La Amazonía brasileña registró 11.062 incendios forestales en noviembre, prácticamente el doble de los reportados en el mismo mes del año pasado, la cifra más alta para el período desde 2019, informó este jueves el Gobierno.
De acuerdo con el sistema de alarmas del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), el número de focos de calor en la parte brasileña de la más extensa selva tropical del planeta superó en un 91,4 % a los 5.779 reportados en noviembre del año pasado.
En lo que va de año se han identificado más de 112.000 focos de incendios en el bioma, un 49,5 % más que todos los reportados en los doce meses de 2021.
Las llamas se han sucedido en la Amazonía brasileña en 2022 y el número de espacios ardiendo reportados hasta el momento ya es el más alto de los últimos doce años, desde 2010, cuando fueron registrados 134.614 incendios.
La gerente de ciencias en Brasil de la organización ecologista internacional WWF, Mariana Napolitano, explicó a EFE que el número de focos de incendio registrados en noviembre es "bastante elevado" si se tiene en cuenta que para esta época la Amazonía ya está en período de lluvias.
Para la experta, se trata de "una carrera" para tratar de devastar la mayor área posible de selva ante la llegada del nuevo escenario político, ya que el presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, ya anunció medidas para intentar controlar la situación a partir de enero, cuando asumirá su tercer mandato.
"Es una acción que observamos fuertemente ligada a la cuestión de crímenes ambientales en el bioma", indicó.
Los incendios son uno de los principales causantes de la desforestación en la selva. Entre agosto de 2021 y julio de 2022 la Amazonía perdió 11.568 kilómetros de cobertura vegetal, la segunda devastación más alta en los últimos 14 años, tan solo superada por la del período 2020-2021 (13.038 kilómetros cuadrados), según el sistema del INPE.
Las organizaciones ecologistas atribuyen el salto de los incendios y de la desforestación en Brasil a las políticas del actual presidente, Jair Bolsonaro, un defensor de la explotación económica de la Amazonía.
Durante sus cuatro años de Gobierno la desforestación promedio de la selva fue de 11.396 kilómetros cuadrados por año, un salto del 59,5 % frente a los cuatro años anteriores.
Para los ecologistas, ese salto es consecuencia de la retórica antiambientalista del líder ultraderechista, que desmontó los organismos de vigilancia, flexibilizó la legislación y defendió la explotación económica de la Amazonía incluso en reservas indígenas.
El problema será la "herencia maldita" -como la han calificado algunos ambientalistas- que recibirá Lula el próximo 1 de enero, cuando asuma la presidencia del país.
El líder progresista, que llega por tercera vez a la jefatura de Estado tras gobernar Brasil entre 2003 y 2010, ya había tenido que enfrentarse a una de las mayores tasas de desforestación en su primer mandato, la cual logró reducir en un 43,7 % durante sus primeros cuatro años de Gobierno y terminar de disminuirla en un 80 % al finalizar el segundo.
EFE
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