Por The New York Times | Erin Griffith
SAN FRANCISCO — El año pasado, cuando Arebeth Pease fue despedida de la empresa emergente de tecnología MasterClass, tenía una amplia variedad de ofertas laborales de donde elegir. Pero muchas de las misiones de las compañías tecnológicas le sonaban falsas, relató, y muchas creaban más problemas de los que resolvían.
En cambio, Pease, de 42 años, se sintió atraída por Span, una empresa emergente que fabrica paneles eléctricos para casas inteligentes y pertenece a una generación de compañías de rápido crecimiento que buscan combatir el cambio climático. Empezó a trabajar en Span en septiembre como gerente de operaciones y lo que más le atrajo fue el énfasis de la empresa emergente en frenar los efectos del cambio climático.
“Estamos trabajando en algo que importa”, afirmó.
Ahora que las compañías tecnológicas están reduciendo sus prestaciones y recortando a su personal, la recesión ha servido como una llamada de atención para muchos trabajadores, quienes empezaron a cuestionar si la función de sus empresas en la sociedad —por lo general, vender anuncios o productos— en realidad hacía del mundo un lugar mejor. ¿El resultado? Cada vez más de ellos se decantan hacia las empresas emergentes enfocadas en el clima, al tiempo que los inversionistas inyectan dinero en este sector.
El año pasado, las empresas emergentes climáticas en Estados Unidos recaudaron casi 20.000 millones de dólares, un incremento respecto al monto máximo de 2021 de 18.000 millones y casi el triple de la cifra de 2020, de 7000 millones de dólares, según Crunchbase, un proveedor de datos. A nivel mundial, al menos 83 empresas enfocadas en el clima valen más de 1000 millones de dólares, según HolonIQ, una firma de investigación.
Pese a los temores de una recesión, el entusiasmo en torno a las empresas emergentes climáticas no se ha atenuado. Hace poco, Laurence D. Fink , director ejecutivo de la empresa de gestión de inversiones BlackRock, declaró que pronto veríamos mil ejemplares más de los llamados unicornios climáticos valuados en 1000 millones de dólares.
“No hay área de negocio que no sienta el impacto del clima”, sostuvo Chris Sacca , uno de los fundadores de Lowercarbon Capital, una firma de capital de riesgo con enfoque climático, en una conferencia organizada en octubre por Axios. “Eso también es una oportunidad”.
Según inversionistas, ese ímpetu y emoción son distintos al auge de las tecnologías limpias a mediados de la década de 2000, cuando los inversionistas destinaron dinero a manos llenas a una cohorte de empresas de energía no contaminante que dependían de subsidios del gobierno. A fin de cuentas, muchas de esas empresas emergentes fracasaron.
“Se aprendieron muchas lecciones de la primera ola de tecnologías limpias”, comentó Ben Marcus , inversionista en la firma de capital de riesgo UP.Partners. “Los inversionistas no quieren invertir en proyectos de ciencia, sino en compañías reales”.
Ahora, las macrotendencias económicas se han fusionado para apuntalar el mercado. El costo de las energías renovables ha disminuido en la última década. El año pasado, la Comisión de Bolsa y Valores propuso una norma que les exigiría a las empresas reportar sus emisiones, lo cual generaría una demanda de herramientas para medirlas. También el año pasado, la Ley para la Reducción de la Inflación, apartó 370.000 millones de dólares para gastos relacionados con el clima.
Las grandes corporaciones también han promovido iniciativas enfocadas en el clima en la sala de juntas, pues ahora el 91 por ciento de la economía mundial sostiene una especie de compromiso “cero neto”, según Net Zero Tracker, un sitio sin fines de lucro.
Las tecnologías climáticas son “uno de los aspectos positivos de la economía y una de las pocas industrias que tienden a ser sumamente resistentes a las recesiones”, dijo Rick Zullo , inversionista en la firma de capital de riesgo Equal Ventures.
Desde 2021, se han creado al menos 135 fondos centrados en la inversión climática, con 94.000 millones de dólares bajo gestión, según el boletín informativo Climate Tech VC. Las sociedades más grandes de inversión en tecnología —entre ellas, Sequoia Capital, Khosla Ventures, General Atlantic y TPG— han aumentado sus inversiones en empresas de tecnología climática, al igual que inversionistas corporativos como Salesforce y United Airlines.
Lila Preston, inversionista en Generation Investment Management, la firma de gestión de inversiones que Al Gore ayudó a fundar en 2004, mencionó que este ímpetu era bienvenido y “absolutamente necesario”.
“Al momento de alterar las industrias, es conveniente tener a los mejores inversionistas sentados a la mesa contigo”, afirmó Preston.
No obstante, a medida que el crecimiento estilo Silicon Valley se convierte en expectativa tipo Silicon Valley, a muchos miembros de la industria les preocupan los riesgos de que se canalice demasiado dinero a las empresas emergentes climáticas con valoraciones exageradas. Algunos temen que la emoción dé paso a más ecoblanqueo o “greenwashing” —cuando los negocios priorizan la publicidad “verde”, o ecológica, por encima del impacto real— y peleas internas sobre cuál es la mejor solución, que a la larga perjudicará la credibilidad de la industria.
Sin embargo, hay demasiado en juego como para dar cabida al cinismo, según coinciden empresarios e inversionistas del sector climático. Muchos trabajadores de la tecnología han experimentado una epifanía similar respecto del clima. Desde hace casi una década, Olya Irzak , una de las fundadoras de Frost Methane Labs, que ayuda a reducir el metano que expulsan las minas de carbón y otras fuentes naturales, ha fungido como mentora de personas que quieren trabajar en empresas climáticas. Pero durante la pandemia, más personas empezaron a contactarla y a mostrarse interesadas en su lista anual de empresas emergentes enfocadas en el clima, narró.
“Las personas pasaron mucho tiempo en casa sin hacer nada y empezaron a hacerse muchas preguntas complicadas”, indicó Irzak. “Fue entonces cuando el banco de talentos del sector tecnológico empezó a cambiar de manera radical”.
Un emprendimiento, Climate Draft, busca ayudar a las empresas emergentes climáticas a encontrar asesores, inversionistas y empleados de la industria tecnológica. Hasta ahora se han inscrito a la plataforma más de 3000 empleados del sector que fueron despedidos recientemente para enterarse de ofertas laborales en compañías climáticas, según aseguró la empresa. Otra comunidad en línea, Work on Climate, ha crecido a 16.000 miembros desde que comenzó a operar en 2020. La gente la usa como herramienta para generar contactos y enterarse de vacantes.
“La reconstrucción de todas nuestras industrias requerirá la participación de todos los integrantes de la fuerza laboral”, señaló Eugene Kirpichov , exingeniero de Google y cofundador de Work on Climate.
Diego Saez Gil, fundador de Pachama, una empresa que financia proyectos de reforestación y vende créditos de carbono, mencionó que en últimas fechas había contratado a personas de Meta, Google, Amazon, Airbnb y Tesla, y que algunas habían aceptado salarios más bajos con tal de trabajar en ciertos puestos. Eso es distinto a lo que vivió con empresas emergentes previas, pues antes le fue difícil encontrar personas que hubieran trabajado en gigantes tecnológicos y que estuvieran dispuestas a aceptar un salario menor.
“Las personas que están llegando al sector del clima son misioneras”, comentó. “Tuvieron una especie de despertar de conciencia y pensaron: ‘El planeta se está cayendo a pedazos y yo estoy trabajando para lograr que la gente haga clic en un anuncio’”. Olya Irzak, directora ejecutiva y cofundadora de Frost Methane Labs, en San Francisco, el 26 de enero de 2023. (Anastasiia Sapon/The New York Times). Julia Collins, fundadora de Planet FWD y Moonshot Snacks, en San Francisco, el 26 de enero de 2023. (Anastasiia Sapon/The New York Times).
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