Por The New York Times | Cade Metz and Mike Isaac
SAN FRANCISCO — En febrero, Meta hizo un movimiento inusual en el mundo de la inteligencia artificial, que evoluciona a gran velocidad: decidió regalar sus joyas de la corona de la inteligencia artificial.
La gigante de Silicon Valley, propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp, había creado una tecnología de inteligencia artificial, a la que nombró LLaMA, que puede potenciar los chatbots en línea. Pero, en lugar de quedarse la tecnología, Meta liberó el código informático subyacente del sistema. Académicos, investigadores gubernamentales y otros que le dieron su dirección de correo electrónico a Meta podían descargar el código después de que la empresa hubiera verificado su identidad.
En esencia, Meta regalaba su tecnología de inteligencia artificial como software de código abierto (un código informático que puede copiarse, modificarse y reutilizarse libremente) y facilitaba a terceros todo lo que necesitaban para crear sus propios chatbots.
“La plataforma que ganará será la abierta”, dijo en una entrevista Yann LeCun, científico jefe de IA de Meta.
Mientras la carrera por liderar la inteligencia artificial se recrudece en Silicon Valley, Meta se desmarca de sus rivales adoptando un enfoque diferente con respecto a la tecnología. Impulsada por su fundador y director ejecutivo, Mark Zuckerberg, Meta cree que lo más inteligente es compartir sus motores subyacentes de inteligencia artificial como forma de extender su influencia y, en última instancia, avanzar más rápido hacia el futuro.
Sus acciones contrastan con las de Google y OpenAI, las dos empresas que lideran la nueva carrera de la inteligencia artificial. Estas empresas, preocupadas por la posibilidad de que herramientas de inteligencia artificial como los chatbots se utilicen para difundir desinformación, discursos de odio y otros contenidos tóxicos, son cada vez más herméticas sobre los métodos y el software en los que se basan sus productos de inteligencia artificial.
Google, OpenAI y otras empresas han criticado a Meta, con el argumento de que un enfoque de código abierto sin restricciones es peligroso. El rápido auge de la IA en los últimos meses ha alertado sobre los riesgos de la tecnología, entre ellos la posibilidad de que altere el mercado laboral si no se utiliza como es debido. Pocos días después de la publicación de LLaMA, el sistema se filtró en 4chan, un foro de mensajes conocido por difundir información falsa y engañosa.
Zoubin Ghahramani, vicepresidente de investigación de Google que ayuda a supervisar el trabajo de inteligencia artificial, afirma: “Queremos pensar con más cuidado a la hora de dar detalles o abrir el código fuente” de la tecnología de IA. “¿Cómo puede eso conducir a un mal uso?”.
Algunos en Google también se han preguntado si la tecnología de inteligencia artificial de código abierto puede suponer una amenaza competitiva. En un comunicado de este mes, que se filtró en la publicación en línea Semianalysis.com, un ingeniero de Google advertía a sus colegas de que el auge de software de código abierto como LLaMA podría hacer que Google y OpenAI perdieran su liderazgo en este sector.
Pero Meta dijo que no veía ninguna necesidad de reservarse su código. El creciente secretismo de Google y OpenAI es un “error enorme”, dijo LeCun, y una “visión bastante equivocada de lo que está pasando”. Sostiene que los consumidores y los gobiernos se negarán a adoptar las inteligencias artificiales salvo que estén fuera del control de empresas como Google y Meta.
“¿Quieres que todos los sistemas de inteligencia artificial estén bajo el control de un par de poderosas empresas estadounidenses?”, preguntó.
OpenAI declinó hacer comentarios.
La estrategia de código abierto de Meta hacia la inteligencia artificial no es nueva. La historia de la tecnología está plagada de batallas entre sistemas de código abierto y sistemas patentados o cerrados. Algunos acaparan las herramientas más importantes para construir las plataformas informáticas del futuro, mientras que otros las regalan. Hace poco, Google puso en código abierto el sistema operativo móvil Android para hacer frente al dominio de Apple en los teléfonos inteligentes.
En el pasado, muchas empresas compartieron sus tecnologías de inteligencia artificial, ante la insistencia de los investigadores. Pero sus tácticas están cambiando debido a la carrera en torno a la inteligencia artificial. Ese giro comenzó el año pasado cuando OpenAI liberó ChatGPT. El gran éxito del chatbot cautivó a los consumidores y disparó la competencia en este campo. Google se apresuró a incorporar más inteligencia artificial en sus productos y Microsoft está invirtiendo 13.000 millones de dólares en OpenAI.
Mientras Google, Microsoft y OpenAI han recibido desde entonces la mayor parte de la atención en el ámbito de la inteligencia artificial, Meta también ha invertido en esta tecnología durante casi una década. La empresa ha destinado miles de millones de dólares a construir el software y el hardware necesarios para hacer realidad chatbots y otras “IA generativas”, que producen texto, imágenes y otros medios por sí solas.
En meses recientes, Meta ha trabajado con ahínco tras bambalinas para integrar sus años de investigación y desarrollo de inteligencia artificial en nuevos productos. Zuckerberg está centrado en hacer de la empresa un líder de la industria, celebrando reuniones semanales sobre el tema con su equipo ejecutivo y los jefes de producto.
El jueves, en una muestra de su compromiso con la inteligencia artificial, Meta dijo que había diseñado un nuevo chip informático y mejorado una nueva supercomputadora específicamente para crear tecnologías de inteligencia artificial. También está diseñando un nuevo centro de datos informáticos con la vista puesta en la creación de inteligencia artificial.
“Hemos estado construyendo infraestructura avanzada para la inteligencia artificial y este trabajo refleja los esfuerzos a largo plazo que permitirán aún más avances y un mejor uso de esta tecnología en todo lo que hacemos”, declaró Zuckerberg.
El mayor avance de Meta en el campo de la inteligencia artificial en los últimos meses ha sido el lanzamiento de un gran modelo lingüístico, o LLM, conocido como LLaMA (sigla en inglés de Large Language Model Meta AI). Los LLM son sistemas que aprenden habilidades analizando grandes cantidades de texto, como libros, artículos de Wikipedia y registros de chat. ChatGPT y el chatbot Bard de Google también se basan en este tipo de sistemas.
Los LLM identifican patrones en el texto que analizan y aprenden a generar texto por sí mismos, como trabajos académicos, entradas de blog, poesía y código informático. Incluso pueden mantener conversaciones complejas.
En febrero, Meta liberó el uso de LLaMA, lo cual le permitió a académicos, investigadores gubernamentales y a otros que proporcionaron un dirección de correo descargar el código y usarlo para crear su propio chatbot.
Pero la empresa fue mucho más lejos que otros proyectos de inteligencia artificial de código abierto. Le permitió a la gente descargar una versión de LLaMA después de ser entrenada con enormes cantidades de texto digital extraído de internet. Los investigadores llaman a esto “liberar los pesos”, refiriéndose a los valores matemáticos particulares aprendidos por el sistema a medida que analiza los datos.
Esto es importante porque analizar todos esos datos suele requerir cientos de chips informáticos especializados y decenas de millones de dólares, recursos de los que carecen la mayoría de las empresas. Quienes tienen los pesos pueden desplegar el software de forma rápida, fácil y barata, gastando una fracción de lo que costaría crear un software tan potente.
Como resultado, muchos en la industria tecnológica creyeron que Meta había sentado un peligroso precedente. Y a los pocos días, alguien publicó las pesas de LLaMA en 4chan. En esta atmósfera polarizada, cientos de estadounidenses nos dijeron que están de acuerdo en una cosa: las campañas deben dejar de enviar textos políticos no deseados a los teléfonos de los votantes. (Andrea Chronopoulos/The New York Times) Yann LeCun, científico jefe de inteligencia artificial de Meta, en el centro de Manhattan, el 11 de mayo de 2023. (Victor Llorente/The New York Times)
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