Esta comisión, establecida por las Academias de Medicina y de Ciencia de Estados Unidos y la Royal Society de Gran Bretaña, estimó que el procedimiento "todavía no está listo" para ser "probado de forma segura y efectiva en embriones humanos", según un comunicado.
Para estos expertos, toda autorización debe hacerse de forma "progresiva y prudente", en palabras de Richard Lifton, presidente de la Universidad Rockefeller (Estados Unidos) y copresidente de esta comisión.
Esta última fue constituida después de que un investigador chino, He Jiankui, provocara un escándalo planetario en noviembre de 2018 al anunciar el nacimiento de los dos primeros bebés genéticamente modificados, dos gemelas de las que dijo haber modificado el ADN para volverlas resistentes al virus del sida, con el que su padre estaba infectado.
Según la agencia de prensa oficial Xinhua, después nació un tercer bebé con el ADN modificado.
He, que dirigía un laboratorio en Shenzhen, en el sur de China, fue destituido y condenado a tres años de cárcel por "haber procedido ilegalmente a la manipulación genética de embriones con fines de reproducción".
Este investigador dijo haber utilizado la técnica CRISPR-Cas9, que revolucionó la medicina genómica en los últimos años. Estas "tijeras genéticas" permiten reemplazar partes del genoma, de la misma manera que se corrige un error tipográfico en un ordenador.
Menos onerosa y más simple que las técnicas empleadas hasta la fecha, esta técnica es objeto de un encendido debate.
Si bien hubo unanimidad contra la experiencia de He Jiankui, sobre todo por el riesgo de provocar efectos indeseables, solo el principio de modificar el genoma humano por motivos médicos ya divide a científicos y médicos.
En marzo de 2019, un grupo de eminentes investigadores abogó por una moratoria sobre estas técnicas, pero su propuesta chocó con el rechazo de otros científicos por el temor de poner freno a un campo de investigación que suscita grandes esperanzas para tratar enfermedades genéticas.
Las recomendaciones de la comisión internacional versan sobre modificaciones del ADN de gametos (óvulos y espermatozoides), zigotos y embriones humanos destinadas a garantizar el buen desarrollo de un embarazo y por tanto especialmente sensibles porque pueden ser transmitidas a las generaciones siguientes.
Sus conclusiones servirán para alimentar el trabajo de un comité de la OMS sobre la materia, que publicará sus propias recomendaciones antes de fin de año.
aFP
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