Por The New York Times | Raymond Zhong
Recoger el agua de las lluvias torrenciales para poder usarla durante las temporadas secas parecería la solución lógica para los variables ciclos de diluvios y sequías en California.
Podemos usar bombas para extraerla de los ríos crecidos y distribuirla en los campos o en las cuencas arenosas, donde puede filtrarse al suelo y rellenar los enormes acuíferos de la región que se han reducido severamente. El lugar más espacioso del estado para almacenar agua no son sus embalses ni las cimas de sus montañas donde reposa en forma de nieve, sino debajo de la tierra, comprimida entre las partículas de suelo.
No obstante, incluso este invierno en el que llovió como no se había visto en media década, una gran cantidad de agua saturó los ríos y se fue al océano.
Las agencias y los expertos en aguas afirman que cada vez más se puede culpar a la burocracia de California; este estado controla estrictamente quién obtiene agua de los arroyos y los riachuelos con el fin de proteger los derechos de las personas río abajo, y sus reglas no son flexibles ni siquiera cuando, gracias a las tormentas, se cuenta con un torrente de nuevos suministros.
Durante las tormentas torrenciales del mes pasado, algunos distritos de aguas consiguieron el permiso del estado para obtener el agua de las inundaciones cuando las lluvias ya estaban terminando, lo que les permitió desviar la cantidad de solo unos cuantos días. Otros no pudieron obtener absolutamente nada debido a que las inundaciones anegaron su equipo.
En la región vitivinícola del condado de Sonoma, al norte de San Francisco, un grupo de viñedos y agencias locales está trabajando con la reservación Dry Creek Rancheria Band of Pomo Indians en un sistema multimillonario de bombas y tuberías que atraparía grandes tragos del río Ruso durante las tormentas y los distribuiría a los campos de cultivo. Philip Bachand, un ingeniero del proyecto, señaló que el reto será convencer a las autoridades del agua en California, a quienes, según él, les preocupa exageradamente que el permitir que la gente redireccione el agua de las inundaciones se la quite a otras personas río abajo.
“Ya pasamos esa época en que se podía perder el tiempo”, comentó Bachand. Debido a que el cambio climático está perjudicando el abastecimiento de agua que ya de por sí está menguado después de décadas de sobreexplotación, “en verdad creo que el cielo se está cayendo y que en algún momento debemos estar listos para que llegue al suelo”, afirmó.
Erik Ekdahl, subdirector de la División del Derecho al Agua en la agencia reguladora de los derechos sobre el agua de California, la Junta Estatal de Control de los Recursos Hídricos, reconoció los retos que enfrentan las agencias locales. Esta junta ha trabajado para mejorar sus procedimientos, aseguró Ekdahl, pero el sistema estatal de derechos en materia de agua, que ya tiene un siglo de existencia, casi siempre protege a los titulares existentes de derechos contra nuevas peticiones de suministro de agua.
“En muchos sentidos estamos, no quiero decir atados de manos, pero tenemos que respetar la ley estatal”, señaló Ekdahl. También comentó que corresponde a la legislatura de California decidir si el sistema sigue funcionando bien en una época de cambio climático.
Los billones de litros de agua que han caído sobre California este invierno rompieron la racha de tres años de sequía en el estado. Pero distan mucho de garantizar un camino fácil la próxima vez que las precipitaciones escaseen.
Pese a que los enormes embalses del estado y los altísimos montones de nieve de la Sierra Nevada reciben una mayor atención, los acuíferos subterráneos de California pueden almacenar mucha más agua: de 8 a 12 veces más que todos los embalses del estado juntos. La gravedad y el azar han ayudado a que algunas de las lluvias recientes se filtren en los acuíferos, pero los seres humanos tienen que dirigir más de las precipitaciones hacia esa parte si el estado espera ahorrar lo suficiente para las épocas prolongadas de sequía.
En el Valle Central, el núcleo del cultivo de frutas y verduras en California, el suministro de aguas subterráneas ha disminuido cada vez más en las dos últimas décadas y se ha recuperado solo modestamente durante el ocasional periodo de lluvias. La velocidad frenética a la que los productores bombean agua del subsuelo ha hecho que la superficie de la tierra de algunas partes del valle se hunda 30 centímetros por año.
California espera que la captación del agua de lluvia pueda ayudar.
La ley aprobada en 2014 exige que los distritos de aguas dejen de sobreexplotar sus acuíferos para la década de 2040. Y el gobernador Gavin Newsom quiere que las agencias locales construyan proyectos de infraestructura que puedan recoger y guardar 500.000 acres-pies (616.740.000 metros cúbicos) de agua en promedio cada año. Un acre-pie es la cantidad que se requiere para cubrir 0,404 hectáreas de tierra en 30 centímetros de agua, o aproximadamente lo que dos casas comunes y corrientes usan al año. De acuerdo con los cálculos de Pang-Wei Liu, un científico de la NASA, y Jay Famiglietti, un profesor y especialista en aguas de la Universidad Estatal de Arizona, el Valle Central ha perdido dos millones de acres-pies de agua subterránea cada año desde 2003.
“Hay una necesidad y deseo enormes”, señaló Paul Gosselin, subdirector del manejo sustentable de aguas subterráneas en el Departamento de Recursos Hídricos de California.
No obstante, incluso en este invierno lluvioso, los proyectos piloto que ha aprobado el estado han logrado recoger solo una pequeñísima parte de su potencial.
Los propietarios de tierras y los distritos de irrigación que todavía no tienen derecho sobre el agua de algún riachuelo en particular como para tomarla y almacenarla —incluso cuando las tormentas lo reabastecen con cantidades de agua que son más que suficientes para todos— requieren un permiso previo de la Junta Estatal del Agua.
El proceso de autorización tiene como objetivo garantizar que quienes toman el agua no coarten los derechos de otras personas al agua y tampoco dañen a los peces ni los hábitats de animales silvestres. Con el fin de debatir los detalles a fondo, se sostienen reuniones y consultas, así como un periodo de comentarios públicos para escuchar objeciones. Todo el proceso puede tardar meses. Y el permiso resultante autoriza al titular a desviar el agua solo de manera temporal, por lo general 180 días, y solo cuando se cumplen ciertas condiciones hidrológicas.
Algunas agencias de aguas sostienen que la Junta Estatal del Agua hace que estas condiciones sean excesivamente estrictas por deferencia a los usuarios río abajo. Para el transporte y almacenamiento del agua de las inundaciones se requieren bombas, canales y, en algunos casos, pozos que inyecten el agua en la profundidad de la tierra. Si a los titulares de permisos se les autoriza recolectar agua solo cuando el caudal del río es muy alto, puede resultar muy caro construir la infraestructura capaz de gestionar tanta agua. Y si esos caudales torrenciales solo se presentan unos días cada cuatro o cinco años, tal vez la inversión no valga la pena.
Hay otra queja: el proceso es demasiado lento y complicado como para ayudar a encauzar las grandes inundaciones que llegan de repente, como las de este invierno. Ekdahl, el funcionario de la Junta Estatal del Agua, comentó que correspondía al solicitante y no a la junta pedir los permisos para la reposición de los acuíferos mucho antes de la temporada de lluvias y contar con una infraestructura adecuada para recoger el agua.
Sin embargo, afirmó, la junta seguirá trabajando con los distritos para ayudarles a usar los caudales de las inundaciones de manera legal. El agua de las tormentas es casi el único tipo de agua del estado que aún no ha sido reclamada para uno u otro propósito, comentó. “Eso es en realidad lo único que queda en California”.
El Distrito de Irrigación Merced recibió un permiso de reposición el mes pasado solo después de que las tormentas ya habían inundado la zona que está alrededor del arroyo Mariposa, cerca de la ciudad de Merced, lo cual impidió colocar bombas a lo largo de las orillas para extraer agua, explicó Hicham ElTal , subdirector general del distrito. Sin embargo, el solo hecho de obtener un permiso, el primero del distrito, es ya un avance, aseveró. “Queríamos comenzar con pequeños pasos”.
Bachand, el ingeniero que trabaja en el proyecto de reposición en el condado de Sonoma, señaló que él no creía en los pequeños pasos. Bachand espera convencer a la Junta Estatal del Agua para que deje que el proyecto obtenga mucha más agua del río Ruso de lo que normalmente se permite; sabe que habrá que pelear.
“Los distritos que comienzan poco a poco nunca van a tener éxito y sus agricultores van a quebrar”, afirmó Bachand. Laura Deyermond mira un embalse que se está secando en los Viñedos Newton, en St. Helena, California, el 23 de julio de 2021. (Rachel Bujalski/The New York Times). Los suministros de agua superficial en el Valle Central varían entre torrentes y sequías, pero las reservas de agua subterránea han estado disminuyendo durante mucho tiempo pese a los ocasionales periodos de reposición.