El estudio de cera vegetal conservada en sedimentos ha servido para reconstruir el ciclo del metano en los últimos 10.000 años, revelando cómo afecta el calentamiento global al metano de los lagos árticos.
En el estudio, publicado en Science Advances, investigadores de las universidades de Northwestern y Wyoming examinaron los recubrimientos cerosos de hojas conservados como moléculas orgánicas dentro de sedimentos de principios a mediados del Holoceno, un período de intenso calentamiento que se produjo debido a lentos cambios en la órbita de la Tierra hace entre 11.700 y 4.200 años. Estos biomarcadores de cera —que antaño formaban parte de musgos pardos acuáticos comunes— se conservaron en sedimentos enterrados bajo cuatro lagos de Groenlandia.
Al estudiar estos biomarcadores, los investigadores descubrieron que el calentamiento pasado durante el Holoceno medio hizo que los lagos de una amplia gama de climas de Groenlandia generaran metano. Dado que el metano es un gas de efecto invernadero más potente que el dióxido de carbono, es importante comprender cualquier cambio en la producción de metano con el calentamiento.
En la actualidad, los investigadores no saben a ciencia cierta cuánto metano se produce en los lagos árticos ni cómo afectará el calentamiento a la producción de metano. El nuevo estudio sugiere que el calentamiento podría dar lugar a un flujo de emisiones de metano procedentes de los lagos que hasta ahora se había subestimado.
“La última vez que los lagos de Groenlandia experimentaron un calentamiento importante, estábamos saliendo de la última glaciación, y se tardó algún tiempo en que se dieran las condiciones para que aumentara el ciclo del metano en los lagos —explica en un comunicado Jamie McFarlin, que dirigió el estudio—, pero una vez que se desarrolló, los lagos de nuestro estudio mantuvieron un ciclo intensificado de metano durante miles de años, hasta el inicio del enfriamiento natural del Holoceno tardío. Esto apoya una dependencia climática del ciclo del metano lacustre en algunos lagos árticos.”
“Estos datos muestran períodos de aumento del ciclo del metano durante períodos cálidos pasados —añade Magdalena Osburn, autora principal del estudio—. “Viviendo en un planeta que se calienta, podemos fijarnos en estas señales del pasado para predecir nuestro futuro. Sospechamos que este proceso será cada vez más importante en el futuro de estos lagos”.
Los lagos son importantes fuentes naturales de metano, pero aún no se ha cuantificado exactamente en qué medida cambiará la producción de metano con el calentamiento de los lagos árticos. Y como los paisajes árticos y boreales son las regiones de calentamiento más rápido de la Tierra, es imperativo que los investigadores comprendan mejor la dinámica entre el calentamiento de las temperaturas y la producción de metano en estos lagos.
Para explorar esta dinámica, los investigadores produjeron nuevos datos en dos lagos (Wax Lips Lake y Trifna S) y revisaron los datos publicados de otros dos lagos de Groenlandia (Lake N3 y Pluto Lake). Compararon la composición isotópica de hidrógeno de las ceras de plantas acuáticas dentro del sedimento con biomarcadores de plantas terrestres y otras fuentes. La composición isotópica de los biomarcadores de plantas acuáticas reveló la presencia de metano durante el Holoceno temprano-medio en la mayoría de los lugares.
Dado que estas plantas absorben metano, podrían mitigar parte del metano producido en los lagos antes de que se emita a la atmósfera.
“En los lagos de nuestro estudio, parte del metano fue absorbido por los musgos acuáticos que viven en ellos, probablemente a través de una asociación simbiótica con un tipo de bacteria que se alimenta de metano —explica McFarlin—. Aún no sabemos cuánto metano se produjo frente al que se consumió en estos lagos durante el periodo de tiempo de nuestro estudio, por lo que el efecto global en la atmósfera sigue sin estar claro. Sin embargo, es probable que la absorción de metano por las plantas se limite a tipos muy específicos de musgos acuáticos, por lo que no todos los lagos, ni siquiera todos los lagos árticos, tendrán esta misma dinámica”, añade.
“El Ártico tiene enormes extensiones cubiertas de lagos —señala Yarrow Axford, catedrática William Deering de Ciencias Geológicas de la Facultad Weinberg y segunda autora del artículo—. No todos los lagos tienen musgos que registren la dinámica del metano, pero nuestro estudio también pone de relieve que esas vastas franjas de lagos árticos son vulnerables a los cambios impulsados por el clima en el ciclo del metano, haya o no musgos en el lugar para presenciar esos cambios. Esta es otra forma en que el rápido calentamiento del Ártico podría afectar al clima global”, apunta.
Europa Press
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