La revista Nature publicó esta semana un artículo que destaca el trabajo del investigador uruguayo Juan Pablo Tosar y, a través de él, las investigaciones que llevan a cabo los grupos que integra en la Facultad de Ciencias de Universidad y el Institut Pasteur de Montevideo. Es la segunda vez en menos de un año que el investigador es foco de un artículo en una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, que presenta el trabajo de Tosar y sus colegas en el estudio del ARN a la comunidad internacional. En diálogo con Montevideo Portal, el biólogo molecular Tosar explicó en qué consiste su trabajo, su opinión sobre la visibilidad de la ciencia en pandemia y cuáles son los desafíos del sistema científico a futuro.

Montevideo Portal: ¿En qué consiste el estudio que llevan a cabo sobre el ARN molecular?

Juan Pablo Tosar: Ahora conocemos el ARN y estamos al tanto de que tiene la capacidad de codificar para proteínas. En el caso de las vacunas de ARN codifica para la proteína de superficie del virus. Pero además de codificar para proteínas, lo que llamamos "ARN mensajero", hay otro ARN que llamamos "ARN no codificante" que juega un rol importante en manejar las "torres de controles" de las células. Esos ARN regulan la expresión génica, es decir qué proteínas se forman aunque ellos no coincidan para proteínas. Estamos hablando de material genético regulador. Se puede encontrar ARN fuera de la célula que es muy frágil. Una cosa que podemos entender es cómo hace ese ARN para poder sobrevivir a esa degradación y a dónde va. Nos encargamos de la versión molecular de una de las preguntas más existenciales del ser humano que es: "¿de dónde venimos" y "¿hacia dónde vamos?". De dónde viene ese ARN que encontramos en la sangre y a dónde va. Estudiamos esos fenómenos que nos pueden ayudar a entender cómo funcionamos, porque nuestras células dialogan entre ellas, intercambian información en forma de ARN extracelular, además de otros mecanismos. El ARN extracelular viaja de una célula a otra a través de sangre, orina y otros fluidos, en "cápsulas" (exosomas) que lo protegen de degradación, generando una conversación molecular entre células. Esta investigación nos puede dar una ventana de oportunidad para el diagnóstico temprano de enfermedades. Se sabe que las células tumorales liberan ARN específico, por lo que hallarlo en sangre podría ser una alerta. A este tipo de diagnóstico no invasivo se le llama "biopsia líquida".

MP: ¿Qué significa este segundo reconocimiento por una revista prestigiosa sobre ciencia?

JPT: Estas son las cosas lindas, pero a la vez un tanto incómodas, del protagonismo y la exposición. La ciencia es un trabajo en equipo, hay menos lugar para las individualidades más allá de que uno también le pone su propia visión. Hay alegría y satisfacción por saber que la ciencia que hacemos en Uruguay, con todas las dificultades que eso conlleva, es valorada y jerarquizada también a nivel internacional. Es bueno poder ir transmitiendo un mensaje y desterrar el "acá no se puede". Creo que ese es un mensaje que no nos ayuda. Los países ricos son ricos porque hace años atrás se dieron cuenta que, sobre todo en el siglo XXI, el desarrollo económico y social va de la mano de la innovación tecnológica y no puede haber innovación tecnológica si no hay conocimiento científico. De alguna forma que esto sirva para mostrarnos al mundo, ya que no podemos como país aislarnos del mundo en ninguna actividad, menos en la científica que es por definición globalizada. A la interna como país es un lindo ejemplo de un trabajo hecho en su inmensa mayoría en Uruguay, para mostrar que podemos y que la ciencia que hacemos acá juega en primera a nivel del mundo. El trabajo que hacemos es igual de bueno si no hubiese salido en Nature, esta es una oportunidad y está bueno aclarar que no es que hay una cuestión excepcional, ya que el sistema científico nacional está muy sólido. Eso es algo que nos tenemos que sentir orgullosos los científicos y quienes no lo son.

MP: ¿Cómo evaluás la visibilidad de la ciencia en el marco de la pandemia?

JPT: La pandemia ha catalizado ese interés por la ciencia como algo no lejano, sino que nos afecta a todos. Me gusta que la ciencia juegue ese rol, de que nos alegramos cuando algo sale bien. Lo importante es que la ciencia salió de "su escondite" y ahora forma parte de la vida de todos los uruguayos. Eso es importante para ir a la siguiente etapa, que es que empecemos a apoyarnos en la ciencia y a concebirlo desde el sistema político, como que nuestro desarrollo futuro de inserción internacional tiene que ir de la mano de innovación tecnológica que no es posible sin un sistema académico sólido de base.

MP: ¿Es difícil ser optimista con respecto a la inversión en ciencia en un contexto complejo en cuanto a lo económico?

JPT: Obviamente que hablar de apoyo presupuestal en medio de una crisis económica y social puede resultad un poco raro o antipático. Pero es justamente al revés. En estas situaciones de crisis es donde más importante es tener una definición política, estratégica de qué queremos hacer como país con la ciencia que tenemos. Es una ciencia que ya ha demostrado que es de alta calidad y lo suficientemente diversa para abarcar todas las ramas del saber y eso nos posiciona para dar respuestas rápidas. Hay científicos pensando en problemas lejanos, cuando aparecen problemas inmediatos tenemos ya a los expertos, la tecnología y los medios necesarios para atacarlos. Eso quedó demostrado en la pandemia, no es atado a la pandemia, ya estaba antes. Lo que ahora tenemos que discutir es cómo vamos a salir de esta, no solo a corto plazo, sino a mediano y largo plazo. Estoy convencido de que es apostando a la ciencia fuertemente y a la investigación científica. También buscando vincular la investigación científica y el conocimiento a la actividad productiva, ese gancho hay que coserlo firmemente. De esta forma es como nuestro país va a salir adelante porque así funcionan las economías desarrolladas del siglo XXI. Es momento de invertir más en la ciencia, hay dificultad para hacerlo, lo entiendo. No soy ministro de Economía y no voy a diseñar la estrategia macroeconómica, pero entiendo que tiene que haber un convencimiento político de que a la ciencia no se la puede dejar caer. Hay algo claro que es que no se puede dejar caer a las empresas por falta de liquides en la coyuntura actual. El daño que eso generaría costaría mucho tiempo repararlo. A veces se buscan políticas para inyectarle liquides a algunas empresas que pueden ser viables. Ese convencimiento está, que hay que poner plata en momentos de dificultad para que no se me caiga lo que tengo. Con la ciencia es más o menos algo así. Construir el sistema científico que hoy tenemos y estamos disfrutando, cuyas buenas noticias nos alegran, llevó décadas de inversión sostenida muy por debajo de lo que a nivel internacional se considera óptimo. Todo eso se puede perder muy rápido.

MP: ¿Qué consecuencias tendría perder lo construido?

JPT: La generación que ahora se está cuestionando de si hacer un doctorado o no empieza a percibir señales de que políticamente la ciencia no es de relevancia para el desarrollo del país. Cuesta mucho sostener un ecosistema científico sólido y puede muy rápido desarmarse. Si se desarma puede tardar décadas a volver a donde estaba. Basta con que una generación se vaya o que cada vez ingresen menos estudiantes a las carreras científicas y eso hace que se desplome el ecosistema armado. Uruguay tiene un sistema científico del cual debería sentirse orgulloso y que tengo el orgullo de ser parte. Creo que la ciencia es valorada en el país, pero no se si hay suficiente conciencia de la fragilidad del sistema científico, lo que costó armarlo. Pequeñas acciones pueden tener efectos muy difíciles de reparar. La realidad a todos nos preocupa y se está consolidando que la ciencia es parte de nuestras vidas. Hay que cuidar a la ciencia, no solo para cuidarnos a los científicos, sino para usar a la ciencia como motor de desarrollo del país. Eso implica apostar a la ciencia aplicada, que da productos y soluciones a corto plazo, pero también tener una mirada alta de apoyar a la ciencia guiada por curiosidad, que persigue objetivos en otro marco temporal, porque esa es la base de todo el sistema científico.