Por The New York Times | Kenneth Chang
Hace un año, el astromóvil Perseverance de la NASA estaba acelerando rumbo a una colisión con Marte, cuando se acercaba a su destino después de un viaje de siete meses y 460 millones de kilómetros desde la Tierra.
El pasado 18 de febrero, la nave espacial que llevaba al astromóvil perforó la atmósfera marciana a 21.000 kilómetros por hora. En tan solo siete minutos —que para los ingenieros de la NASA fueron “siete minutos de terror”— tuvo que realizar una serie de maniobras para colocar al Perseverance con cuidado sobre la superficie.
Debido a los minutos de retraso que tardan las comunicaciones por radio en cruzar el sistema solar, ese día, las personas a cargo de la misión en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por su sigla en inglés) de la NASA en California se limitaron a ser espectadores. Si algo hubiera salido mal, no habrían tenido tiempo de resolver el problema y la misión de 2700 millones de dólares —para encontrar evidencia de que algo vivió alguna vez en el planeta rojo— habría terminado en un cráter recién excavado.
No obstante, el Perseverance se manejó a la perfección e incluso envió videos emocionantes mientras aterrizaba. Y la NASA lo agregó a su colección de robots exploradores de Marte.
“El vehículo mismo tiene un desempeño fenomenal”, comentó Jennifer Trosper, gerente de proyectos del Perseverance.
Doce meses más tarde, el Perseverance está enclavado en un cráter de 45 kilómetros de ancho conocido como Jezero. Desde el punto de vista topográfico, es evidente que hace más de 3000 millones de años, el Jezero era un cuerpo de agua casi del tamaño del lago Tahoe, con ríos que fluían del oeste al este.
Una de las primeras cosas que hizo el Perseverance fue desplegar el Ingenuity, un pequeño helicóptero robot y la primera máquina voladora de su tipo que ha despegado en otro planeta. El Perseverance también mostró una tecnología para generar oxígeno que será crucial cuando los astronautas por fin lleguen a Marte.
Luego, el astromóvil comenzó una trayectoria distinta de los planes originales de exploración para estudiar el suelo del cráter donde aterrizó. Resulta que las rocas de ahí no eran lo que esperaban los científicos. El astromóvil se metió en problemas un par de veces cuando intentó coleccionar núcleos de roca —cilindros más o menos del tamaño de tizas— que a la postre serán traídos de regreso a la Tierra en una misión futura. Los ingenieros lograron resolver los problemas y casi todo lo demás está saliendo bien.
“Ha sido un año muy emocionante, a veces, agotador”, comentó Joel Hurowitz, profesor de Geociencias en la Universidad de Stony Brook en Nueva York y miembro del equipo científico de la misión. “El ritmo de trabajo ha sido increíble”.
Después de meses de escudriñar el suelo del cráter, el equipo de la misión se está preparando para el evento científico principal: investigar el delta de un río seco que corría a lo largo de la orilla occidental del Jezero.
Ahí es donde los científicos esperan encontrar rocas sedimentarias que muy probablemente contengan descubrimientos imponentes, tal vez incluso señales de la antigua vida marciana, si es que alguna vez existió en Marte.
“Al menos en la Tierra, los deltas son ambientes habitables”, comentó Amy Williams, profesora de Geología en la Universidad de Florida y miembro del equipo científico del Perseverance. “Hay agua. Hay sedimento activo que fue transportado de un río a un lago”.
Esos sedimentos pueden conservar moléculas con bases de carbono que se asocian con la vida. “Es un lugar excelente para buscar carbono orgánico”, mencionó Williams. “Así que esperamos que en esas capas haya carbono orgánico endémico de Marte”.
El Perseverance aterrizó a poco más de un kilómetro del delta. Incluso a la distancia, el ojo de lince de la cámara que tiene el astromóvil pudo ver las capas sedimentarias esperadas. En el delta también había rocas, algunas del tamaño de un auto, peñas que fueron arrastradas al interior del cráter.
“Todo esto cuenta una historia fascinante”, comentó Jim Bell, científico planetario de la Universidad Estatal de Arizona.
Los datos confirman, en efecto, que lo que sugerían las imágenes orbitales era el delta de un río y que la historia del agua ahí era compleja. Las rocas, que casi con toda seguridad provenían de las tierras altas en los alrededores, señalan episodios de violentas inundaciones en el Jezero. “No fue solo una lenta y tranquila sedimentación de cieno, lodo y arena de granos finos”, explicó Bell, quien es el investigador principal de las sofisticadas cámaras montadas en el mástil del Perseverance.
El plan original de los administradores de la misión era dirigirse directamente al delta desde el sitio de aterrizaje. No obstante, el astromóvil quedó en un lugar donde la ruta directa estaba bloqueada por dunas de arena que no podía cruzar.
Las formaciones geológicas del sur les intrigaron. “Aterrizamos en un lugar sorprendente y lo aprovechamos al máximo”, señaló Kenneth Farley, geofísico del Instituto de Tecnología de California (CalTech, por su acrónimo en inglés) y el científico del proyecto al frente de la investigación.
Debido a que el Jezero es un cráter que alguna vez fue un lago, la expectativa era que en el fondo hubiera rocas que se habrían formado a partir de los sedimentos que se asentaron en el fondo.
Sin embargo, a primera vista, la falta de capas implicaba que “no parecían, a todas luces, sedimentarias”, comentó Kathryn Stack Morgan del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y científica adjunta del proyecto. Tampoco había nada que sugiriera con claridad que eran de origen volcánico.
“En verdad se ha convertido en una especie de historia detectivesca de por qué esta región es una de las más inusuales en el planeta a nivel geológico”, mencionó Nicholas Tosca, profesor de Mineralogía y Petrología en la Universidad de Cambridge en Inglaterra y miembro del equipo científico.
Mientras los científicos y los ingenieros contemplaban si debían circunvalar el norte o el sur, el equipo que construyó un helicóptero robótico llamado Ingenuity pudo poner a prueba su creación. El helicóptero se sumó tarde a la misión, a manera de demostración conceptual de un vuelo por el aire delgado de Marte.
El 18 de abril, el Ingenuity se elevó a una altura de 3 metros, voló durante 30 segundos y luego descendió de regreso al suelo. El vuelo duró 39,1 segundos. Las siguientes semanas, el Ingenuity realizó otros cuatro vuelos de mayor tiempo, rapidez y velocidad.
Se suponía que ese sería el final de la misión del Ingenuity. En teoría, el Perseverance iba a dejarlo detrás y a emprender su investigación.
Sin embargo, la NASA decidió que cinco vuelos no bastaban. Cuando el Perseverance se fue a explorar las rocas del sur, el Ingenuity lo acompañó, explorando el terreno que tenía por delante el astromóvil. Esto ayudó a no desperdiciar tiempo en ir a explorar rocas ordinarias que se habían visto interesantes en las imágenes desde la órbita.
“Enviamos el helicóptero, observamos las imágenes y se veía muy similar a donde estábamos”, comentó Trosper. “Así que decidimos no ir allá”.
El helicóptero acaba de terminar su décimo noveno vuelo y sigue en buenas condiciones. Las baterías todavía tienen carga. El helicóptero ha demostrado que puede volar en el aire más frío y delgado de los meses de invierno. Logró sacudirse la mayoría del polvo que le cayó durante una tormenta de polvo en enero. En cuanto el Perseverance llegue al delta, el descubrimiento más electrizante serían las imágenes de aparentes fósiles microscópicos. En ese caso, “debemos comenzar a preguntarnos si algunos pegotes de materia orgánica tienen una forma que delinee una célula”, comentó Tanja Bosak, geobióloga del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Es poco probable que el Perseverance vea algo que sin duda sea el remanente de un organismo vivo. Por eso es crucial traer las rocas a la Tierra para analizarlas más de cerca.
Bosak no está convencida de que haya habido vida en Marte.
“En realidad, intentamos curiosear en una época de la que sabemos muy poco”, opinó. “No tenemos idea de cuándo se combinaron los procesos químicos para formar la primera célula. Así que tal vez veamos algo que apenas estaba aprendiendo a ser vida”. Una foto sin fecha proporcionada por la NASA y el Laboratorio de Propulsión a Chorro-Instituto de Tecnología de California muestra una imagen que tomó el helicóptero robótico Ingenuity. (NASA/JPL-Caltech vía The New York Times) Una foto sin fecha proporcionada por la NASA y el Laboratorio de Propulsión a Chorro-Instituto de Tecnología de California muestra un mosaico tomado desde un astromóvil. (NASA/JPL-Caltech/MSSS vía The New York Times)