Toda la fauna que habita sobre las costas y los aires de la Península Antártica, uno de los territorios más inhóspitos y bellos del planeta, tiene un lazo vital con una especie diminuta que en su etapa adulta no supera los seis centímetros: el krill antártico, hoy en el centro de esfuerzos internacionales para defender y conservar la zona a través de áreas marinas protegidas.
Al celebrarse este jueves, 11 de agosto, el primer Día Mundial del Krill, el experto Lucas Krüger habló con Efe sobre este crustáceo, cuya biomasa se estima es superior al de la humanidad entera y que constituye la base de la red alimentaria en toda la península, una extensión del continente sudamericano cuyo acceso está resguardado por las tempestuosas aguas del Pasaje de Drake.
Las amenazas que se posan sobre el krill son múltiples, aunque no es la primera vez que este territorio enfrenta escenarios adversos por acción del ser humano: la zona fue arrasada a principios del siglo XX por la industria ballenera, dejando penosas imágenes con decenas de cadáveres cetáceos acumulados junto a las faenas en una empresa que, se estima, asesinó al 99 % de la población de ballenas azules de la época.
Krüger, doctor en biología especializado en ecología marina e investigador del Instituto Nacional Antártico Chileno (INACH), repasa el rol clave de este organismo, sus características y la necesidad imperativa de protegerlo ante el impacto de la pesca industrial y el cambio climático.
Pregunta (P): ¿Por qué esta especie resulta tan importante para el ecosistema de la Península Antártica?
Respuesta (R): Este pequeño crustáceo puede estar en todo el planeta, aunque el género Euphacia Superba en la Antártica es muy abundante y es la especie que domina. Es el llamado krill antártico, probablemente el organismo con más biomasa en la Antártica.
Por su gran abundancia es el principal recurso alimentario de casi la totalidad de los depredadores de la Antártica. Si no son dependientes directamente, muy probablemente son depredadores de algún organismo que se alimente de krill. Es un organismo clave en los ecosistemas marinos de la Antártica.
Hay numerosas especies especializadas en alimentarse de krill. Por ejemplo, las grandes ballenas, como la azul y la jorobada, su alimentación en casi exclusiva de krill. En los pinguinos piroxess hay años en que la dependencia del krill en su dieta es de entre 95 y 99 %. Estos grupos de depredadores están entre los vertebrados más abundantes. Por supuesto hay peces, algunos de ellos ya se sabe que son bastantes dependientes de krill, las focas tienen una dependencia temporal, especialmente el lobo marino, la foca cangrejera.
P: ¿Cuáles son las amenazas que sufre esta especie actualmente?
R: En términos oficiales no es una especie amenazada. Hay una serie de criterios para clasificar una especie como amenazada o no. Dicho eso, en la Península Antártica, una de las zonas de mayor abundancia de krill, se ha registrado una reducción de la biomasa, en tanto hay una tendencia a que el centro de distribución se mueva hacia el sur.
P: ¿A qué se debe ese movimiento?
R: Probablemente debido al calentamiento de la península, una de las áreas que está experimentando los cambios más rápidos en términos de temperatura. Hay una cierta controversia en el mundo científico sobre si este decrecimiento es significativo o no, pero con los resultados que tenemos yo tiendo a decir que sí, que en esta región está disminuyendo (...) Desde 1995 hasta ahora hay datos sonares que evidencian esa disminución, y aunque no sea una tendencia muy intensa, sí se ve una bajada de la biomasa.
P: Además del cambio climático, ¿hay otras amenazas por la acción humana?
R: La pesca industrial de krill, que es la única actividad económica que tiene este nivel en la Antártica y que ha aumentado considerablemente los últimos 20 años. Hoy está cada vez más concentrada en pequeñas zonas de la península, que es justamente donde se está viendo que el krill está disminuyendo.
Aunque no hay hasta el momento resultados diciendo que la pesquería está afectando la propia biomasa de krill, hay algunas evidencias que apuntan a ese lado, pero faltan estudios. Es un hecho sí que esta actividad ha crecido, aunque está estabilizada en un nivel que se llama de límite precautorio. Es posible que no sea tan precautorio, sino que deba ser bajado en algunos años. El krill se reproduce cada cinco o seis años, por lo que habrá periodos en que la biomasa de krill será muy baja. Puede tornarse un problema si sigue bajando.
P: ¿Qué papel juega esta especie para contener el impacto del cambio climático?
R: Su principal alimentación son las algas, el fitoplancton. Durante el verano, cuando está en la superficie del océano; y durante el invierno, cuando está bajo del hielo marino. El krill puede capturar el carbono que está siendo absorbido por el fitoplancton en la superficie, y como ellos hacen migraciones verticales diariamente, sus fecas son depositadas en el fondo oceánico. Así ayudan a mover el carbono a mayores profundidades. Hay estudios recientes que demuestran eso.
P: ¿Cómo se puede mejorar su manejo pesquero?
R: El manejo de la pesquería de krill es hecho por la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA). Efectivamente ellos están cambiando este manejo para que sea más dinámico y que responda a esta variación del krill a una escala de tiempo menor. Es una organización que engloba 26 países, por lo que es una conversación muy lenta y hay que desenvolver los métodos entre los grupos de trabajo. No obstante, en estos últimos años el covid no nos ha permitido reunirnos presencialmente, haciendo esto más lento de lo que debería. Ojalá en los próximos dos o tres años se tenga una estrategia de manejo más solidificada.
P: ¿Hay más acciones de corto y mediano plazo para reducir el estrés sobre el krill antártico?
R: Si podemos reducir el consumo de productos con base de krill antártico, esto ayudaría. Las dos principales aplicaciones del krill son la acuicultura como ración para el pescado y para la producción de omega 3. Especialmente para este último hay otras fuentes, como algas, donde puede ser producido con menos impacto. Y por supuesto, en un contexto más global no solo afectando el krill, reducir la quema de combustibles fósiles al mínimo lo mas rápido posible. Esto seguramente tiene un beneficio para todo el planeta.
Sebastián Silva - EFE