Por The New York Times | Veronique Greenwood

No hay nada como aquella reacción tan peculiar que te llega hasta los huesos cuando un diente dañado entra en contacto con algo frío: al comer un helado o tomar una bebida fría y luego, de repente, esa sensación tan intensa y punzante, como una aguja que te perfora un nervio.

Los investigadores han sabido desde hace años que este fenómeno se debe a un daño a la capa exterior protectora del diente. Pero ha sido difícil comprender cómo llega el mensaje desde el exterior del diente hasta los nervios que hay en su interior. El viernes, un conjunto de biólogos informó en la revista Science Advances que ha identificado a un protagonista inesperado de esta sensación dolorosa: una proteína incrustada en la superficie de las células que están al interior de los dientes. El descubrimiento permite vislumbrar la conexión entre el mundo externo e interno de un diente y algún día podría ayudar a dirigir el desarrollo de tratamientos para el dolor dental.

Hace más de una década, Katharina Zimmerman, que ahora es profesora en la Universidad Friedrich-Alexander en Alemania, descubrió que las células que producen una proteína llamada TRPC5 eran sensibles al frío. Cuando la temperatura descendía, la proteína TRPC5 se abría y formaba un canal, esto permite que los iones fluyan a través de la membrana celular.

Los canales iónicos como el de la TRPC5 están desperdigados por nuestro cuerpo, afirmó Zimmerman, y están detrás de algunas sensaciones sorprendentemente familiares. Por ejemplo, si tus ojos se empiezan a sentir secos y fríos cuando hay aire fresco, es porque se activó un canal iónico en la córnea. La científica se preguntó qué otras partes del cuerpo podrían hacer uso de un receptor de frío como el canal de la TRPC5 y entonces se le ocurrió que “el tejido más sensible del cuerpo humano pueden ser los dientes” cuando se trata de la percepción del frío.

Dentro de la capa protectora que constituye el esmalte, los dientes contienen una sustancia dura llamada dentina que está surcada por pequeños túneles. En el núcleo de la dentina está la pulpa blanda del diente, donde están entremezcladas las células nerviosas y otras llamadas odontoblastos, las cuales producen la dentina.

La teoría prevalente de cómo es que los dientes son sensibles al frío había sido que los cambios de temperatura ejercían presión en el fluido que está dentro de los túneles de la dentina y, así, de alguna manera provocaban una respuesta en los nervios ocultos. Pero había pocos detalles sobre cómo eso pasaba y cómo estos estaban vinculados.

Zimmerman y sus colegas trataron de comprobar si los ratones modificados para carecer del canal de proteínas TRPC5 seguían sintiendo dolor en los dientes como los ratones normales. Les sorprendió comprobar que estos ratones, cuando se les dañaban los dientes, no se comportaban como si les pasara algo malo. De hecho, tenían el mismo aspecto que si se les hubiera administrado un analgésico antiinflamatorio, dijo Zimmerman.

Su coautor, Jochen Lennerz, patólogo del Hospital General de Massachusetts, examinó dientes humanos en busca de indicios de un canal iónico y lo encontró en los nervios y otras células. Esto sugirió que el canal podría desempeñar un papel en la percepción del frío en las personas.

A lo largo de muchos años, los investigadores construyeron una forma de medir con precisión las señales nerviosas que salían de la muela dañada de un ratón. Pusieron a prueba sus ideas con moléculas que podían bloquear la actividad de varios canales, incluido el de la TRPC5.

La conclusión a la que han llegado poco a poco es que el canal de la TRPC5 está activo en los odontoblastos. Esto fue un poco sorprendente, ya que estas células de soporte son conocidas por producir y conservar la dentina, no por contribuir a la percepción sensible. Según Lennerz, dentro de los odontoblastos, la TRPC5 se abre cuando la señal de frío desciende por los túneles de la dentina, lo cual a su vez envía un mensaje a los nervios.

Resulta que una sustancia que impide que la proteína TRPC5 se abra es el eugenol, el principal ingrediente del aceite de clavo de olor, un tratamiento tradicional para el dolor de muelas. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos se muestra ambigua en cuanto a la eficacia del eugenol, pero, si es que disminuye el dolor en algunas personas, quizá se deba a su efecto sobre las proteínas TRPC5.

Tal vez saber que este canal explica en gran medida el dolor en los dientes inducido por el frío conduzca a mejores tratamientos para el dolor odontológico en el futuro y mejores formas de evitar que ese mensaje se vuelva abrumador. .