En 1978, la renovación de una casa situada en los suburbios de Chicago, Estados Unidos, sacó a la luz un cráneo humano. Tras el macabro hallazgo, el dueño del inmueble llamó de inmediato a la policía para reportarlo.

Los investigadores pusieron manos a la obra, pero con los medios disponibles entonces solo pudieron determinar que el cráneo pertenecía a una mujer joven, probablemente de unos 20 años, y que no se trataba de un deceso reciente.

Aunque esta información fue un avance, el misterio seguía sin estar frente a una solución.

El cráneo fue a dar primero al Departamento de Antropología de la Universidad del Norte de Illinois, y luego quedó almacenado en el Batavia Depot Museum. Allí se “traspapeló”  hasta que fue redescubierto durante una limpieza en marzo de 2021, según informó a la prensa Rob Russell, forense del condado de Kane.

Tras su redescubrimiento, la pieza fue enviada una vez más a la Policía, con la esperanza de que los avances tecnológicos desarrollados desde 1978 hasta ahora permitieran saber más. Y la hipótesis era correcta.

Las innovaciones en la ciencia forense y el uso de la genealogía genética de investigación, que combina el análisis de ADN con la investigación genealógica tradicional, han permitido a los investigadores nuevos avances en la recopilación de pruebas.

En 2023, las autoridades del condado de Kane se pusieron en contacto con Othram Laboratories, una empresa de Texas que se especializa en casos antiguos sin resolver, según informó USA Today.

Los expertos de Othram lograron construir un perfil de ADN de la mujer, crear un árbol genealógico y localizar a parientes vivos. Uno de ellos fue un hombre llamado Wayne Svilar, quien a solicitud de los investigadores aceptó que le tomaran muestras de ADN para una confirmación que fue positiva. El cráneo pertenecía a Esther Granger, su tatarabuela.

Esther nació en octubre de 1848, en Indiana, y murió en 1866, a los 17 años, probablemente a causa de complicaciones del parto, señalaron los forenses.

La joven fue sepultada en Merrillville, Indiana.

La parte del misterio que hasta ahora no se ha aclarado consiste en cómo su cráneo viajó unos 180 kilómetros hasta el lugar donde fue hallado 102 años más tarde.

"A través de una investigación persistente y el uso de la moderna tecnología de ADN, finalmente le hemos dado un nombre a la dueña del cráneo encontrado hace tantas décadas. Esta persona ha recuperado su identidad", dijo Russell.