Para hablar de Copilot es preciso remontarse a noviembre de 2022.
En aquel entonces se habilitó para todo el mundo el ChatGPT, de la estadounidense OpenAI, y empezó la revolución de la inteligencia artificial generativa (IAG). Primero fueron los ‘early adopters’, pero rápidamente empezamos todos a ‘jugar’ con el chat inteligente.
El uruguayo Roberto Icasuriaga, director para Latinoamérica y el Caribe de pequeñas, medianas empresas y compañías nativo-digitales en Microsoft, recuerda haber visto gente en la playa haciendo preguntas sobre Nacional y Peñarol durante el verano uruguayo de 2023. La imagen era reflejo de un hecho clave: la democratización de la IAG.
Observando esas mismas escenas había, seguramente, gente del ambiente tecnológico, empresarios y dueños de compañías en general viendo algo más: una tecnología que podía transformar sus negocios. Visualizar el impacto potencial, en una mentalidad como la de ellos, era sinónimo de pensar ‘cómo puedo aprovechar esto’.
Como parte de ese proceso surge Copilot, el asistente que creó Microsoft para empresas y personas basado en IAG. No sería justo pasar por alto que la tecnología necesaria para crearlo se gestó en los últimos 15 o 20 años; más bien, fue con investigación y desarrollo que la compañía fundada por Bill Gates se pudo poner al frente de la tendencia que pronto estaría en manos de todo el mundo.
Lo que sigue es una intensa etapa de testeo de Copilot dentro de la propia Microsoft, con hasta 3 mil empleados probando el producto desde sus versiones iniciales hasta hace algunos días, cuando se puso a disposición.
Sentado en una cafetería montevideana, Icasuriaga apela a describir qué es Copilot sirviéndose de la metáfora que le da nombre: “Un piloto de rally puede conducir el auto solo durante todo un tramo. Al tener un copiloto que le diga para dónde va la curva siguiente, va a lograr un mejor resultado. El copiloto solo no va a hacer nada haciendo las instrucciones sin el piloto que verdaderamente maneja, pero el piloto puede mejorar su performance con un copiloto al lado”.
La IAG, agrega, es algo que puede aumentar la capacidad humana. “Es la forma en la que lográs potenciar la forma en la que trabajas a partir de una herramienta nueva”, insiste, y acota: “No es muy distinto de lo que ha pasado con otras tecnologías. Al final, es lo mismo”.
El referente de Microsoft para empresas del continente intenta despejar así, de primera, los fantasmas que circulan sobre que esta tecnología viene a “sustituir” a las personas, algo en lo que más adelante se explayará.
Un copiloto, ¿para qué?
Antes de volver al rally, una digresión técnica: ante el éxito del ChatGPT, Microsoft hizo un acuerdo con OpenAI por el cual los modelos de esa compañía están alojados en Azure, la nube de Microsoft, y Microsoft usa esos modelos —con la capacidad de cómputos y la seguridad empresarial que tiene— para sus propios productos y para entregar ese servicio a gente que hace sus propios “Copilots” especializados.
El Copilot desarrollado por Microsoft apunta a mejorar la productividad empresarial en general, tanto personal como colectiva, y se instala en Microsoft 365, más conocido como Office. Así, la inteligencia artificial generativa desembarca en los distintos programas para aumentar la capacidad de quien los usa.
Primer ejemplo: un encuentro en Teams, la plataforma de reuniones virtuales de Microsoft, ofrece ahora la ventaja de poder sacar una minuta e forma automática. “¿Puede alguien que está en la reunión tomar la minuta? Sí, claro, siempre ha sido así. Pero esa persona quizás no pueda estar totalmente metida en lo que sucede en la reunión”, plantea Icasuriaga.
Claro que el resumen de Copilot no será perfecto, pero servirá a los humanos que hayan participado de la reunión y, sobre todo, a los que no hayan podido asistir, a los que hayan llegado tarde o a los que hayan resuelto ir a otro encuentro prioritario. Sabrán qué pasó sin haber estado ahí: serán más productivos.
El uso de un chat inteligente como Copilot dentro de un producto empresarial como puede ser Microsoft 365 implica que, a diferencia de lo que ocurre en internet, los datos son propios de la empresa y son de uso interno. Esto, que es fundamental en términos de privacidad y seguridad, significa que Copilot no “aprende” de lo que pasó en una reunión en determinada compañía ni se alimenta de ello para mejorar el modelo de lenguaje general. El sistema sí es capaz de “saber” cuáles son las relaciones entre las personas de una empresa y quiénes interactúan con más frecuencia sobre qué temas. Y eso posiblemente mejore la productividad, dice Icasuriaga, pero siempre “dentro de los confines de la empresa”.
En el Outlook, la aplicación de correo electrónico de Microsoft, Copilot es una herramienta útil para quienes reciben cientos de correos al día. Lo vivió el propio Icasuriaga, que lo cuenta así: “Yo me fui de vacaciones 15 días y cuando volví tenía 1.500 mails. En el pasado ¿qué hubiera hecho? Hubiera ordenado mis mails primero por los de mi jefe, luego por las personas que son más importantes para mi trabajo, etc. Ahora lo que le digo es ‘lee todos los mails de tal persona y resumime aquellos en los que me puso una acción o me pidió algo’. O le pido los cinco puntos más importantes, o algo que se haya repetido muchas veces”.
Es una forma más sofisticada de algo que ya existía. Uno podía llegar a lo mismo en dos o tres pasos más, admite Icasuriaga. La diferencia es que ahora, sabiendo hacer bien la pregunta, se consigue un mejor resultado.
En Word, con Copilot se puede pedir ayuda para escribir los correos y ganar en velocidad, o escribirlos uno mismo y pedirle una corrección, ya sea gramatical, idiomática o de tono de escritura.
Para Power Point, ahora se puede pedir la creación de una presentación a partir de un documento. Copilot puede ocuparse del diseño, algo “interesante por la productividad”, insiste Icasuriaga, “porque es habitual perder tiempo en eso en vez de en el contenido”.
La evolución en el caso de Excel está en que se le pueden pedir fórmulas o acciones “en lenguaje natural, sin exactamente saber cuál es el nombre de la función”. Ahora el resto de los humanos vamos a poder acercarnos al que más sabe de Excel. Le podemos preguntar: esto es lo que quiero, ¿se puede? Y te va a decir ‘sí, se puede y es esta la forma’.
En todos los casos, la clave estará en saber preguntar.
“La pregunta es muy importante. Creo que hay mucha literatura de esto que en inglés se llama promt engineering. En la medida que uno vaya perfeccionando el uso, sabrá cómo obtener la información”, dice el referente de Microsoft, y recurre otra vez a la metáfora visual: “Esto es como conocer exactamente cómo tenés que poner la llave de tu casa”.
El foco en las pymes
Hasta hace poco, Copilot estaba restringido a empresas de más de 300 empleados. Según Icasuriaga, la intención era seguir testeándolo y recogiendo devoluciones. Días atrás la compañía anunció que ahora está disponible para todas las empresas, sin importar su tamaño (a US$ 30 por mes, por usuario), y se lanzó también una versión para individuos, Copilot Pro (a US$ 20 por mes). Por lo visto hasta ahora, las empresas empiezan a usarlo por los mandos medios altos; otras lo están probando en determinadas áreas, sobre todo en tecnología o finanzas.
El director de Microsoft en Latinoamérica pone sobre la mesa algunos datos: en Uruguay, 40% de las empresas son pymes, y más del 60% del empleo proviene de estas pequeñas y medianas empresas. En ellas, justamente, es donde quiere poner el foco.
“Copilot abre una puerta muy grande para el emprendedor o pequeño empresario que está muy enfocado en su negocio”, afirma Icasuriaga, y que “tiene dos oportunidades que son a la vez desafíos”. Por un lado, “no necesariamente tiene a todas las personas que le pueden cubrir distintos aspectos, como tecnología o demás; es una persona hecha a sí misma”. Por otro lado, “está buscando formas de hacer su negocio más automático, de no tener que ocuparse de ciertas cosas para poder abocarse a su propio negocio”, continúa, y razona: “Entonces, esto es muy interesante para un empresario de este tipo: le permite automatizar más su negocio y dedicarse a otras tareas”.
De acuerdo con un estudio que hizo Microsoft en Latinoamérica —no incluyó a Uruguay—, el 10% de los pequeños y medianos empresarios se siente “cómodo” con la IA. El resto aún no. Pero el mismo estudio revela que un 50% cree que la IA le va a contribuir a su negocio en algún momento, “con lo cual hay mucho interés en ponerse al día”, apunta Icasuriaga.
A su vez, si se mira el universo de los que ya se sienten cómodos, el porcentaje de los que creen que la IA será útil para su empresa asciende a 80%. “O sea, una vez que se sienten cómodos, entienden cómo la tecnología les va a servir”, concluye el experto. “Siempre ha sido así: el que ya se siente cómodo ve que la tecnología para ayudarlo en tal negocio existe”.
¿Cuánto tiempo puede llevar que los empresarios latinoamericanos se sientan cómodos con la IA? La respuesta de Icasuriaga es “no lo sé”. Lo que sí sabe es que los cambios suceden cada vez con más velocidad. “Los empresarios ya tienen una base tecnológica. Ya pasaron por la transformación digital, y la pandemia aceleró: mejoró el e-commerce, el marketing se modernizó, el trabajo es híbrido o remoto”, menciona.
Por lo pronto, la aspiración de Microsoft hoy es que empresas y usuarios que tienen Copilot lo usen. “El primer paso es tener la tecnología disponible; el segundo y más importante para nosotros es utilizarlo. Con esa utilización vamos a aprender más sobre qué Copilot le gustaría a la gente tener”, asegura. Es posible que, en ese proceso, surjan nuevas funciones y se automaticen nuevos procesos.
Uruguay primero
¿Copilot va a reemplazar gente? A menudo Icasuriaga se enfrenta a esta pregunta y esta vez sí arriesga una respuesta.
“La verdad es que nunca fue así, ni con internet ni con nada”, afirma, y entonces vuelve a la imagen del piloto y el copiloto que no puede prescindir del primero. Sin embargo, reconoce que puede haber “un cambio de perfil” en las contrataciones de una empresa a partir de la introducción de la inteligencia artificial generativa.
“Nos ha pasado con todos los cambios tecnológicos que los perfiles cambian”, afirma. “Puede pasar que tengas menos necesidad de tareas administrativas y precises a más personas en la línea de negocio creativa. Muchos de los trabajos van a cambiar la forma de hacerse”, agrega, y da un ejemplo de lo que más conoce: “Con Copilot, un programador aumenta su productividad 30 o 40%; le permite producir más y otras cosas. A esa empresa le permite tomar más gente y más cuentas. Entonces cambia el perfil: el contratado estará menos en el detalle del código y un poco más en el diseño de lo que ese código tiene que hacer”.
Uruguay sabe cómo aprovechar estas olas tecnológicas, sostiene Icasuriaga, y asegura que lo que está ocurriendo con la inteligencia artificial generativa no es la excepción.
“Hay muchos emprendimientos; ha explotado. Solo en Uruguay creemos que hay 300 empresas trabajando con nosotros en generación de soluciones con IAG”, señala en esta conversación con Montevideo Portal.
Es llamativo, dice el uruguayo: “Nos estamos transformando en un polo de generación de servicios de inteligencia artificial super interesante”.
Cuenta que, hace algunas semanas, distintos expertos de Brasil, México y Chile viajaron a Uruguay para el Punta Tech, un evento de networking entre empresarios del rubro. “Querían venir a Uruguay porque se está volviendo un hub de innovación. El laboratorio de Microsoft de IA acá ya lleva 40 prototipos hechos por empresas uruguayas, algunos para clientes uruguayos y otros para extranjeros. Muchos de ellos van a terminar en Copilots especializados”, específicos para ciertas industrias. ¿Algún ejemplo? Manejo de documentos en empresas legales, como estudios de abogados, o de cálculos impositivos, como estudios contables. “En todo lugar donde exista un alto volumen de información o datos se puede hacer un Copilot”, asegura el directivo de Microsoft, y en este punto “Uruguay tiene un rol mucho más grande que su mercado” (para variar).
Sin ir más lejos, Montevideo COMM incorporó a Montevideo Portal IAG que permite crear títulos variados a partir de un texto, corregir notas y elaborar posteos para redes sociales. La experiencia fue contada en el último Evento Genexus.
“Las empresas deben pensar cuál es el área en la que el manejo de volumen de datos les puede permitir una diferencia en ser más productivos o en proveer mejores servicios a sus clientes. Ahí hay una oportunidad de usar IAG como herramienta para diseñar una solución mejor”, advierte. “Y la industria de software uruguaya está, en gran parte, enfocada en esto. Es una super oportunidad y te diría que la está aprovechando”, concluye.