que él espera revivir la marca en algún punto.

Como muchos en el sector tecnológico, vio la rapidez con que la industria se recuperó del impacto inicial de la pandemia de 2020. Ahora, incluso con el pesimismo, las firmas de capital de riesgo tienen cantidades enormes de capital. Ese dinero tendrá que invertirse en empresas emergentes.

Hay concluyó: “A la larga, volveremos a la euforia”. Las otrora ajetreadas empresas emergentes se habían resistido a la nueva realidad de que los tiempos de auge han terminado. Ya no más. (Laura Salafia/The New York Times). Jay Azhang de NextRound, una empresa que ayuda a fundadores a recaudar financiamiento. Hace poco, la compañía comenzó a cobrar dinero por uno de los servicios que ofrece. (Gili Benita/The New York Times).