Con un iglú de 89 metros cuadrados por refugio y algunas estufas a petróleo como único medio de calefacción para soportar las extremas temperaturas del polo sur, seis marinos chilenos fundaron la Base Soberanía en el inhóspito territorio antártico, espacio que este sábado cumple 74 años de existencia en el continente blanco.
Pasaron 31 años para que, desde el exitoso rescate de la tripulación del naufragado Endurance en 1916, Chile enviara una segunda expedición oficial al llamado "Continente de la Luz", que por entonces ya despertaba la ambición de múltiples estados en el mundo por su potencial de riqueza.
En el verano de 1947, a bordo del transporte Angamos y la Fragata Iquique de la Armada de Chile, se inició desde el puerto de Valparaíso la aventura rumbo al territorio más austral del planeta, mismo recorrido que emprendieron en marzo del año pasado los nueve hombres que ocupan la hoy llamada Base Naval Capitán Arturo Prat.
Arribados a la base chilena el pasado 13 de noviembre, un equipo de nueve marinos comandados por el capitán Carlos Valenzuela ejerce funciones navales en la zona.
Durante el año, comentó a Efe el jefe de la base, los trabajos realizados buscan "proveer información meteorológica y glaciológica a las unidades que circulan por estas latitudes", además de "contribuir al desarrollo del programa Antártica y dar apoyo logístico de sus bases y refugios".
Actualmente, la base que partió como un pequeño asentamiento dispuesto para soportar las inclemencias del viento y temperaturas que pocas veces al año superan los 0 grados Celsius, cuenta con 1.200 metros cuadrados de instalaciones que incluyen pabellones con camarotes, oficinas, generadores, calderas, maestranzas, pañol para manejo de sustancias peligrosas, refugios y un gimnasio, además del antiguo iglú declarado monumento nacional.
Con todo su equipamiento a disposición, la Base Prats "ejerce funciones de autoridad marítima controlando y apoyando a los nacionales, además de asesorar a los extranjeros", explicó el capitán Valenzuela.
"Mantenemos capacidad de asistencia y salvamento marítimo en nuestras áreas de responsabilidad SAR, seguridad de la vida humana en el mar y protección del medioambiente marino", agregó el oficial chileno.
La riqueza natural de la Antártica se ha transformado en foco de políticas de protección medioambiental a nivel global, pues a pesar de su apariencia yerma en la superficie, alberga una biodiversidad única en el mundo y su conservación es clave para el clima planetario.
Entre el quehacer de la dotación apostada en la zona, se encuentra el "apoyo a la ciencia y expediciones científicas lideradas por el Instituto Antártico-Chileno", explicó el capitán Valenzuela.
En adelante, agregó el oficial, el desafío de la base "es preparar todas las dependencias para continuar cumpliendo con la labor encomendada" por la Armada, vislumbrando "el largo periodo de invierno" para el cual se viene trabajando durante casi un año.
Con información de EFE