Por The New York Times | Patrick Sisson
La industria pesada utiliza casi 149 millones de terajulios de energía al año, o alrededor de 700 veces más energía que las armas nucleares más poderosas que han sido detonadas en la historia. Debido a la escala total del sector, es difícil reducir las emisiones de carbono.
Se necesitarían cantidades increíbles de calor y energía para la producción y métodos para almacenar inmensas cantidades de energía para los aviones, los buques y los camiones. Se tendrían que retirar billones de dólares en activos mundiales. Y los principales sectores involucrados —los aviones, los barcos, el acero, los plásticos, el aluminio, el cemento, los productos químicos y los camiones— representan franjas enormes de la economía, por lo que es un asunto político muy espinoso de la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, una combinación de trabajo político, avances tecnológicos y colaboraciones industriales ha logrado que algunos cambios que parecían improbables se conviertan en puntos de movilización para tomar más medidas.
“En realidad, se tiene que movilizar toda la economía”, comentó Helen Clarkson, directora ejecutiva de Climate Group, una organización sin fines de lucro a nivel mundial. “No tenemos total libertad de acción porque es más difícil”.
RMI, una organización con sede en Colorado enfocada en la sustentabilidad que era conocida como Rocky Mountain Institute, estima que tan solo la producción acerera, los barcos, la aviación y los camiones contribuyen a un 40 por ciento de las emisiones mundiales de carbono y, si no se les reforma, consumirán hasta el doble del presupuesto restante del mundo destinado al carbono para permanecer por debajo de los 1,5 grados Celsius de calentamiento para 2050.
Sigue habiendo inmensos obstáculos, entre ellos el financiamiento, el respaldo político y los desafíos tecnológicos sin resolver. No obstante, las coaliciones y los grupos de la industria, entre ellos la Comisión para la Transición Energética (ETC, por su sigla en inglés), un centro de investigación que publicó un informe en 2018 sobre esta transición, y Mission Possible Partnership (con apoyo de RMI), han creado mapas detallados para la transformación del sector. El plan Steel Zero de Climate Group para generar demanda de acero libre de carbono, el cual comenzó en diciembre, habría sido ignorado hace unos años, comentó Clarkson, pero ya cuenta con el apoyo de importantes firmas de construcción a nivel mundial.
¿Se puede confiar en algunas de las industrias más contaminantes de la historia? Cate Hight, una directora de RMI, admite que es posible que creen una falsa imagen de responsabilidad con el medioambiente. No obstante, gracias a la mejoría en la precisión de las herramientas digitales que usan agrupaciones independientes para monitorear emisiones, es más fácil responsabilizar a las corporaciones.
Para comprender la velocidad con la que está cambiando el terreno, basta fijarse en el acero, una industria global que es sinónimo de chimeneas y responsable del siete por ciento de las emisiones de CO2. El acero verde no es solo una visión, sino una realidad.
A partir de 2016, el fabricante sueco de acero SSAB comenzó a desarrollar un proceso siderúrgico libre de combustibles fósiles llamado Hybrit, el cual están probando las automotrices Volvo y Mercedes-Benz.
Para 2026, el proceso piloto —en el que el mineral de hierro se refina, o se reduce, con hidrógeno verde y energía renovable hasta convertirlo en hierro esponja libre de oxígeno, al cual luego se le da forma de acero terminado en hornos de arco eléctrico— se habrá ampliado hasta contar con una planta comercial operativa que producirá 1,35 millones de toneladas de hierro esponja al año, según dijo el director de tecnología de SSAB, Martin Pei. La competencia como ArcelorMittal, Midrex y U.S. Steel también está invirtiendo en la reducción de carbono.
Aunque estas medidas son positivas, representan tan solo un inicio. Mission Possible Partnership, una alianza climática entre líderes industriales, financieros y grupos de influencia política como RMI, estimó que la industria del acero necesita invertir 30.000 millones de dólares cada año tan solo para cumplir con el aumento en la demanda; otros 6000 millones de dólares son necesarios para que todo eso cumpla con las cero emisiones netas. El hidrógeno verde plantea un desafío particularmente complicado; descarbonizar toda la industria pesada con esta opción de alta potencia requeriría tanta electricidad que tendría que duplicarse la generación eléctrica actual en el mundo, según RMI.
Otros sectores de la industria pesada se han enfocado primero en reducir su producción de carbono en vez de eliminarla por completo.
La eficiencia emociona a Ben Schuler, fundador y director ejecutivo de Infinitum Electric, una empresa emergente con sede en Round Rock, Texas, que fabrica motores eléctricos que pesan y miden la mitad de la norma. Los motores de núcleo de aire de su empresa representan un gran salto de sustentabilidad; Caterpillar y Rockwell Automation son inversionistas, y Green Proving Ground, un programa del gobierno federal que prueba tecnología emergente de construcción en edificios federales, está evaluando productos de Infinitum para un desarrollo potencial a gran escala.
La mitad de la electricidad de Estados Unidos se usa para impulsar motores eléctricos y se espera que en las próximas dos décadas casi una tercera parte del crecimiento de la demanda de energía en el mundo provenga de motores industriales, entre ellos los que impulsan sistemas de ventiladores y calefacción, ventilación y aire acondicionado, compresores, alternadores maquinaria de fábrica y bombas de calor.
“Hay mecanismos mejores y más limpios para hacer exactamente los mismos procesos que hemos llevado a cabo en los últimos 100 años”, comentó Schuler, quien espera entregar 15.000 motores en 2022. “Solo se necesita que miles o decenas de miles de otras empresas con buenas ideas como nosotros hagan su parte”.
La incertidumbre de que se dé tal cambio ha convencido a Hight de que el camino correcto es “usar perdigones de plata en vez de una bala de plata”, es decir, un enfoque que abarque todo a la vez e incluya a los motores eléctricos, una inmensa expansión de la energía renovable e inversión en tecnología de hidrógeno.
A pesar de la abrumadora tarea que se avecina, hay gente optimista que cree que la industria pesada puede reducir sus emisiones de carbono con rapidez y obtener ganancias en el camino.
En un informe de gran envergadura publicado este verano, el cofundador de RMI, Amory Lovins, arguye que la electrificación, la evolución y la eficiencia de la energía limpia producirán una reforma que creará “billones de dólares en destrucción creativa”. El costo de cambiar es radical, pero también lo es el rendimiento potencial, escribió: “Aprenderemos que muchos problemas parecen irresolubles hasta que alguien los resuelve”. Motores ligeros fabricados por la empresa emergente Infinitum Electric, en Round Rock, Texas, el 29 de octubre de 2021. (Cindy Elizabeth/The New York Times) Ben Schuler, fundador y director ejecutivo de la empresa emergente Infinitum Electric, en Round Rock, Texas, el 29 de octubre de 2021. (Cindy Elizabeth/The New York Times)