Sexta y última entrega del ciclo del químico farmacéutico Bernardo Borkenztain sobre el uso y abuso de los medicamentos, que en este capítulo trata sobre el nacimiento de un medicamento.
Algunas consideraciones sobre el desarrollo de un nuevo medicamento
Como (casi) todas las cosas que proceden del ámbito científico, el tema de la creación de un nuevo medicamento es un proceso largo, complicado y afectado de un sinnúmero de intereses económicos que involucran a industrias muy poderosas.
Lo primero es identificar un problema de salud que sea posible atacar con alguna sustancia química (natural o no) e investigar si existe investigación previa al respecto.
En ese aspecto, y pese a lo que los "new age" parecen creer, es muy relevante el estudio de los conocimientos folclóricos, una disciplina conocida como "etnofarmacognosia", ya que si se identifica una planta o componente animal o mineral con actividad para el problema que se desea atacar, el camino se allana bastante.
En esta nota no nos ocuparemos mayormente de cómo se identifican los compuestos candidatos a tener actividad farmacéutica, pero queremos dejar constancia de que el tema es complejo, por ser el punto de partida de todo el proceso que sigue a continuación.
El método que antiguamente se aplicaba era, básicamente, el de ensayo y error, pero se ha sustituido por protocolos que incluyen análisis y tratamiento de los riesgos, para prevenir la aparición de los llamados "cisnes negros", que son eventos adversos que nadie podía prevenir con la información disponible pero que luego de que aparecen (y causaron sus daños) son fácilmente explicables en retrospectiva (o sea, con el diario del lunes en la mano).
Obviamente no se pueden eliminar del todo, pero sí evitar desastres como el affaire "thalidomide" en la década del sesenta, en el que una droga diseñada para aliviar los malestares del primer trimestre del embarazo provocó una enorme cantidad de niños que nacían con las extremidades (piernas y/o brazos) atrofiados, lo que se llamó "focomelia". Este daño producido al feto se llama "teratogénesis" y ante la más mínima duda se prohíbe el consumo por parte de embarazadas de la droga, aunque en drogas como el finasteride el daño puede venir por el lado del padre, algo tremendo si pensamos que el medicamento es para la pérdida del cabello.
Otro tema a considerar es que el mejor negocio para el fabricante es, si el problema no es letal (colesterol, gastritis) no curar al paciente sino aliviarlo y convertirlo en un consumidor crónico, lo que es lo mismo que un cliente cautivo, pero deducir de eso que los laboratorios no tienen ética no es ni justo ni correcto.
Etapas en el proceso de desarrollo
Lo primero que ayuda al inicio es conocer bien el mecanismo de la enfermedad o trastorno que se desea curar con el medicamento que se desea crear, para lo que las investigaciones clínicas y bioquímicas son insumos fundamentales, ya que permiten identificar, cuando hay suerte, ciertos "blancos" o "dianas" que suelen ser proteínas, a las que apuntar con la nueva droga vehiculizada dentro de lo que se llama "forma farmacéutica" adecuada, y que es lo que se llama medicamento.
En base a eso se eligen los mejores candidatos de entre los compuestos disponibles, (como fue el caso del opio que vimos en la nota sobre analgésicos, que llevó a identificar la morfina) .
Luego comienza lo que se conoce como "investigación preclínica", en la que se hacen estudios llamados "in vivo" (sobre organismos vivos como los tejidos mantenidos vivos con técnicas especiales) o "in vitro" (estudios químicos que no involucran tejidos) y por últimos los estudios farmacotécnicos (vehiculización de la droga para tener un medicamento como comprimidos, cápsulas, soluciones orales o inyectables, etcétera) y farmacológicos, que estudian cómo la droga se libera, absorbe, distribuye por el cuerpo y llega al sitio diana para ejercer su efecto. También se realizan los primeros estudios toxicológicos, para presentar los datos preliminares a las autoridades sanitarias para obtener el permiso para la etapa siguiente: la fase clínica.
Ésta sería la fase clínica, la que, como dijimos, previo permiso de conducirla, se hace sobre humanos, mediante un protocolo propuesto que indica cuáles son los centros involucrados, cantidad de sujetos, método y criterios de selección, así como medidas de seguridad que debe ser aprobado previamente para conducir esta etapa de la investigación, que incluye cuatro fases.
Fase 1 - Esta etapa permite conocer cómo se comporta el compuesto dentro del organismo, calibrar las dosis y lo que se llama "rango terapéutico", que es el tramo de concentraciones que va desde la mínima con actividad terapéutica a la menor que produce efectos adversos. Se realiza sobre pocos individuos y en un lapso relativamente breve.
Fase 2 - En esta etapa se usan más sujetos (más de cien y hasta quinientos) y son estudios terapéuticos exploratorios; se investiga eficacia, seguridad, dosis óptima y la mejor forma de administración. Es aquí que la droga queda configurada como un posible medicamento o forma farmacéutica.
Fase 3 - Ya se trabaja a gran escala (de quinientos a unos pocos miles de pacientes) y se trabaja confirmando la seguridad, se monitorea la performance por efectos secundarios y se compara con medicamentos alternativos para determinar la eficiencia. También se estudia contra un placebo para estudiar cuales son los efectos secundarios y la tolerabilidad, y se estudian las posibles interacciones con otras drogas.
Fase 4 - En esta etapa, que comienza con el registro y autorización de venta del medicamento, se continúa, durante toda la vida útil del mismo con el sistema de "farmacovigilancia" que está atento a la posible ocurrencia a nivel mundial de eventos negativos reales o potenciales y es una fase que, en realidad, no termina nunca mientras el medicamento esté en consumo. Si una amenaza lo ameritara, las autoridades sanitarias (o la propia empresa, llegado el caso) pueden iniciar un procedimiento de retiro de plaza del medicamento afectado, como ocurrió recientemente con el valsartan.
En suma
Con todas las consideraciones que hemos visto, los problemas relacionados con los medicamentos ocurren, así que imaginémonos cual podrá ser el grado de incidencia de éstos sobre productos clandestinos, traídos de contrabando e incluso fraudulentos de los que nadie, profesional o legalmente, se hace responsable, y que, por su característica de ilegales permanecen fuera del alcance del Sistema Nacional de Farmacovigilancia.
No hay alternativa: se debe consultar un médico y éste debe ser el que prescriba la medicación (legal) a utilizar. ¿Se eliminan los problemas? Por supuesto que no, pero al menos la bala terapéutica que apunta a la diana no es una ruleta rusa.
Q.F. Bernardo Borkenztain
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