Los tulipanes y los bitcoines están asociados a las burbujas financieras, pero en un gigantesco invernadero cerca de Ámsterdam los neerlandeses han encontrado la forma para que funcionen juntos.
El ingeniero Bert de Groot inspecciona en un invernadero seis servidores de criptomonedas que efectúan cálculos complejos para generar bitcoines, por lo que hacen mucho ruido, pero también producen una gran cantidad calor.
Esta sirve para calentar el invernadero donde se cultivan tulipanes, una técnica original que permite reducir el consumo de gas, cuyo precio aumentó de manera considerable tras el inicio de la guerra de Ucrania.
Con una diferencia de 20°C entre el aire que entra y el que sale de las máquinas de criptomonedas, la temperatura alcanza un nivel ideal para el cultivo de los tulipanes y el secado de sus bulbos.
Los servidores también se benefician de los paneles solares instalados en el tejado de la infraestructura agrícola, lo que reduce su factura energética, en circunstancias normales muy elevada.
“Tulipomanía”
El filósofo Nassim Nicholas Taleb, que desarrolló la teoría del “cisne negro” para describir cómo un acontecimiento imprevisible puede comportar grandes consecuencias, comparó los bitcoines con la “tulipomanía” de principios del siglo XVII en Países Bajos, que entonces pertenecía al Imperio español.
La pasión de los neerlandeses por los tulipanes provocó el primer crac bursátil de la historia moderna, cuando la especulación hizo crecer de manera fulgurante el valor de los tulipanes y luego se hundió.
El precio de un bulbo llegó a ser el equivalente de 100 veces el ingreso medio anual de un neerlandés de principios del siglo XVII, pero este bajó de manera espectacular en 1637 cuando estalló esa burbuja especulativa, lo que provocó las fallidas de bancos e importantes pérdidas de fortunas a ciudadanos.
Pese al precedente de la crisis de los tulipanes, a Danielle Koning, floricultora de 37 años, no le parece mal esta asociación con los bitcoines. “Creemos que de esta manera podemos calentar nuestro invernadero, pero también producir bitcoines. Se trata de una situación beneficiosa para todos”, asegura Koning.
Cerca de cuatro siglos después de la crisis de los tulipanes, Países Bajos es actualmente el mayor productor mundial de estas flores.
“Conservar el medioambiente”
Los neerlandeses, cuyo país se encuentra parcialmente por debajo del nivel del mar, son conscientes del impacto medioambiental de los tulipanes, que deben cultivarse en invernaderos y exigen una gran cantidad de energía.
Su factura energética aumentó de manera fulgurante tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania y desde entonces varias empresas neerlandesas de tulipanes quebraron.
Una situación parecida se produce con los servidores de criptomonedas, que necesitan una gran cantidad de electricidad para funcionar. Es un sector que no solo contribuye al cambio climático, sino que también perdió en rentabilidad con la actual crisis energética.
Por este motivo, De Groot, de 35 años, considera una alianza virtuosa el hecho de combinar la producción de tulipanes con la de bitcoines. Este ingeniero fundó una empresa de este tipo a principios de año y actualmente ya cuenta con 17 clientes, entre los que hay restaurantes y almacenes.
“Esta iniciativa tiene un balance carbono negativo, como lo tienen todas las que impulso”, asegura este ingeniero y añade: “En realidad, conservamos el medioambiente”.
Por Danny Kemp para AFP