El calentamiento de los océanos debido al cambio climático significará que habrá menos especies de peces productivos para capturar en el futuro.

Un nuevo estudio de la Universidad de Rutgers ha descubierto que, a medida que las temperaturas se calientan, las interacciones entre depredadores y presas impedirán que las especies se mantengan en las condiciones en las que podrían prosperar.

Publicada en la revista 'Proceedings of the Royal Society B', la investigación presenta un panorama mixto de la salud de los océanos. No sólo las grandes especies y las pesquerías de importancia comercial se desplazarán fuera de sus áreas de distribución históricas a medida que el clima se calienta, sino que probablemente no serán tan abundantes incluso en sus nuevas áreas de distribución geográfica.

Por ejemplo, un pescador de bacalao en el Atlántico podría seguir encontrando peces dentro de 200 años, pero en cantidades significativamente menores.

"Desde el punto de vista de la pesca, esto sugiere que, aunque las especies que pescamos hoy estarán allí mañana, no estarán en la misma abundancia. En este contexto, la sobrepesca resulta más fácil porque las tasas de crecimiento de la población son bajas --alerta Malin Pinsky, coautor del estudio y profesor asociado del Departamento de Ecología, Evolución y Recursos Naturales de Rutgers--. El calentamiento unido a la dinámica de la red alimentaria será como meter la biodiversidad marina en una batidora".

Los estudios anteriores sobre los cambios en las áreas de distribución de los hábitats se centraban en los impactos directos del cambio climático sobre las especies individuales. Si bien estas proyecciones de especies "individuales" ofrecen una visión de la composición de las comunidades oceánicas en un mundo que se calienta, no han tenido en cuenta en gran medida cómo las interacciones de las redes alimentarias afectarán al ritmo del cambio.

El nuevo estudio examinó las interacciones tróficas --el proceso por el que una especie se nutre a expensas de otra-- y otras dinámicas de las redes alimentarias para determinar cómo afecta el cambio climático a las áreas de distribución de las especies.

Utilizando sofisticados modelos informáticos, los investigadores determinaron que las interacciones entre depredadores y presas hacen que muchas especies, especialmente los grandes depredadores, cambien sus áreas de distribución más lentamente que el clima.

"El modelo sugiere que, durante los próximos 200 años de calentamiento, las especies van a cambiar continuamente sus áreas de distribución", advierte el autor principal, E. W. Tekwa, antiguo postdoctorado de Rutgers en ecología, evolución y recursos naturales, que ahora trabaja en la Universidad de Columbia Británica.

"Incluso después de 200 años, las especies marinas seguirán estando a la zaga de los cambios de temperatura, y esto es especialmente cierto para las que se encuentran en la parte superior de la red alimentaria", añade.

A medida que el clima se calienta, millones de especies se desplazan hacia los polos en una drástica reorganización de la vida en la Tierra. Sin embargo, nuestra comprensión de esta dinámica ha ignorado en gran medida una característica clave de la vida: los animales y otros organismos deben comer. Los investigadores han llenado este vacío de conocimiento examinando cómo la necesidad básica de alimentación afecta a los movimientos de las especies.

Los investigadores desarrollaron un "modelo de red alimentaria espacialmente explícito" que incluía parámetros como el metabolismo, el tamaño corporal y los rangos óptimos de temperatura.

Al tener en cuenta el cambio climático, su modelo reveló que las interacciones tróficas dinámicas dificultan la capacidad de las especies para reaccionar rápidamente al calentamiento de las temperaturas.

También descubrieron que los depredadores superiores de mayor tamaño permanecen más tiempo que las presas más pequeñas en los hábitats históricos, en parte debido a la llegada de nuevas fuentes de alimento a sus áreas de distribución antes del calentamiento.

"Esta dinámica no se producirá sólo en un lugar, sino a nivel mundial --señala Pinsky--. Eso no augura nada bueno para la vida marina, y no es un efecto que se haya reconocido ampliamente".

Europa Press