Tal como informa la institución, se trata de una investigación conjunta con la Universidad del Oeste de Inglaterra, Bristol (UWE Bristol), Mogu y el Instituto Italiano de Tecnología que ha revelado las propiedades de los hongos para procesar luz, deformaciones, temperatura, presencia de sustancias químicas e incluso señales eléctricas.

Por eso, estos organismos podrían ser una solución como componentes para "wearables" (la tecnología ponible, la que se puede incorporar en alguna parte de nuestro cuerpo) gracias a la posibilidad de utilizar estos biomateriales como sensores eficientes y llenos de aplicaciones.

"Los hongos son el grupo de organismos vivos más grande, más ampliamente distribuido y más antiguo del mundo. Crecen extremadamente rápido y se adhieren al sustrato que combinas con ellos", señala el investigador de la UOC Mohammad Mahdi Dehshibi, quien asegura que son capaces hasta de "procesar información de una forma parecida a como lo haría un ordenador".

Por eso, prosigue, se podría "reprogramar la geometría y la estructura teórica de gráficos de las redes de micelio -el conjunto de filamentos que forman la parte vegetativa de un hongo- y luego usar la actividad eléctrica de los hongos para realizar circuitos de computación".

Y es que, tal como detalla, los hongos no solo responden a los estímulos "disparando" señales en consecuencia, sino que también permiten manipularlos para realizar una tarea computacional como procesar información.

"Nos encontramos ante la posibilidad de crear auténticos componentes de ordenador con material fúngico, capaces de sentir y reaccionar ante ciertas señales externas, de una manera única", enfatiza.

En esta línea de investigación, los científicos seleccionaron basidiomicetos, un tipo de hongos menos propenso a las infecciones y otros problemas cuando se cultivan en interiores, aunque aún deben explorar hasta dónde llega su potencial y cómo ponerlo en práctica.

Con todo, en el mundo existen ya algunos ejemplos de "arquitectura fúngica", construida con biomateriales procedentes de los hongos, una propuesta que el equipo pondrá en práctica en diciembre de 2022 en Dinamarca e Italia con un edificio a gran escala que replicarán luego en una versión menor en la UWE Bristol.

Con información de EFE