Por The New York Times | Emily Anthes
Pang Pha es una elefanta asiática de gustos refinados. Si le ofreces un plátano amarillo o verde, lo engullirá entero, con cáscara y todo. Si le ofreces un plátano café, lo más probable es que lo rechace con su larga nariz y lo tire a un lado despreocupadamente.
Pero si se le da un plátano amarillo con manchas cafés, tal vez haga lo que ninguno de sus compañeros paquidermos del zoológico de Berlin hace: lo va a pelar. Partirá el plátano por la mitad con la punta de la trompa y luego sacudirá la fruta hasta que salga el interior carnoso. Entonces devorará la pulpa, dejando atrás la cáscara.
“Es bastante hábil”, afirmó Michael Brecht, neurocientífico de la Universidad Humboldt de Berlín y uno de los autores de un nuevo artículo sobre la habilidad de Pang Pha para pelar que se publicó el lunes en la revista Current Biology. “Claramente optimizó el comportamiento”.
Brecht y sus colegas sospechan que Pang Pha, criada en el zoológico, desarrolló su método tras observar cómo sus cuidadores pelaban la fruta por ella.
El comportamiento no es inédito —hay informes anecdóticos y videos en internet de otros elefantes pelando esta fruta— y varios expertos externos dijeron que no estaban convencidos de que Pang Pha aprendiera el hábito de los humanos.
Pero su comportamiento es interesante, dicen los científicos, y pone de relieve la habilidad de los elefantes para manipular objetos.
“Pelar plátanos es otro ejemplo de la destreza de la trompa del elefante”, escribió en un correo electrónico Joshua Plotnik, psicólogo comparativo del Hunter College de Nueva York. “Es una maravillosa herramienta ‘incorporada’ que el elefante utiliza para diversos fines”.
El estudio tuvo un comienzo lento. Después de que los cuidadores del zoológico le hablaran de Pang Pha a Brecht, que estudia el comportamiento y la neurobiología de los elefantes, los investigadores pasaron semanas dándole plátanos. Pero nunca observaron el característico comportamiento de pelado que sus cuidadores habían prometido. “Siempre le llevábamos el plátano más bonito que encontrábamos y nunca lo pelaba”, explica Brecht.
Con el tiempo, los investigadores se dieron cuenta de que solo pelaba los plátanos que estaban en su punto justo de madurez y prefería sobre todo los de color café amarillento. Según Brecht, esto probablemente se deba a que los plátanos muy maduros son más fáciles de pelar, aunque también hay otras explicaciones posibles. “La otra cosa que se nos ocurrió es que la cáscara café podría tener un sabor desagradable”, dijo.
Los investigadores también descubrieron que su comportamiento cambiaba cuando tenía que competir con otros elefantes por los plátanos. Cuando Pang Pha comía en grupo, se comía los plátanos enteros tan rápido como podía (uno cada dos segundos, calcularon los científicos) y solo se guardaba el último para pelarlo.
“Si tiene tiempo, es obvio que prefiere el plátano pelado”, señaló Brecht.
No se ha visto a ninguno de los demás elefantes del zoológico pelar su fruta, a pesar de que algunos de ellos han visto a Pang Pha hacerlo varias veces.
Los investigadores creen que su comportamiento se debe a sus inusuales experiencias infantiles. Cuando llegó al zoológico de Berlín, fue criada por un cuidador dedicado, que se apartó de la práctica típica de repartir plátanos enteros y sin pelar.
“Le parecía estúpido que se comieran siempre el plátano entero, y peló los plátanos siempre para ella”, explica Brecht. “Ahí es donde creemos que esto empezó”.
Esa experiencia temprana no solo dio a Pang Pha la oportunidad de observar cómo se pelaban los plátanos, sino que tal vez haya contribuido a desarrollar una preferencia por el sabor de los plátanos pelados, que los otros elefantes no comparten, dijo Brecht.
Aun así, Richard Byrne, experto en la evolución del comportamiento cognitivo y social de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, afirmó que las pruebas del aprendizaje por observación eran débiles.
“Pang Pha no muestra nada parecido a las mismas acciones motoras que las personas que pelan plátanos, ni podría hacerlo”, escribió en un correo electrónico. “Para mí, esto se parece mucho más a una preferencia gustativa, con la que empatizo; y tiene buen sentido nutricional evitar comer piel descompuesta cuando hay ocio para hacerlo”.
La hija de Pang Pha, Anchali, se salta el paso de pelar, aunque a veces se beneficia del fruto del trabajo de Pang Pha.
“A menudo”, dijo Brecht, “Pang Pha pelaba el plátano y su hija se comía la cáscara”. Pang Pha, a la izquierda, una elefanta asiática que creció en el zoológico de Berlín, quizá haya aprendido a pelar plátanos al observar a los cuidadores del zoológico hacerlo. (Kaufmann et al./Current Biology vía The New York Times) Pang Pha, una elefanta asiática que creció en el zoológico de Berlín, quizá hayta aprendido a pelar plátanos al observar a los cuidadores del zoológico hacerlo. (Kaufmann et al./Current Biology vía The New York Times)
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