El químico y divulgador Bernardo Borkenztain analiza esta vez los desafíos que presenta la nueva planta de celulosa a nivel ambiental, teniendo en cuenta el estado delicado en el que está nuestro sistema de aguas. 

Situación

Como ya es sabido por todos casi la única política (casi) de Estado que llevó adelante este tramo de la presidencia de Tabaré Vázquez fue asegurar la inversión más colosal en tamaño de la historia del país, la instalación de la segunda planta de pasta de celulosa de UPM en el Río Negro.

Tirios y troyanos ya han manifestado sus opiniones a favor y en contra de la iniciativa, pero la realidad es que lo que se abre es una gran incógnita.

El gran problema que se presenta tiene mayormente dos aspectos, el primero de los cuales es la magnitud de las concesiones que el gobierno hizo para "abrochar" el negocio, en especial los mil millones de dólares para el tren de uso casi exclusivo que se comprometió a construir, y en el segundo lugar, la magnitud del impacto ecológico que la iniciativa va a tener en un sistema hídrico que ya colapsó en su capacidad de absorber ciertos contaminantes.

Nos referiremos solo al segundo aspecto, ya que el primero es un tema que solo el futuro podrá decir si la inversión fue o no rentable, pero a largo plazo, ya que a corto, el negocio solo sirve para (1)  maquillar un déficit fiscal tremendo. Pero al menos para eso sirve.

La contaminación

Los problemas de nuestro ecosistema son conocido en mayor o menor medida: alteración de la flora, con las masivas floraciones de cianobacterias que han excedido el verano (donde se dan las condiciones ideales, que son conocidas por todos) pero con otras menos informadas, como los descensos de poblaciones de insectos como las efímeras (mariposas), luciérnagas o - y esto es catastrófico - las abejas. También hay acumulación de micro plásticos y pesticidas en los peces, así como alteraciones en otras especies, incluyendo mamíferos (2).

Obviamente la planta de UPM no va a afectar todos esos parámetros, pero el ecosistema es uno solo y depende de su complejidad, y esta es mucho más frágil de lo que se piensa.

Uno de los aspectos fundamentales son entender que el país ha priorizado el modelo de producción llamado agronegocio, que es ecológicamente depredador, y que somos un país pequeño, dependiente de nuestros vecinos, que son ecológicamente criminales. De hecho, no existe un solo agente contaminante en el país que sea peor que el Río Gualeguaychú en su aporte de sustancias tóxicas al Río Uruguay, y el Río Negro recibe una gran cantidad de aportes de Brasil, por lo que es limitado lo que puede hacer el país. Pero algo se puede, obvio.

Otro tema a tener en cuenta es que existen dos tipos de focos contaminantes, los difusos, que no tienen una ubicación fija de aporte, como es el caso de los monocultivos y sus pesticidas y fertilizantes, y los focalizados, que son claramente demarcables y por lo tanto con buena voluntad, tratables, como las plantas de tratamiento de aguas servidas.

El proyecto

El informe de impacto previsto está colgado en la página web de la DINAMA; es largo, larguísimo, pero tiene algunos datos interesantes.

Lo primero a considerar es que cualquier actividad humana genera impacto, suponer una de impacto cero es pensamiento mágico, no se puede. Sin embargo, en este caso hay aspectos interesantes en la propuesta.

Primero: la planta en sí, evidentemente, va a verter fósforo (entre otras cosas, como calor, que no se suele considerar) a un curso ya sobre-contaminado, pero en cantidades muy vigiladas para que no excedan lo previsto, y además se previó invertir en mejorar otros focos de aporte como la planta de tratamiento de Paso de los Toros, lo que es una mecánica de sustitución que, si se logra que se disminuya un efluente mayor para cambiarlo por uno menor, a largo plazo puede dar un balance positivo. Además, se va a invertir en conocimiento, para importar el "know how" de otras experiencias similares para intentar una reversión del fenómeno.

Por otro lado, es importante considerar los riesgos asociados a un proyecto tan grande, porque es claro que hay muchos que son críticos y que algún accidente por fuerza va a haber. Hay que tener en cuanta que, por ejemplo, grandes cantidades de productos químicos como ácido sulfúrico se van a transportar por carretera y los accidentes en ruta son una realidad.

El problema con los riesgos es que al formular planes de tratamiento de los mismos es necesario considerar dos aspectos: la probabilidad de ocurrencia y el impacto que se genera cuando ocurre, y ambos deben ser manejados dentro de lo posible, pero la realidad es que la robustez del procedimiento no puede determinarse hasta que el mismo es puesto a prueba en un incidente (3).

Conclusiones


Hay muchos aspectos que, como vimos, influyen en el análisis del tema, pero el más importante es la incertidumbre. La realidad es que nadie sabe qué va a pasar, ni los optimistas recalcitrantes ni los peores agoreros.

Lo cierto es que va a haber un antes y un después, pero respecto a si el después va a ser mejor que el antes, eso queda por dirimirse a futuro.

Hay chances de que las cosas mejoren, pero lo que no hay son grandes indicios, de momento, de que eso vaya a ocurrir, porque, entre otras cosas, los candidatos presidenciales no han tenido a bien reunirse para pactar algunas políticas de Estado como el tema ambiental (o la educación o la seguridad) que permitan tener alguna certeza.

De momento es un tema de fe y como siempre que se institucionaliza la fe, de mucha plata. Veremos qué pasa.

Q.F. Bernardo Borkenztain
Twitter @berbork
Email borky@monevideo.com.uy


(1) Las condiciones esencialmente son dos, más de un mínimo de cantidad de fósforo en agua (en el Río Negro actualmente hay el doble de esa concentración crítica) y alta radiación solar porque son seres fotosintéticos. Si bien son poco afines a la salinidad, este año llegaron hasta Rocha por la alta biomasa que se generó.

(2) Recientemente La Diaria reportó alteraciones genéticas de poblaciones de los roedores llamados tucutucu por contaminantes de la Central de Candiota en Brasil.

(3) Lo más ingrato del tema del tratamiento de riesgos es que se conocen los impactos que ocurren pero jamás se puede ponderar lo que se evita porque sería una consideración contrafáctica desde el punto de vista de los eventos, pero no tanto desde el aspecto de los riesgos.