Por The New York Times | Catrin Einhorn
Si vives en California, tal vez tienes una relación más cercana de lo que crees con las perforaciones de petróleo en la selva amazónica.
En un artículo reciente, Manuela Andreoni, Erin Schaff y yo llevamos a los lectores al Parque Nacional Yasuní, en Ecuador, uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta y el hogar de grupos indígenas que viven aislados. El gobierno ecuatoriano, acorralado por la deuda y la necesidad de ingresos, está perforando para extraer petróleo de una parcela del bosque tropical que alguna vez se intentó proteger.
Según activistas, gran parte de ese petróleo se envía a California para su procesamiento. De hecho, la mitad del crudo exportado de la Amazonia en general llega a California, de acuerdo con un informe de Amazon Watch y Stand.earth, dos grupos sin fines de lucro que trabajan para proteger la selva tropical. Estas organizaciones hicieron un modelo de cómo se distribuye ese petróleo una vez que es refinado.
“Uno de cada nueve depósitos de gasolina, diésel o combustible para aviones que se bombean en California procede de la Amazonia”, mencionó Angeline Robertson, primera autora del informe e investigadora principal de Stand.earth. “Así que, si haces nueve viajes a algún sitio, uno de esos viajes se hizo con petróleo de la Amazonia”.
Shon Hiatt, profesor de la Escuela de Negocios Marshall de la Universidad del Sur de California especializado en energía y que no participó en la investigación, me comentó que los resultados coincidían con lo que él habría esperado.
La selva amazónica alberga una enorme diversidad genética —buena parte de la cual no se ha estudiado— que podría desvelar remedios médicos o innovaciones tecnológicas. La región guarda el carbono que calienta al planeta e influye en la precipitación de toda Sudamérica. Sin embargo, según los científicos, la deforestación y el cambio climático están asediando la Amazonia y está llegando a un punto de inflexión. Algunas partes de la región ya emiten más carbono del que almacenan.
“Sabemos que necesitamos una eliminación progresiva de los combustibles fósiles en todo el mundo, pero este en verdad es uno de los últimos lugares de la Tierra donde deberíamos buscar combustibles fósiles”, opinó Kevin Koenig, director de clima, energía e industria extractiva de Amazon Watch.
La mayor parte del petróleo de Ecuador se encuentra debajo del bosque tropical y el gobierno insiste en que puede perforar allí de manera responsable, minimizando la deforestación y la contaminación. Además, las autoridades dicen que necesitan el dinero. El petróleo equivale a más de una tercera parte de los ingresos del gobierno y ayuda a pagar la profunda deuda del país.
No obstante, a pesar de décadas de producción de petróleo en la Amazonia, las comunidades indígenas cercanas siguen siendo pobres.
Ecuador exporta petróleo a California desde hace mucho tiempo, en parte porque ambas regiones producen tipos similares de un petróleo relativamente pesado.
“El crudo ecuatoriano se parece al de California”, mencionó David J. Hackett, presidente de Stillwater Associates, una consultoría energética. “Las refinerías se construyeron para ese tipo de crudo y, cuando se agotó en California, buscaron suministro en otros lugares. Y para ser sinceros Ecuador es el lugar más cercano que tiene algo parecido”.
Otra conexión es la larga y a menudo problemática historia de las empresas estadounidenses en la Amazonia ecuatoriana. Por ejemplo, Chevron, con su sede mundial en San Ramón, California, es una de las principales compradoras de petróleo ecuatoriano en la actualidad. La empresa también está involucrada en un complicado pleito sobre contaminación en la Amazonia relacionado con Texaco, de la cual Chevron es ahora dueña.
Las refinerías de California procesan crudo de Estados Unidos y de todo el mundo. En 2021, el 29 por ciento del petróleo que abasteció a las refinerías provino del propio estado, el 15 por ciento de Alaska y el 56 por ciento del extranjero. Del crudo importado, la mayor parte provino de Ecuador, seguido de cerca de Arabia Saudita.
Hackett, quien ha trabajado en la industria petrolera durante años, comentó que es difícil decir qué debería hacer California con el crudo amazónico.
“Es un asunto espinoso”, me dijo. “Si las empresas de California no explotan el crudo ecuatoriano, entonces otro lo procesará. Irá a otro lado”.
Me comentó que, al mismo tiempo, los productores de petróleo de California podrían utilizar las preocupaciones sobre la Amazonia como influencia contra el deseo del gobernador Gavin Newsom de reducir la producción del estado.
“Creo que esos productores perfectamente podrían argumentar que, si compras crudo californiano, no estás perjudicando a los indígenas ni al bosque tropical”, opinó Hackett.
Sin embargo, según algunas comunidades cercanas a los pozos de California, estos también sufren de los efectos sobre la salud. Además, debido a que los californianos ya están sintiendo las consecuencias del cambio climático, Koenig de Amazon Watch dijo que el estado debía eliminar poco a poco el petróleo amazónico y tender más hacia la transición a la energía limpia. Koenig comentó que muchos líderes estatales ni siquiera sabían de la conexión de California con la perforación amazónica.
“En Sacramento, es una locura”, dijo Koenig. “Cuando les dices a los legisladores, a los responsables políticos, que de ahí viene el petróleo, no tienen ni idea”. Una refinería de petróleo en la región ecuatoriana de Yasuní, 15 de octubre de 2022. (Erin Schaff/The New York Times)