Por The New York Times | Shira Ovide

Wendy Whitman Cobb, politóloga de la Fuerza Aérea de Estados Unidos para temas del espacio, dice que sí. Nuestra conversación desafió lo que yo pensaba sobre los proyectos espaciales, como los que desarrollan Elon Musk y Jeff Bezos, que imaginan un futuro lejos de la Tierra.

Si gritaste “CRISIS DE LA MEDIANA EDAD” cuando Bezos alcanzó el espacio el año pasado o preguntaste por qué la compañía SpaceX de Musk suscita tanto interés, sigue leyendo.

Whitman Cobb, quien tiene un doctorado en Ciencias Políticas, dijo que las excursiones turísticas eran un primer paso para transformar la naturaleza extravagante de los viajes espaciales a algo más rutinario. Ella cree que los principiantes en órbita son un campo de pruebas para ambiciones valiosas, que incluyen asentarse en Marte, tal y como imagina Musk, o colonizar el espacio para apoyar a más personas e industrias de lo que es posible en la Tierra, como aspira Bezos.

Para mí, suenan como fantasías escapistas de multimillonarios. Pero el optimismo de Whitman Cobb es un contrapunto útil a las advertencias regulares de este escritor de que la tecnología no es una solución mágica para nuestros problemas. Whitman Cobb está de acuerdo, pero también dijo que la tecnología a veces había hecho cosas mágicas en la exploración espacial.

Repasemos lo que ha ocurrido durante la última década: corporaciones como SpaceX, Blue Origin de Bezos, Northrop Grumman y Rocket Lab, una empresa emergente con sede en Nueva Zelanda, han tratado de convertirse en actores más importantes en los vuelos espaciales. Las empresas siempre han trabajado con los gobiernos en los viajes espaciales, pero ahora están más involucradas en el transporte de astronautas, entusiastas, satélites y cargamentos hacia el espacio.

Existe un debate sobre cuál es el papel apropiado de los gobiernos frente a las corporaciones en el espacio, pero Whitman Cobb cree que esas empresas han hecho que las tareas espaciales rutinarias sean más baratas y fáciles. Eso le da libertad a la NASA de tener grandes ambiciones para proyectos como la construcción de colonias lunares y la exploración del espacio profundo.

SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic también han liderado cruceros espaciales de recreación. Esos son viajes de placer para unos pocos, pero Whitman Cobb dijo que los mismos ayudan a perfeccionar la seguridad de los viajes espaciales y generan entusiasmo para emprender búsquedas más allá de nuestro planeta.

“Mientras más personas ‘normales’ veamos volar al espacio, una mayor parte de la sociedad verá que es posible hacer esto y se emocionará”, me dijo. “Esa opinión pública es clave para muchas cosas que estas empresas y el gobierno de Estados Unidos están haciendo en el espacio”. (Whitman Cobb afirmó que estas opiniones eran personales, y que no expresan el punto de vista del gobierno estadounidense, para el cual trabaja. También aclaró que no recibe fondos de empresas espaciales comerciales). Sin embargo, el objetivo final va mucho más allá del turismo. Musk y Bezos imaginan trasladar personas o industrias contaminantes al espacio o crear una civilización en Marte. Me preocupa que sea un pretexto para ignorar los problemas de la Tierra.

Whitman Cobb entendió por qué le pregunté si esos eran delirios imprudentes, pero tampoco quiere que perdamos de vista los beneficios potenciales de soñar. La historia de la exploración espacial, comentó, trata de visiones excéntricas y no necesariamente magnánimas que se vuelven factibles y útiles.

En la década de 1960, las misiones estadounidenses a la Luna fueron impulsadas por el deseo de demostrar la superioridad de Estados Unidos sobre la Unión Soviética. Sin embargo, las misiones espaciales nacionalistas ayudaron a promover el desarrollo de dispositivos electrónicos cada vez más pequeños que usamos todos los días, mejoraron la tecnología de la salud e incluso nos dieron la espuma viscoelástica. El auge de los vuelos espaciales comerciales de la última década ha reducido el costo del acceso al espacio y ha permitido el desarrollo de ideas novedosas como satélites a pequeña escala para mapear la Tierra desde arriba.

Whitman Cobb dijo que la tecnología avanzada desarrollada por las empresas espaciales comerciales para los vuelos espaciales también podría filtrarse a otras áreas que nos ayudan.

Cobb, quien se describe a sí misma como una nerda del espacio, también afirmó que la reverencia al espacio era un objetivo digno. “También satisface el deseo o el anhelo, por así decirlo, de la humanidad por explorar, descubrir y comprender el mundo que nos rodea”, explicó.

Le pregunté a Whitman Cobb si le gustaría vivir en Marte. “Absolutamente”, respondió ella. “Tal vez no para siempre”.

Aún tengo algunas dudas sobre el turismo de cohetes o las fantasías espaciales de los multimillonarios. Cuando las corporaciones juegan un papel importante en el espacio, podrían acumular inventos en lugar de hacer que estos beneficien al público. El turismo espacial también daña el medioambiente, y no está claro cuánto valen la pena los viajes y el comercio espaciales. Sabemos que las tecnologías, incluso las útiles, tienen desventajas.

Whitman Cobb quiere que tengamos tanto ese escepticismo como la emoción. La historia de los viajes espaciales demuestra que los sueños egoístas pueden beneficiarnos a todos, concluyó. Tener a tipos ricos como Jeff Bezos en órbita puede hacer que los viajes espaciales parezcan algo más rutinario y ayudarnos a todos a soñar en grande. (Peter Steineck/The New York Times).